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domingo, 30 de diciembre de 2012
Hijas del Señor 3x01
13:16 |
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Domingo, 16 de diciembre de 2012. El Convento Santa Teresita había sido calzinado en buena parte de su totalidad por culpa de unos conspiradores que buscaban asesinar al papa. Para ello necesitaban una joya que estaba en posesión de Dorada, la madre superiora del Santa Teresita. No la consiguieron, así que prendieron fuego al convento.
A consecuencia de dicho fuego, Petra, una de las hermanas más longevas del Santa Teresita murió trágicamente tras ser consumida por las llamas. Sus compañeras Fausti y Soledad lloraron su muerte. Mientras tanto, Dorada perdía los nervios por no saber qué hacer, y más cuando su hermana biológica Macu, más que aportar ayuda a la situación, aportaba más y más problemas. La situación hizo que más de una lágrima bajara por las mejillas, incluso por las de Cloti, la cocinera del convento.
Cuando ya se dieron cuenta todas las monjas de la gran tragedia que había habido lugar en el convento, las hermanas recibieron la visita de Rebeca, una hermana que había abandonado el convento anteriormente para dedicarse al mundo del teatro.
Rebeca entró por las puertas del Santa Teresita. Estaba enormemente asustada, pues estaba viendo que el convento estaba quemado. Entró corriendo al hall y se encontró con todas las demás hermanas al lado de la escalera, junto al cadáver de Petra.
REBECA: ¡Dios mío! ¿Qué ha pasado aquí? ¡Petra!
Las demás hermanas se acercaron a Rebeca y la abrazaron fuertemente.
REBECA: ¿Qué ha pasado?
FAUSTI: No hemos… podido hacer nada…
MACU: Está quemada…
DORADA: Supongo que debió caerse por las escaleras al intentar huir cuando prendieron fuego al convento y como ella estaba muy mayor…. Pues no pudo levantarse luego.
REBECA: ¿¡Quién ha quemado el convento!?
SOLEDAD: Ha sido Santiago.
Rebeca se quedó patidifusa.
REBECA: ¿En serio?
SOLEDAD: Sí, aunque bueno, el no fue exactamente… pero colaboró a ello.
DORADA: Hay que enterrar a Petra. Y tenemos que llamar a una ambulancia, y a la policía. Deben de encontrar a estos mal nacidos.
Clotilde, que había ido a ver como había quedado la cocina después del incendio, regresó al hall llorando y corriendo.
CLOTI: ¡Mi cocina! Está totalmente destruida.
DORADA: Creo…
MACU: ¿¡Qué!?
DORADA: Creo que nos van a destinar a otro convento. Está claro que aquí no podemos seguir, no al menos hasta que haya reformas.
SOLEDAD: ¿Y qué propones, Dorada?
DORADA: Lo que yo proponga, da igual. Iremos a donde el obispo nos mande.
Entre todas, llevaron el cadáver de Petra al agujero que habían cavado para Dorada los del Consejo. La enterraron allí. Dorada fue la encargada de oficiar ese pequeño homenaje…
DORADA: Y que el Señor te acoja en su seno como buena hermana que eras. Amén.
TODOS: Amén.
Los monjes echaron la tierra encima. Fausti echó a llorar.
FAUSTI: Este no es el final que Petra merecía… ni un cajillo ni nada.
DORADA: Faustina, la Santísima Iglesia no se puede enterar de que una de nuestras hermanas ha muerto calcinada. ¿No lo entiendes?
FAUSTI: Pero por encima de todo eso está la dignidad, Dorada. Ah, no… que tú ya la perdiste cuando te incorporaste a El Consejo.
DORADA: ¿A qué viene eso? Faustina, sabes perfectamente que les abandoné.
MACU: Bueno… ¿y tú a qué has vuelto, Rebe?
REBECA: He vuelto para quedarme unos días. Pero bueno… ya no creo que me pueda quedar, en vista del asunto.
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Por el fondo, apareció un hombre, era el que iba con Rebeca en el coche cuando llegó al convento.
RUPERT: Por fin he conseguido aparcar el coche...
REBECA: Os presento a Rupert, mi prometido.
FAUSTI: ¿Rupert…? Pero tú… ¿No eres el jefe del teatro al que se apuntó Rebe?
REBECA: Sí. Bueno… ahora ya no trabajamos en el teatro, exactamente…
RUPERT: Mi productora está en plena producción de una nueva serie televisiva en Estados Unidos.
DORADA: ¡Pues qué bien! ¿Y entonces…?
REBECA: Hemos venido unos días, quería comunicarle a mi familia que bueno… estoy embarazada, y me voy a casar con Rupert, allí en Los Ángeles.
MACU: ¿¡Qué!?
REBECA: Y cuando nazca el niño, y con la serie y tal… quizás nunca nos movamos de allí.
FAUSTI: ¡Pero si tu no sabías hablar inglés!
REBECA: Es lo que tiene estar dos meses allí, que he aprendido muy pronto.
SOLEDAD: Bueno, yo no te conocía ni nada, Rebeca, pero felicidades por tu enlace matrimonial.
FAUSTI: Felicidades…
REBECA: Gracias, chicas.
DORADA: Es mejor que te vayas, ya nos has visto y tú aquí no te puedes quedar a pasar los días… no nos podemos quedar ni nosotras…
Todas se dieron un abrazo. Probablemente nunca más se volvieran a ver.
DORADA: ¿Y cuándo será la boda?
REBECA: Dentro de un mes.
MACU: ¿Y no nos invitas?
REBECA: No… no creo que sea buena idea que vayáis allí vosotras.
RUPERT: Cariño, el coche está ocupando la carretera.
REBECA: Ay sí, nos vamos ya, que mi madre no está esperando. Adiós a todas.
Rebeca y su prometido abandonaron el convento y a la vez, los coches policías y las ambulancias fueron llegando. Las hermanas heridas por inhalación de humo se montaron en ellas, mientras Dorada declaraba ante la policía.
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TRES DÍAS DESPUÉS
Un autobús dejó frente a las puertas del enorme convento San Felipe a todos los hermanos y hermanas del Santa Teresita.
MACU: Es bonito, el convento...
FAUSTI: No se parece mucho al Santa Teresita...
SOLEDAD: ¿Tendrá aires acondicionados?
FAUSTI: ¿Y tú para qué quieres que tenga aires acondicionados?
SOLEDAD: Por si hace calor, hija...
MACU: Si hace calor, abres las ventanas, y que corra el aire.
Dorada terminó de pagarle al conductor del autobús y se bajó también de él. Se acercó al telefonillo que estaba al lado de la verja de entrada al enorme convento. Llamó. Unos minutos más tarde, una joven criada apareció abriéndoles las puertas.
LOLI: ¡Huy! Perdón por la tardanza, que cabeza la mía, no sabía que hoy era cuando llegabais.
DORADA: ¿Es usted Sor Pilar?
LOLI: ¿Yo? ¿Sor Pilar? Ja ja ja ja, supongo que será una broma.
DORADA: No, no lo es...
LOLI: Vamos a ver, ¿Tú me ves a mi cara de amargada y bien vestida?
MACU: Hombre… lo primero sí, pero lo segundo como que no...
FAUSTI: ¿Quién es Sor Pilar?
DORADA: La madre superiora del San Felipe, la mujer con la que hablé por teléfono.
MACU: ¿Y por qué no sale ella a recibirnos? ¡Qué poca vergüenza! ¡Exijo la hoja de reclamación!
LOLI: Lo siento... aquí no tenemos hojas de reclamaciones.
Macu y Fausti rieron por lo bajo, la criada se lo había creído.
DORADA: En fin... ¿entramos?
LOLI: Sí, si. Seguirme.
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Todos los monjes y monjas entraron detrás de Dorada y Loli. Fueron pasando por gran parte del convento, al principio había un puente que estaba sobre un pequeño estanque. El patio de entrada era enorme. Setos por aquí, un parque por allá, y al fondo un gran porche iluminado.
MACU: ¡Qué bonito!
FAUSTI: Sí, el jardín es enorme.
MACU: Madre mía... ¡qué tardes he de pasar yo aquí al solito!
SOLEDAD: ¿Solito? ¿En pleno diciembre?
MACU: ¿Y por qué no?
FAUSTI: Sole, creo que la probabilidad de que salga el sol en diciembre está ahí...
SOLEDAD: ¡Qué no me llaméis Sole!
A Macu le había llamado mucho la atención el porche del fondo.
MACU: Oye… y ¿para qué es el lugar aquel?
LOLI: Es bueno… un lugar que solemos utilizar a veces para oficiar las bodas.
Continuaron caminando por el enorme patio. Pasaron por delante de un lugar que tenía el nombre de ‘Cafetería Cristiana, sin chinches y con puntillas’. A Macu le llamó mucho la atención el título.
MACU: ¡Jajajaja! Que gracia tiene… cafetería cristiana, sin chcihis y con putillas.. ajajaj
FAUSTI: ¡Macu!
Loli le habló a Dorada.
LOLI: ¿Esa hermana es un poco...?
DORADA: Ignórela, es lo mejor...
MONJA: ¡Ey! Cuidado.
Macu se había chocado con una monja que estaba tomando un cafelito en un velador.
MACU: (Se aparta) Perdón.
SOLEDAD: Si que es moderno el convento… con cafetería incorporada y todo.
MACU: Yo flipo…
LOLI: Es el más grande de toda España. Y de alto standing.
Cuando entraron dentro del propio convento, atravesaron un gran salón lleno de vírgenes y estampas, que debía de ser el hall de entrada. Luego pasaron por una puerta enorme a lo que parecía ser una gran escalinata, pero esta, a la mitad se dividía en dos sub-escalinatas, a ambos lados. Y estas, cuando avanzaban también a su vez.
MACU: ¡Madre mía! Aquí perderse es fácil.
LOLI: Sí, quizás los primeros días os cueste... pero como todo, os acabaréis acostumbrando.
FAUSTI: ¡Dios Santo! (Se santigua)
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Al final, llegaron al lugar a dónde iban. El despacho de Sor Pilar, la madre superiora del convento San Felipe. Sobre la puerta de su despacho, había una enorme escultura en la pared de un dragón. Las fauces de este estaban por encima de la puerta.
MACU: ¡Uy, que miedito...!
FAUSTI: La verdad es que sí, da un poco de mal rollo.
LOLI: Ah, por eso no os preocupéis. Ninguna de las hermanas que estamos aquí, salvo yo, que soy la mano derecha de Sor Pilar, ha visto alguna vez el despacho. Así que no tendréis que entrar.
La criada llamó a la puerta, y a los pocos segundos, Sor Pilar salió por ella. Era una mujer alta, rubia e iba vestida de monja, al contrario que Dorada en el Santa Teresita...
PILAR: Vaya... ¿Así que vosotros sois los hermanos y hermanas del Santa Teresita?
DORADA: Sor Dorada, madre superiora del convento Santa Teresita.
SOR PILAR: Sor Pilar, madre superiora de este, mi convento San Felipe.
Macu avanzó más adelante y se dirigió a Sor Pilar.
MACU: ¡Inmaculada! Yo soy puritana, de pura cepa...
SOR PILAR: ¿¡Qué!? ¿¡Pero...!?
DORADA: ¡Discúlpele, Pilar! Es mi hermana, lleva poco tiempo ejerciendo y es un poco propensa a alterarse en situaciones como esta.
MACU: ¿Yo? ¿¡Alterada!? Para nada...
DORADA: ¡Qué te calles!
SOR PILAR: Vamos a ver. Os calláis todas y punto.
Hubo un silencio repentino.
SOR PILAR: Aquí, la madre superiora soy yo. Y vuestra incorporación al San Felipe ha sido obligada por la Santísima Iglesia, y será, además en dos meses, lo que dure la obra de vuestro convento. Después, os iréis por donde habéis venido. ¿Ha quedado todo claro?
FAUSTI:
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MACU:
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SOR PILAR: ¡He hecho una pregunta!
TODOS: Sí, está claro.
SOR PILAR: Bien... así me gusta. Ahora, la hermana Loli os acompañará hasta vuestras habitaciones.
Todos fueron marchando con Loli, pero antes de que Sor Pilar entrara a su despacho, Dorada la detuvo.
DORADA: ¿Y yo? ¿Qué se supone qué haré?
SOR PILAR: ¿Perdón? ¿Tú? ¿Que qué vas a hacer...?
DORADA: Sí.
SOR PILAR: ¿Te lo tengo que explicar a estas alturas?
DORADA: Hombre, no pretenderá que me vaya a una habitación con todas estas y me ponga a ejercer como una monja más.
SOR PILAR: Pues claro que sí, porque tú aquí, eres una monja más... no lo olvides.
La madre superiora entró a su despacho y dejó a Dorada plantada con la palabra en la boca.
DORADA: ¿Pero... qué se habrá creído esta?
La noche iba llegando, y Cloti fue hacia la cocina del San Felipe, a intentar incorporarse a su trabajo de cocinera. Cuando entró por la puerta, una mujer de la misma calaña que ella, gorda y bajita le paró los pies.
GABULA: ¡Ey, ey, ey...! ¡Parah el carro! ¿Dóndeh vas túh?
CLOTI: ¿Yo? A la cocina, a cocinar... soy cocinera, por si no lo sabías.
GABULA: ¿Y tú de dónde coño has zalío?
CLOTI: Uhh... a mi no me hables así. Yo soy Clotilde, la cocinera del Santa Teresita.
Gabula, la cocinera, miró a las ayudantes de la cocina y se echó a reír a carcajadas.
GABULA: ¡JAJAJAJAJAJA!
CLOTI: ¿Y qué es eso que te hace tanta gracia?
GABULA: Poh que pienzas que por zer la cocinera de eze mierda-convento puedeh entrá por la puerta aquí y unirte a nozotras, que llevamoh máz de veinte años en esta cocina... ¡JAJAJAJAJAJA!
AYUDANTES: ¡Jajajajajaja...!
CLOTI: ¿Entonces... yo qué hago? ¿Qué haré en estos dos meses que estemos aquí?
GABULA: (hacia una de las ayudantas) ¡Niña! Dale a ehta mujer la fregona y el cubo, que ze va a jartá de fregar las cagás del váter.
AYUDANTE: Si, señora.
Cloti miró desafiante a la cocinera y se negó rotundamente.
CLOTI: No... para nada voy a ser... la limpiadora.
GABULA: ¿Limpiadora? A mí me hablah en criztiano... ¡Tú zerás la chacha!
CLOTI: ¡Ni hablar del peluquín!
Clotilde, fue muy ofendida a la habitación donde dormían Dorada, Macu, Soledad, Fausti y ella.... pero entró en una errónea y se encontró a dos monjes, consumando su amor.
CLOTI:
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Los monjes se vistieron rápidamente como pudieron y agarraron a Cloti.
MONJE 1: Por favor... no digas nada... por favor...
MONJE 2: Te lo suplico... te daremos lo que quieras... ¡pero no digas nada!
MONJE 1: ¡Por Dios...!
CLOTI: ¿Es que esto es muy grave, eh?
MONJE 2: ¡Lo que sea! ¡Pídelo!
CLOTI: Está bien, yo guardaré el secreto... pero a cambio, vosotros tendréis que fregar los servicios por mí... ¿De acuerdo?
MONJE 1: ¡Vale...! ¡De acuerdo!
CLOTI: Pues eso.... ay, Dios mío...
Clotilde salió de esa habitación y dejó a los monjes... en su tema. Por fin, entró en la habitación acertada. Estaban allí Macu, Soledad y Fausti.
CLOTI: ¿Y Dorada?
FAUSTI: Ha ido al Santa Teresita... decía que tiene que coger unas cosas muy importantes que se había olvidado allí.
MACU: ¿Por qué la buscas?
CLOTI: Veréis, es que la cocinera, se me ha puesto chula antes... es una borde la tía.
MACU: ¿Quieres que la puteemos...?
SOLEDAD: Claro, esa es tu especialidad, ¿No, Macu?
MACU: ¡Sí! ¿¡Qué pasa!?
SOLEDAD: Nada... que así te va. Llegamos a un convento nuevo y tú ¿Ya estás pensando en liarla? ¡Virgen del Rosal! si es que luego nos quejamos.
Soledad salió de la habitación dando un portazo.
CLOTI: Bueno... Macu, Fausti... ¿qué le podemos hacer a la cocinera para chincharla?
FAUSTI: Ah, no… a mí no me miréis. Yo no quiero saber nada de lo que hagáis vosotras dos.
MACU: ¡Huy! Se me ha ocurrido una idea brillante... ja ja.
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Dorada entró por la puerta del Santa Teresita y fue a la biblioteca. Mañana mismo iban a comenzar allí las obras y como iban a tirar todo abajo menos la fachada, ella quería recoger las cosas que se había dejado allí y no había podido recoger. Al fondo del todo, en uno de los estantes, apartó unos libros y tras pulsar un botón sacó su caja fuerte, donde guardaba sus cosas. Allí, entre otras cosas, tenía el medallón dorado que le había regalado su madre.
DORADA: Madre mía...
La mujer cogió la caja y salió de allí. Por última vez, antes de irse miró el convento. Su espléndida fachada. Sería la última vez que la viera tal y como había sido durante estos cien largos años.
DORADA: Ojalá pudiera volver atrás... cambiaría muchas cosas...
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En la urbanización “Playas azules”, había hoy una casa menos en venta. Santiago, el padre que había traicionado a los conspiradores miembros de El Consejo, que intentaban asesinar al papa, estaba en la agencia inmobiliaria. Iba a comprar una de las casas con el dinero de El Consejo.
MUJER: Bueno... pues ya solo queda firmar aquí, y aquí.
Santiago firmó.
SANTIAGO: ¿Ya está?
MUJER: Y deberá abonar, el treinta y cinco por ciento del coste ahora mismo, en señal de fianza.
SANTIAGO: Verá... es que yo quiero entrar a vivir hoy mismo.
MUJER: ¿Hoy mismo?
SANTIAGO: Sí, he hecho un largo viaje para llegar al puerto... y bueno, desde bien pequeño mi ilusión ha sido vivir en una casa al pie del mar.
MUJER: ¿Su ilusión...? Un poco rara, ¿no?
SANTIAGO: ¿Y a usted qué más le da?
MUJER: No, no, nada... si a mi mientras me pagues el dinero, ya ves tú.
SANTIAGO: Toma, tengo el dinero aquí mismo.
Santiago le pagó a la mujer, cogió las llaves de la casa y se marchó. Iba solo con una maleta, y lo puesto. Así que no le sería muy difícil.
SANTIAGO: ¡Aquella es...! El piso número trece.
El hombre entró en el piso, habiendo cumplido su sueño. Estaba amueblado. Tenía unas vistas preciosas... nadie sabía que él estaba ahí. Era el momento perfecto para vivir la vida y empezar de cero... O al menos era lo que el creía. Después de colocar la ropa se sentó en el sofá y encendió la tele.
SANTIAGO: ¡Voy a ver qué echan...! ¡Huy, La que se avecina! ¡Me encanta!
En la agencia inmobiliaria...
MUJER: ¡Bueno, pues un piso menos!
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JEFE: ¿Cuál has vendido hoy?
MUJER: ¡El más difícil! ¡El trece!
JEFE:
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MUJER: Pues un señor mayor... muy raro, además.
JEFE: ¡Eso se merece una buena cena en un restaurante de lujo! Por fin lo hemos conseguido…
El jefe sacó de su carpeta unos recortes de periódico.
Recorte del periódico
POR TERCERA VEZ...
Por tercera vez consecutiva, ha vuelto a ocurrir. Los habitantes de la casa número trece de la urbanización “Playas azules” han sido hallados muertos en el interior del piso. Todos parecían haber fallecido de muerte natural, un ataque al corazón... pero es muy extraño todo, ya que la inmobiliaria afirma que eso no es más que casualidad que haya pasado por tercera vez, y que por supuesto, nada tiene que ver que el número del piso sea el trece... el calificado número de la “mala suerte” para algunas personas.
Ha sido pedido a la constructora que no abra más al público la venta del piso, para evitar que todo esto se vuelva a repetir.
Por tercera vez consecutiva, ha vuelto a ocurrir. Los habitantes de la casa número trece de la urbanización “Playas azules” han sido hallados muertos en el interior del piso. Todos parecían haber fallecido de muerte natural, un ataque al corazón... pero es muy extraño todo, ya que la inmobiliaria afirma que eso no es más que casualidad que haya pasado por tercera vez, y que por supuesto, nada tiene que ver que el número del piso sea el trece... el calificado número de la “mala suerte” para algunas personas.
Ha sido pedido a la constructora que no abra más al público la venta del piso, para evitar que todo esto se vuelva a repetir.
MUJER: Yo creo que esta vez es la buena...
JEFE: En efecto, no creo que se trate de algo más allá de mala suerte... punto.
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Después de comer el asqueroso potaje que le habían puesto, Macu, Fausti y Cloti entraron por la noche a la cocina del San Felipe. No había nadie allí. Cogieron pegamento fuerte y lo echaron sobre los mangos de una de las cazuelas.
MACU: ¡Jijijijijiji!
FAUSTI: ¡Vámonos! Que como nos pillen...
CLOTI: ¡Ay, gracias! No sabéis lo agradecida que os estoy de que hagáis esto por mí.
FAUSTI: Pues no agradezcas tanto... porque esto es pecar. Y yo me siento mal.
MACU: Te chinchas. Ahora no te vas a echar atrás porque estás involucrada en esto hasta al fondo.
Las chicas entraron a su habitación, a la vez que Dorada entraba, con la caja de sus cosas personales.
MACU: ¿Qué tal todo, hermana?
DORADA: Bien... supongo que me iré acostumbrando.
SOLEDAD: Vayámonos todas a la cama... hoy ha sido un día muy largo...
CLOTI: Mañana lo será más...
MACU: ¡Jijijiji!
SOLEDAD: ¿Qué?
FAUSTI: Nada, nada... que estamos muy cansadas todas. Hasta mañana.
Esta última apagó la luz de la habitación y sonrió. En el pasillo del despacho/habitación de Sor Pilar, estaba esta hablando con Loli, su criada.
LOLI: Buenas noches señora...
SOR PILAR: Buenas noches... ¡Loli!
LOLI: Dígame, señora.
SOR PILAR: Quiero que me hagas un encargo... toma, quiero que mañana vayas al ayuntamiento y que entregues este informe de obras.
LOLI: ¿Qué es, señora?
SOR PILAR: He manipulado el informe de las obras del Santa Teresita. Ahora, no tienen licencia para hacer la obra... ja, ja... y quiero informar al señor alcalde para que les paren las obras.
LOLI: ¿Y qué quiere conseguir con esto, señora? Será peor para todos... pues esta gente se tendrá que quedar más tiempo aquí.
SOR PILAR: Y eso es, precisamente lo que yo deseo.
LOLI: ¡Pero… antes no decía lo mismo!
SOR PILAR: Loli, hija mía… cuanto te queda por aprender de la vida… jaja.
A la mañana siguiente, la brusca cocinera Gabula entró por las puertas de la cocina. Iba a preparar el desayuno, una de sus ayudantes entró tras ella.
GABULA: Niña, ve zacando la cacerola pa poné a calentá la leche.
AYUDANTE: Sí, señora.
La chica cogió la cacerola por las asas, y la fue a llevar a la encimera, pero cuando fue a apoyarla, se dio cuenta de que no podía despegar las manos de las asas. Empezó a dar fuertes golpes con el instrumento en la encimera, Gabula se asustó.
GABULA: ¡Quieta ahí! ¿Qué pasa? ¿Te se te fue la cacerola? Huy, nunca mejó dicho…
AYUDANTE: ¡Que no! ¡Que no puedo despegar las manos!
GABULA: ¡Huuuuuuy! ¿Y pá ezo tanto ehcándalo?
AYUDANTE: ¡Que no lo entiende usted o qué? ¡Han echado pegamento a las asas!
GABULA: ¡Eeyyyyyyy…! Para el carro… un momento… alguien ha pegaó ahí ezo…. Entonces…. ¿querían quedarme las manos achinchás?
AYUDANTE: ¡Que sí! ¡Pero ahora ayúdeme!
GABULA: ¡Esto no lo permito yo ni harta wisky!
La mujer se fue corriendo de allí, dejando a la otra con las manos en las asas.
AYUDANTE: Pues nada... a ver qué hago yo ahora.
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Santiago abrió los ojos. Intentó moverse de la cama, pero estaba atado a ella.
SANTIAGO: ¡Ey! ¡¿Qué pasa aquí?! ¿Quién es?
Al fondo de la habitación había tres personas. Una mujer, un hombre y una niña pequeña.
SANTIAGO: ¡Paz! Por favor… ¡no soy mala persona, suéltenme!
HOMBRE: Parece no ser mala gente.
MUJER: Ve con cuidado, cariño.
El hombre se acercó con cuidado y desató a Santiago.
SANTIAGO: ¿Quiénes sois vosotros? ¡Fuera de mi casa ahora mismo!
HOMBRE: Tranquilo, compadre.
MUJER: ¡Ay el pallo que se nos pone farruko!
Santiago se temía lo peor, que fueran gitanos.
HOMBRE: A ver, compadre, no nos vamos a ir de aquí. Llevamos tres semanas viviendo aquí. La poli nos quemó la chabola en el barrio del Chamito… no tenemos a donde ir…
MUJER: ¡Y tenemos a la niña bonica! Ay pallo, ten piedad por favor.
SANTIAGO: Yo…
HOMBRE: Además, nos metimos en esta casa de okupas porque como está maldecida…
SANTIAGO: ¿¡Maldecida!?
MUJER: Claro, pallo. El que aquí vive la pata estira. ¿No lo sabías?
HOMBRE: Así pensábamos que nadie iba a venir aquí…
SANTIAGO: La virgen… pero esta es mi casa… no os podéis quedar.
HOMBRE: ¡¿Cómo que no!?
El gitano, muy alterado sacó una navaja y apuntó a Santiago.
HOMBRE: ¡Te rajo vivo!
SANTIAGO: ¡Vale, vale! Os quedáis…
NIÑA: ¡Bien! Mama, va a ser verdad que hay pallos buenos.
MUJERES: Si, si. Vete a terminar los crispis que tienes que ir al cole, niña.
Santiago se levantó de la cama.
SANTIAGO: Vamos a ver, ¿cuánto tiempo vais a quedaros aquí exactamente?
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Todas las hermanas estaban en el gran comedor del convento San Felipe, esperando a que llegase el desayuno, pero este, no venía.
DORADA: Desde luego... que poco formal...
SOLEDAD: ¿Poco formal? ¿Pero tú viste como estaba tu convento?... eso si que no es formal.
DORADA: ¿Qué tienes en contra de mi convento?
SOLEDAD: Que no voy a dejar que critiques el San Felipe, uno de los más grandes que existe... porque tarden media hora más en ponerte el desayuno.
MACU: Mi hermana tiene razón. ¡Tengo hambre!
FAUSTI: Y sed...
MACU: Vaya mierda de convento...
FAUSTI: Desde luego que sí.
Las puertas del comedor se abrieron de golpe, y por ella entro Gabula, muy enfadada.
GABULA: ¡Como yo me entere de quien me ha intentao pegá a la cacerola le arranco los pentejos del chumi! ¡Avisás estáih!
La mujer se fue y las chicas se echaron a reir.
MACU: Jajaja…
FAUSTI: Bueno, la verdad es que tiene su gracia, jeje.
SOLEDAD: Jaja…
> Con la aparición de Sofía Nieto como Rebeca
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LOLI: Buenas noches señora...
SOR PILAR: Buenas noches... ¡Loli!
LOLI: Dígame, señora.
SOR PILAR: Quiero que me hagas un encargo... toma, quiero que mañana vayas al ayuntamiento y que entregues este informe de obras.
LOLI: ¿Qué es, señora?
SOR PILAR: He manipulado el informe de las obras del Santa Teresita. Ahora, no tienen licencia para hacer la obra... ja, ja... y quiero informar al señor alcalde para que les paren las obras.
LOLI: ¿Y qué quiere conseguir con esto, señora? Será peor para todos... pues esta gente se tendrá que quedar más tiempo aquí.
SOR PILAR: Y eso es, precisamente lo que yo deseo.
LOLI: ¡Pero… antes no decía lo mismo!
SOR PILAR: Loli, hija mía… cuanto te queda por aprender de la vida… jaja.
A la mañana siguiente, la brusca cocinera Gabula entró por las puertas de la cocina. Iba a preparar el desayuno, una de sus ayudantes entró tras ella.
GABULA: Niña, ve zacando la cacerola pa poné a calentá la leche.
AYUDANTE: Sí, señora.
La chica cogió la cacerola por las asas, y la fue a llevar a la encimera, pero cuando fue a apoyarla, se dio cuenta de que no podía despegar las manos de las asas. Empezó a dar fuertes golpes con el instrumento en la encimera, Gabula se asustó.
GABULA: ¡Quieta ahí! ¿Qué pasa? ¿Te se te fue la cacerola? Huy, nunca mejó dicho…
AYUDANTE: ¡Que no! ¡Que no puedo despegar las manos!
GABULA: ¡Huuuuuuy! ¿Y pá ezo tanto ehcándalo?
AYUDANTE: ¡Que no lo entiende usted o qué? ¡Han echado pegamento a las asas!
GABULA: ¡Eeyyyyyyy…! Para el carro… un momento… alguien ha pegaó ahí ezo…. Entonces…. ¿querían quedarme las manos achinchás?
AYUDANTE: ¡Que sí! ¡Pero ahora ayúdeme!
GABULA: ¡Esto no lo permito yo ni harta wisky!
La mujer se fue corriendo de allí, dejando a la otra con las manos en las asas.
AYUDANTE: Pues nada... a ver qué hago yo ahora.
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Santiago abrió los ojos. Intentó moverse de la cama, pero estaba atado a ella.
SANTIAGO: ¡Ey! ¡¿Qué pasa aquí?! ¿Quién es?
Al fondo de la habitación había tres personas. Una mujer, un hombre y una niña pequeña.
SANTIAGO: ¡Paz! Por favor… ¡no soy mala persona, suéltenme!
HOMBRE: Parece no ser mala gente.
MUJER: Ve con cuidado, cariño.
El hombre se acercó con cuidado y desató a Santiago.
SANTIAGO: ¿Quiénes sois vosotros? ¡Fuera de mi casa ahora mismo!
HOMBRE: Tranquilo, compadre.
MUJER: ¡Ay el pallo que se nos pone farruko!
Santiago se temía lo peor, que fueran gitanos.
HOMBRE: A ver, compadre, no nos vamos a ir de aquí. Llevamos tres semanas viviendo aquí. La poli nos quemó la chabola en el barrio del Chamito… no tenemos a donde ir…
MUJER: ¡Y tenemos a la niña bonica! Ay pallo, ten piedad por favor.
SANTIAGO: Yo…
HOMBRE: Además, nos metimos en esta casa de okupas porque como está maldecida…
SANTIAGO: ¿¡Maldecida!?
MUJER: Claro, pallo. El que aquí vive la pata estira. ¿No lo sabías?
HOMBRE: Así pensábamos que nadie iba a venir aquí…
SANTIAGO: La virgen… pero esta es mi casa… no os podéis quedar.
HOMBRE: ¡¿Cómo que no!?
El gitano, muy alterado sacó una navaja y apuntó a Santiago.
HOMBRE: ¡Te rajo vivo!
SANTIAGO: ¡Vale, vale! Os quedáis…
NIÑA: ¡Bien! Mama, va a ser verdad que hay pallos buenos.
MUJERES: Si, si. Vete a terminar los crispis que tienes que ir al cole, niña.
Santiago se levantó de la cama.
SANTIAGO: Vamos a ver, ¿cuánto tiempo vais a quedaros aquí exactamente?
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Todas las hermanas estaban en el gran comedor del convento San Felipe, esperando a que llegase el desayuno, pero este, no venía.
DORADA: Desde luego... que poco formal...
SOLEDAD: ¿Poco formal? ¿Pero tú viste como estaba tu convento?... eso si que no es formal.
DORADA: ¿Qué tienes en contra de mi convento?
SOLEDAD: Que no voy a dejar que critiques el San Felipe, uno de los más grandes que existe... porque tarden media hora más en ponerte el desayuno.
MACU: Mi hermana tiene razón. ¡Tengo hambre!
FAUSTI: Y sed...
MACU: Vaya mierda de convento...
FAUSTI: Desde luego que sí.
Las puertas del comedor se abrieron de golpe, y por ella entro Gabula, muy enfadada.
GABULA: ¡Como yo me entere de quien me ha intentao pegá a la cacerola le arranco los pentejos del chumi! ¡Avisás estáih!
La mujer se fue y las chicas se echaron a reir.
MACU: Jajaja…
FAUSTI: Bueno, la verdad es que tiene su gracia, jeje.
SOLEDAD: Jaja…
> Con la aparición de Sofía Nieto como Rebeca
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