domingo, 30 de diciembre de 2012

postheadericon Planeta Kepler 1x05



Nuestros aventureros reciben una visita inesperada. Paco, el astronauta que había sido secuestrado por los misteriosos seres invisibles, aparece para contarles su historia y advertirles de que deben abandonar Kepler lo antes posible. Pero los demás no le creen, pues les parecen demasiado extrañas las circunstancias de su regreso. 

Mientras tanto, en la nave Kosmos, Priscilla cuenta a los demás cómo el robot Barrax empujó a Damián hacia un agujero negro, provocando su muerte. Pero ahora tienen algo mucho más importante en qué pensar, pues la nave se dirige a gran velocidad hacia el agujero negro. Si no hacen algo en poco tiempo, serán absorbidos por el vacío. Jorge, por su parte, descubre a Barrax comunicándose con alguien del exterior. Se provoca un enfrentamiento del que, desgraciadamente, el niño acaba inconsciente en el suelo. 



A regañadientes, deciden seguir a Paco hasta el lugar donde cree que le secuestraron. Una vez allí, se encuentran con un montón de jaulas abiertas y vacías. Se acercan para inspeccionar y una fuerza invisible los empuja hacia dentro de una de ellas. Entonces la voz se hace escuchar, y todos descubren que la amenaza era cierta y que Paco no había mentido en ningún momento. 
La misma voz que amenazó a los aventureros se comunica con Barrax, ordenándole que frene a Eva en su intento de que la nave salga del agujero negro. Pero Barrax parece haber cambiado de bando, pues sabe que si la nave va hacia el agujero negro él quedará destruido. Así, mediante una maniobra bastante complicada consiguen que la nave gire de rumbo y salga propulsada en dirección contraria al agujero negro. Ahora, el objetivo principal de los tripulantes de la nave Kosmos es regresar a Kepler. 

Dentro de las jaulas, descubrimos mediante un recuerdo de Carmen que Eva era una tripulante más de la nave Kosmos, pero tenía un trastorno de doble personalidad. Por eso decidieron drogarla en pequeñas dosis diarias, para poder controlarla y que no cometiera ninguna locura. De vuelta en el presente, la doctora se da cuenta de que si Barrax se llevó la nave con los niños dentro es porque, en alguna parte, alguien lo estaba controlando. Sin embargo, esta trama es interrumpida inmediatamente porque los misteriosos seres invisibles, a los que deciden llamar innombrables, aparecen en la escena para amenazarlos. Gracias al veneno de la serpiente que picó a Álvaro durante la anterior búsqueda de comida, los innombrables provocan que el chico caiga desmayado dentro de la jaula. Pero eso no es todo, pues la amenaza para los viajeros es inminente: si no abandonan Kepler en dos días, todos morirán. 

El tiempo vuela y las oportunidades se acaban. ¿Qué harán ahora nuestros protagonistas? 





Eva se había hecho con el control de la nave Kosmos ayudada por Barrax y los niños. En este momento ponían rumbo hacia Kepler con la esperanza de llegar y reencontrarse con el resto. Mientras tanto, en la superficie de Kepler, se estaban despertando nuestros protagonistas, pues el día anterior habían vivido muchas aventuras... y no precisamente buenas. Más bien todo lo contrario. 

CARMEN: Dios, estoy que no puedo con mi alma. ¡Qué sueño! 
ÁLVARO: Yo igual, apenas he dormido. Estoy que me caigo. 
CARMEN: Supongo que será por lo de ayer. Tanta carrera, reencuentro, amenaza... 
PACO: Lo raro es que saliéramos de esas jaulas impunes. Yo ya me daba por muerto. 

Víctor se puso en pie, tenía la voz algo cambiada. Habló. 

VÍCTOR: Hablando de la amenaza, ¿qué pasa con ella? ¿Nos vamos a quedar de brazos cruzados como tontos o qué? 
SARA: Pues no podemos hacer mucho, Víctor. 
CARMEN: Claro que no. No tenemos ningún medio para salir de Kepler, y aunque lo tuviéramos sería una locura, no tenemos a donde ir. 
PACO: (Dramatiza) Entonces solo nos queda una opción... sacrificar una de nuestras vidas y entregarles un corazón. 

Todos miraron fijamente a Paco. 

PACO: ¡¿Qué?! ¡No me miréis así, que me ponéis nervioso! 
SARA: ¿Pero tú eres tonto o qué? ¿Qué corazón ni qué leches en vinagre? 
ÁLVARO: Tú ya eres una persona muy nerviosa de naturaleza. Además, ¿de qué serviría eso? ¿Crees que les importa algo nuestras vidas? Deja de decir memeces, anda. 
PACO: Vale, si solo era una broma. No os pongáis así. 
VÍCTOR: No estamos para bromas. ¿Y ahora qué, qué hacemos? ¿Decidir quién va a vivir y quién va a morir? 
CARMEN: Ya no puedo más... no tenemos forma de salir de Kepler si no es en Kosmos y lo sabéis perfectamente. Creo que me voy a suicidar. 

Todos se quedaron asombrados ante Carmen. 

ÁLVARO: No, ¡no lo hagas! Carmen no, tú no ¡por favor! 
CARMEN: Lo siento mucho, Álvaro. Nuestro amor es imposible. Y yo no puedo más, esto ha sido lo máximo que podía aguantar. 

Varias lágrimas caían por las mejillas de Carmen mientras recordaba todo lo malo de su pasado, especialmente un momento lleno de angustia que había ocurrido en el viaje hacia Kepler. 
Flashback, varios días después del inicio del viaje
Como venía siendo habitual en las últimas cenas de la nave Kosmos, Carmen permanecía en la cocina ayudando en la preparación para dosificar adecuadamente las provisiones. Aprovechando que se había quedado sola durante unos minutos, se disponía a verter el veneno que mantenía a Eva inmovilizada en la comida cuando Víctor apareció por la puerta y la frenó.

VÍCTOR: ¡No, no lo hagas!

La doctora se paró en seco, algo confusa.

CARMEN: ¿Perdona? Sabes que tengo que hacerlo, como todos los días. Tú aprobaste esto.
VÍCTOR: (Amenazante) No me subestimes, Carmen. Puedo ser muy peligroso, más de lo que imaginas.
CARMEN: No me amenace, tengo recursos para acabar con usted. Pero no estoy para peleas, ¿qué quiere? Dígamelo ya, no tengo todo el día.

Víctor la agarró del cuello y la acorraló contra la pared.

VÍCTOR: ¿Ah no, no tienes todo el día? Tú tienes todo el tiempo que yo quiera, que por algo soy tu capitán. A lo mejor me respetas un poco más cuando acabe contigo.
CARMEN: Suéltame, por favor, ¡me estás ahogando!
VÍCTOR: Sólo si haces lo que yo te diga.
CARMEN: Suéltame, por favor. Sabes que sin mí no sobreviviréis más de dos días en Kepler. Eso suponiendo que podáis llegar.
VÍCTOR: Entonces te encerraré hasta que lleguemos allí, no tengo ningún problema. A no ser que me des ese frasco, claro está.
CARMEN: (Aterrorizada) Está bien, pero ¿para qué lo quieres?
VÍCTOR: Eso no es asunto tuyo.

El jefe de la nave soltó bruscamente a Carmen, cogió el frasco de la mesa y se fue de la cocina. Carmen quedó completamente aterrorizada.

CARMEN: ¡No la mates, no lo hagas! Te estás equivocando. ¡No la mates, Eva es inocente!

SARA: Carmen, no puedes suicidarte. Eres la bióloga y la doctora, ¿qué será de nosotros sin ti? 
CARMEN: Estoy segura de que encontraréis la forma de sobrevivir, confío en vosotros. 
ÁLVARO: (Llorando) Pero yo te amo, Carmen. ¡No te vayas por favor!


Álvaro besó a Carmen apasionadamente, probablemente por última vez. 

VÍCTOR: Qué bonito... Venga, muérete ya y deja de dar el tostón. 
ÁLVARO: (Con rabia) No le hables así a mi novia, y menos aún cuando se trata de su muerte. 
VÍCTOR: (Desafiante) O si no, ¿qué? 
ÁLVARO: Te reviento la cara, desgraciado. 

Álvaro comenzó a pegar a Víctor. Este respondió de la misma manera. Tras unos segundos de forcejeo, Sara los separó. 

SARA: Bueno, basta ya ¿no? 

Tras asegurarse de que no volvían a enzarzarse en otra pelea, Sara volvió a su mundo particular. Cogió su diario y comenzó a escribir en él. 



Ayer pasamos el peor día de los que llevamos en Kepler. Los hechos sucedieron muy rápido, demasiado. Nos encontramos unas jaulas grandes, abiertas y vacías. Cuando fuimos, curiosos por ver qué eran esas cosas y qué hacían allí, algo nos empujó dentro de ellas y nos encerró.

No era más que una trampa más de estos seres invisibles, los cuales hemos decidido denominarlos como “innombrables” puesto que aún no sabemos qué son exactamente.

Como estaba diciendo, cuando nos fuimos a dar cuenta, estábamos encerrados en las jaulas y rodeados de numerosos reptiles que nos acechaban. Y esa voz tan escalofriante nos dijo que abandonásemos Kepler, que el planeta no era lo suficientemente grande para todos. Para colmo, Álvaro se desmayó por el veneno que había recibido cuando fue a cazar con Carmen, y esa voz nos dijo que no bastaría con un suero. Estábamos en una situación muy, muy difícil de afrontar. Y por si eso fuera poco, de repente las serpientes comenzaron a echarse para atrás, a salir disparadas en el aire y quedar despedazadas. Álvaro despertó y a todos nos entró una gran alegría que poco nos duró.

La voz cesó, pero aún recordamos otra cosa que nos dijo. Era una amenaza, tenemos dos días para abandonar Kepler. Ahora mismo todos estamos muy nerviosos, pues hemos perdido Kosmos por ese maldito robot y no tenemos ni idea de cómo salir de aquí.




En Kosmos, estaban empezando a ver una gran esfera a lo lejos. Parecía un planeta, pero aún no podían saberlo con certeza por la distancia que los separaba. 

EVA: ¿Aquello es Kepler? 
BARRAX: Debe serlo, según las coordenadas calculadas. Barrax ha vuelto. Ja, ja, ja. 
JORGE: ¡Eva! Sí es Kepler, ¡por fin lo hemos encontrado! 
BARRAX: Intruso detectado. Niños no, fuera. 
EVA: ¡Hijo de Adán! ¿Tú qué haces aquí? ¡Vete con los demás! 
JORGE: Mi padre no se llama Adán, se llamaba Pedro… 
EVA: Era una expresión. ¿No me has oído? Vete con los demás, este sitio es peligroso para niños como tú. 
JORGE: Es que estoy muy asustado, tengo miedo. 
BARRAX: Humanos y sus emociones, no sirven para nada. Barrax no entiende. 
EVA: No te preocupes, que no nos va a pasar nada. Además, estamos en buenas manos. (Mira a Barrax) 
JORGE: No. No lo estamos, este robot está loco. Tiró a Damián al agujero negro. 
BARRAX: No hables así a Barrax, podrías pagarlo caro. No tienes ni idea de quién es Barrax. Mec. 

Eva se alejó de la sala de mandos con Jorge para hablar, en voz baja. 

EVA: ¿Cómo te llamas, niño? 
JORGE: Jorge, ¿y tú? 
EVA: Yo Eva. Bien, Jorge, es un robot. No nos va a hacer daño. 
JORGE: Por eso mismo, ¿vamos a depositar toda nuestra confianza en una máquina? 
EVA: Ahora mismo es nuestra única opción para volver a Kepler. Además, Dios todopoderoso nos protegerá, no tenemos nada que temer. 
JORGE: ¡Pues vaya mierda! Que Dios no existe y no creó la Tierra, ¡a ver si te enteras! 
EVA: ¿Pero serás maleducado? Vuelve a faltarme al respeto y tendrás que orar conmigo. 

Desde dentro de la sala de comandos, Barrax comunicó algo por megafonía. 

BARRAX: Barrax lo ha conseguido, nave Kosmos dirigiéndose hacia planeta Kepler. Objetivo cumplido. Mua, ja, ja. 

Desde fuera, Eva y Jorge seguían un tanto incómodos a pesar de la buena noticia. 

EVA: Anda Hijo de Adán, vuelve con tus hermanos. 
JORGE: ¡Pero si soy hijo único! ¡Y ya te he dicho que mi padre se llamaba Pedro! 
EVA: Con tus amigos, no puede una expresarse en cristiano. 
JORGE: Pues no porque no te entiendo. 
EVA: ¡Vete ya! 
JORGE: Vale, ya voy, ¡qué miedo! ¡Pris! ¡Priscilla! 

Jorge se fue corriendo a buscar a su amiga, y por fin Eva pudo aprovechar para entrar en la sala de mandos. 

EVA: ¿Es verdad? ¿Ya vamos a llegar al planeta ese? 
BARRAX: Sí, Barrax lo ha calculado. Está en las coordenadas de Kepler. 
EVA: No me lo puedo creer, ¡por fin podré pisar tierra firme! Pero que conste que Dios sigue existiendo, ¿eh? Solo que creó más mundos aparte de la Tierra. 
BARRAX: Barrax piensa que si Dios hubiera existido tendría mucha imaginación para crear tantos mundos. Ningún humano es tan creativo, así que Barrax deduce que Dios no existe. 
EVA: Tú eres una máquina, nunca comprenderías lo que es el amor divino. (Pausa) ¿Cuánto falta para llegar? 
BARRAX: Estimado aterrizaje en dos horas y veintitrés minutos. Mec. 
EVA: ¡Que pares de decir eso, me irrita mucho! 
BARRAX: Barrax no entiende qué es irritar. 
EVA: Poner nervioso, algo así. 
BARRAX: Agregando palabra, agregando palabra. Palabra agregada, Barrax sabe qué es irritar. Mec. 
EVA: ¡Que no digas eso! 
BARRAX: Barrax lo siente. Barrax quiere saber qué hacer mientras aterrizamos. 
EVA: Ahora solo nos queda esperar, ¿qué si no? 

Y allí se quedaron, católica y robot, esperando que el tiempo se les pasara lo más rápido posible. Por fin había esperanza, volvían a Kepler. Eva estaba feliz, y aunque Barrax no tenía sentimientos de ninguna clase, también le interesaba llegar cuanto antes. 



Carmen se había apartado del resto. Necesitaba estar sola un rato, despejarse la cabeza. Por eso había salido a dar un paseo por ahí, a pesar de que ello supusiera un gran peligro. 

CARMEN: ¿Qué hago? Espero que esto funcione. 

Por detrás, alguien la sorprendió, era Álvaro que la había seguido. 

CARMEN: Álvaro, por favor, ya te he dicho que no quiero nada contigo. 
ÁLVARO: Pero... 
CARMEN: ¡Que no! Que dejes de seguirme. No te confundas, no te quiero. Fue una vez, no más. 

Carmen continuó andando al frente, se quedó boquiabierta. Al fondo había un lugar que no habían explorado y en dicho lugar había lo que parecía ser un lago. Carmen fue corriendo hasta allí y Álvaro la siguió. 

CARMEN: ¿Cómo es que no hemos visto esto antes? 
ÁLVARO: ¡Agua! ¡Chicooooooos! 
CARMEN: ¡Calla! ¡Nos van a oír! (Susurra) Lo del suicidio es sólo una excusa, tengo la impresión de que los innombrables pueden controlarnos desde dentro. Por eso intento controlarlos modificando mis pensamientos. No sé nada con seguridad, pero prefiero asegurarme que poneros en peligro a todos. 

Antes de que Álvaro pudiera replicar, la doctora se fijó en que había algo en el centro del lago que brillaba bajo el agua. 

CARMEN: ¿Ves eso? 
ÁLVARO: ¿Qué es? 
CARMEN: No me voy a quedar de brazos cruzados preguntándomelo. 

Carmen comenzó a desvestirse hasta quedar tan solo en ropa interior. Sin pensárselo dos veces, se lanzó al lago y comenzó a bucear hacia aquello que brillaba en el interior de las aguas. 

ÁLVARO: ¡Ve con cuidado! 

Carmen llegó hasta el lugar donde estaba lo que brillaba. 

CARMEN: ¡Voy a bajar a cogerlo! Si en un rato no he subido, entra a buscarme. 
ÁLVARO: De acuerdo.


Carmen se sumergió. Bajó hasta el objeto, que parecía ser una enorme piedra de oro. La mujer se aferró a ella y la cogió con mucho esfuerzo. Entonces, algo muy extraño ocurrió. Unas algas enormes comenzaron a subir por sus piernas enroscándola. Ahora estaba atrapada. 

ÁLVARO: ¡¿Carmen?! Oye... esto no tiene ninguna gracia ¿eh? 

Finalmente, Álvaro se quitó también toda su ropa hasta quedarse en calzoncillos y se lanzó al agua. Cuando bajó hacia donde estaba la chica se quedó muy sorprendido al ver cómo esos vegetales tenían fuerza de movilidad y parecían estar defendiéndose. 

Carmen intentaba gritar socorro, pero no se oía nada al estar bajo el agua. Álvaro cogió a Carmen con todas sus fuerzas por el pie y la subió a la superficie. Una vez allí... 

ÁLVARO: ¿Entonces ya se te han quitado las ganas de morir? 
CARMEN: Muy gracioso. ¿Sabes qué era eso que brillaba? 
ÁLVARO: ¿Qué? 
CARMEN: Era como no sé... una especie de núcleo, o corazón de esas algas. 
ÁLVARO: ¿Que dices? Qué bichos más extraños. 
CARMEN: Álvaro. ¿Te acuerdas de lo rápido que vimos crecer las flores el otro día? Pues esto es igual. Nos enfrentamos a una fauna y flora similar a la de la Tierra, pero mucho más rápida. Supongo que me habrán atacado porque les suponía una amenaza que yo les quitara su “núcleo”. Es la única explicación que se me ocurre. 

Álvaro observó entonces que, a pesar del forcejeo, Carmen había conseguido sacar el objeto de oro a flote. 

ÁLVARO: ¿Y eso cómo lo has sacado de ahí abajo? 
CARMEN: Buena pregunta, lo normal hubiera sido que el forcejeo me lo impidiese. Pero no ha sido así, da la impresión de que esas plantas querían que me hiciera con él. 
ÁLVARO: (Curioso) ¿Y qué es? Parece un cofre de oro. 
CARMEN: Es que es un cofre de oro. Veamos que hay en su interior. 

Abrieron aquel voluminoso objeto de oro y comprobaron lo que se hallaba en su interior: una caja con cinco arpones totalmente nuevos, sin estrenar. Carmen y Álvaro no daban crédito, pues por fin tenían un arma para hacer frente a los innombrables. 



Por fin llegaban, cada vez estaban más cerca. Tan solo quedaban cinco minutos para el aterrizaje, para que Kosmos aterrizara en Kepler después de tanto tiempo. Todos se mostraban entusiasmados. 

BARRAX: Quedan cero horas y cinco minutos para el aterrizaje. Mec. 
EVA: Una pregunta, ¿por qué dices ‘mec’? ¿Hay alguna razón concreta? Suena a diabólico. 
BARRAX: Eso decían los robots antiguos en las películas. Ja, ja. ¿A que mola? 
EVA: ¿Qué palabra es ‘mola’? 
BARRAX: Una que se extinguió allá por el 2020. Significa... bueno, Barrax no sabe lo que significa. O no te lo va a decir. Ja, ja. 
EVA: En fin, tú y tus tonterías, a veces parece que te haya traído el mismísimo Satanás. ¿Cuánto nos queda para aterrizar? 
BARRAX: Cuatro minutos y cincuenta y dos segundos. Barrax ya está cerca, qué bien. Viva. 
EVA: Y cuando lleguemos, ¿qué haremos? 
BARRAX: Ver a los demás, por supuesto. Mec. 

Eva se paró en seco, un recuerdo inundó su mente. 

Flashback, varios días después del inicio del viaje
Eva estaba encerrada en una sala hermética, sola y con frío. Estaba rezando, pues era católica y no entendía el por qué de aquel castigo.

EVA: (Murmurando) Señor, perdone todos mis pecados. Por favor, sáqueme de aquí, se lo suplico…

De pronto, la puerta se abrió y un hombre irrumpió en la estancia.

VÍCTOR: Hola, Eva. Veo que estás un poco pálida, ¿quieres comer algo?
EVA: ¿Quién eres? ¿Por qué me has encerrado?
VÍCTOR: Tienes un trastorno de doble personalidad, sólo intento curarte.
EVA: ¿Un trastorno de qué? No lo entiendo, si yo sólo soy una pobre cristiana.
VÍCTOR: Oh no, Eva. Tú eres mucho más que eso. Has puesto en peligro a toda la tripulación de la nave.
EVA: ¿Nave, qué nave? ¿Acaso es esto un montaje? Porque si es así pienso denunciar al programa por maltrato. Os va a caer una buena condena, ya veréis…
VÍCTOR: La nave Kosmos, ¿acaso no te acuerdas de cuando embarcaste?
EVA: No, jamás he oído hablar de algo así.
VÍCTOR: (Pensativo) La medicina te está provocando efectos secundarios, estás perdiendo la memoria.
EVA: No, no estoy perdiendo la memoria. Sólo es que me he despertado con mucho frío y muy confusa y… no recuerdo qué pasó antes. (Sorprendida) ¿Cuánto tiempo he estado fuera de casa?
VÍCTOR: Una semana. No te preocupes, Eva, yo te mantendré aquí. Pero me tienes que prometer que no se lo contarás a nadie.
EVA: ¿Cómo? No lo entiendo…
VÍCTOR: Ya lo entenderás más adelante. Hazme caso y te mantendré con vida.
EVA: ¿Acaso serías capaz de…?

Víctor abandonó la cámara dejando a Eva con la palabra en la boca. Estaba sola, encerrada y amnésica; en un lugar completamente desconocido.


EVA: (Fría) Voy a matarlos a todos, es lo único que se merecen. 
BARRAX: No lo harás, no es una buena idea. 
EVA: (Empuja a Barrax) ¿Me vas a decir tú lo que tengo que hacer? 
BARRAX: No empujes a Barrax, solo Barrax puede aterrizar. Mec. 
EVA: Pues mejor si no aterrizamos, así mueren como ratas. 


Eva comenzó a tirar todo lo que encontraba al suelo. 

BARRAX: Lleváosla ahora mismo, encerrarla. 
EVA: ¿Qué? No sabía que tú también eras un traidor. 
BARRAX: Barrax solo hace lo necesario por la seguridad de la nave. Barrax aterrizará. 

El robot comenzó a emitir un sonido muy extraño. Unos veinte niños llegaron a la sala y cogieron a Eva. Esta última se mareó y cayó al suelo desmayada. 

JORGE: ¡Rápido! No tenemos mucho tiempo, vamos a llevárnosla. 
PRISCILLA: ¿Seguro que podremos con ella? Está gorda, ¡pesa mucho! Y si para colmo tenemos que llevarla hasta aquella sala… 
BARRAX: Podéis encerrarla en el compartimento de al lado. Después encontraremos solución, Barrax va a aterrizar. Si no, tendremos un accidente. 
JORGE: (Desafiante) Sigo sin fiarme de ti, robot. La has dejado inconsciente y además mataste a Damián. 
PRISCILLA: Jorge, recuerda lo que te dijo Eva antes. Es nuestra única opción. 
BARRAX: Chica lista. Ja, ja. 
JORGE: (Tras pensárselo un momento) Está bien, ayudadme. Cojámosla entre todos. 
PRISCILLA: ¡Allá vamos! 

Con mucho esfuerzo, todos los niños de la nave aunaron fuerzas para encerrar a Eva una vez más. Había recobrado la memoria, sí, pero aún no se había recuperado de su enfermedad. Y eso era algo que nadie se había esperado en ningún momento. 



Carmen y Álvaro regresaron junto con los demás al campamento que habían hecho alrededor del fuego. Ahora mismo Sara acababa de encender la hoguera. 

SARA: ¿Qué ha pasado? ¿Dónde habéis estado? 
CARMEN: Hemos encontrado un lago. 
VÍCTOR: ¿Un lago? ¿Dónde? 
ÁLVARO: Está como a quinientos metros, hacia allá.


SARA: ¿El agua es potable? 
CARMEN: Supongo que sí. Pero hay que tener mucho cuidado al recogerla, hay unos vegetales muy... especiales, que se defienden en cuanto alguien mete un dedo. 
VÍCTOR: Me los cargaré. 

Víctor sacó su arma apuntando hacia arriba. 

CARMEN: No, estate quieto. 
VÍCTOR: Tú no me des órdenes. 
SARA: Víctor, Carmen tiene razón, es mejor que no vayamos al lago más que para recoger agua. 
VÍCTOR: Os estáis olvidando de lo más importante de todo. 
PACO: ¿Lo más importante? ¡Lo más importante es sobrevivir! 
VÍCTOR: Exacto. Nos queda menos de un día y medio para que nos ataquen. 
SARA: Ya pensaremos en eso. 
CARMEN: Bueno, es que es una situación muy complicada. No tenemos a dónde ir tampoco, Víctor. Y no nos vamos a quedar de brazos cruzados, ¿verdad? 
VÍCTOR: En fin, haced lo que queráis, pero aquí mando yo. 
SARA: Como ya te dije una vez, ¿en qué mandas? ¿En la nave? La nave ya no está. Tú ya no eres nuestro jefe. 
VÍCTOR: ¿Y tú qué? 
SARA: ¿Qué pasa conmigo? 
VÍCTOR: Tú eres una simple profesora. 
SARA: Y a mucha honra. Si yo no fuera profesora, a lo mejor no tendríamos este fuego, porque tú no sabes hacerlo. 

Víctor se acercó a Sara. Esta estaba de espaldas al fuego, el hombre se encaró con la profesora. 

VÍCTOR: Estoy harto de que saltes y reproches todo lo que digo. 

En un acto de ira, Víctor empujó a Sara contra el fuego. Inmediatamente, los demás reaccionaron sacándola. 

SARA: ¡Ahhhhh! ¡Ayuda! 
CARMEN: ¡Al suelo! ¡Vamos, restriégate por el suelo como un rodillo! 
ÁLVARO: ¡¿Qué te pasa, estás loco o qué?! 
VÍCTOR: ¡A mí no me gritéis! Soy vuestro capitán, os traje hasta aquí y merezco un respeto. 

Víctor, Paco y Álvaro se enzarzaron en una pelea mientras Carmen intentaba salvar a Sara haciéndola rodar por el frío suelo de Kepler. Tras unos segundos llenos de suspense, el fuego que invadía a Sara se apagó. 

SARA: ¿Tú no piensas o qué? 
VÍCTOR: (Voz suave) Perdona, Sara. Lo siento muchísimo… 

Sara se incorporó extrañada por el repentino cambio de humor de Víctor y tras calmarse todos un poco prosiguieron la marcha. 



Por fin habían llegado, ahora de verdad. La nave Kosmos había aterrizado sobre la superficie de Kepler. Barrax y varios niños salieron al exterior. 

PRISCILLA: ¿Seguro que es aquí? Este sitio no me suena… 
BARRAX: Estamos en el planeta Kepler, no hay duda. 
JORGE: Pues aquí no es donde aterrizamos la otra vez. 
BARRAX: Estamos en otra parte del planeta, otro lugar diferente. 

Todos los niños miraron asombrados. Ahora sí que era complicado, ahora sí estaba claro que no se reencontrarían con los demás. 



En otra parte de Kepler, todos estaban caminando cuando una voz resonó en sus cabezas. 

VOZ: No nos habéis hecho caso. 
SARA: Dios, no puede ser… 
CARMEN: No nos podemos ir, ¡no tenemos nave! 
VÍCTOR: ¡Os lo dije! Os dije que vendrían a por nosotros. 
VOZ: No hay excusa que valga. No habéis cumplido con vuestra parte del trato. Ya os dijimos que en este planeta no hay sitio para todos. Ahora ya no hay vuelta atrás, todos moriréis. 

Todos notaron una vibración, y la voz se fue de sus cabezas. Estaban muy asustados. 

ÁLVARO: (Asustado) ¿Y ahora qué hacemos? 
PACO: Tengo un plan. Ya ha llegado la hora, vamos a hacer frente a los innombrables. 




ÁLVARO: ¿Y eso qué se supone que es? 
CARMEN: (Decidida) Habrá que entrar a verlo, ¿no? 

Víctor sacó los arpones de su mochila y le ofreció uno a Paco y otro a Álvaro. 

VÍCTOR: ¿Sabréis usarlo? 

(…) 

SARA: ¡Eh! ¡¿Para qué cerráis?! 
CARMEN: ¡Sara! ¿Qué ha pasado? 
SARA: Se ha cerrado la puerta. 
VÍCTOR: ¡Ábrela! 
SARA: No sé cómo. 

Lo peor que podía pasar en aquel momento pasó de verdad. Todos oyeron la voz de uno de los innombrables. 

VOZ: Vais a morir... tal y como nosotros hemos muerto. 

(…) 

EVA: (Asustada) ¿Qué me está pasando? ¡Maldito Satanás! 
VOZ: No te preocupes, querida. Voy a llevarte hasta esa gente de la que te quieres vengar.

(…) 

CARMEN: ¿Innombrables? ¿Qué sois? 

Víctor no contestó. 

CARMEN: ¡Contesta! 
VÍCTOR: Soy la última persona que vas a ver antes de morir. 

(…) 

Justo cuando emprendieron la marcha de nuevo, alguien apareció frente a ellos con los ojos muy abiertos, el pelo revuelto y cara desquiciada. Era Eva. 

EVA: Por fin os encuentro, después de tanto tiempo. 
CARMEN: ¡Dios mío! 
EVA: Esa frase sería más apropiada para mí. ¿No te parece, querida atea? 

(…) 

Una pequeña figura llegó andando al lugar, una figura que apenas habían percibido por la discusión. 

JORGE: (Desde el suelo) No me lo puedo creer, esto no puede ser verdad. Pero si tú habías… 
PRISCILLA: ¡Damián, estás vivo! 


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