lunes, 11 de abril de 2011

postheadericon Hijas del señor cap. 6


Rebe estaba esperando a Macu, esta estaba en su habitación vistiéndose.

Rebe: ¿Vas a tardar mucho o qué?
Macu: Oye, que yo me tomo mi tiempo para vestirme... sin exigencias.
Rebe: Hermana, nos vamos de compras, no nos vamos a la discoteca.
Macu: Ya me gustaría a mí ir a una discoteca... a esos sitios con hombres sudaditos, con bebidas y cócteles y demás ¡Bufff!
Rebe: Macu, necesitas una confesión. Hace tiempo que no te confiesas.
Macu: Sí, ya pero eso ya mañana mejor... que hoy tengo plan. Ya estoy lista, ¿qué tal voy?
Rebe: Tu con cualquier cosa vas igual.
Macu: ¿Igual de guapa no?
Rebe: No exactamente... pero bueno. ¡Nos vamos ya!



La hermana Rebeca y la hermana Inmaculada se montaron en el coche de Dorada. Cuando llevaban varios kilómetros, se dieron cuenta de que el acceso al a carretera que llevaba a la ciudad estaba cortado.

Macu: ¿Cómo? ¿Y ahora qué?
Rebe: Pues paciencia hermana, deberemos de ir por el camino.
Macu: Pero el coche de Dorada no es para campo.
Rebe: Da igual, aguantará, vamos que si aguantará.



Salvamento Marítimo había rescatado todas las balsas del naufragio del crucero. A Santiago incluido, ahora estaban en un puerto de La Coruña.

Santiago: Gracias por todo, de verdad.
Matilde: No hay de qué, usted nos casó, era nuestro deber subirle a la balsa para que pudiera sobrevivir.
Santiago: Bueno, me tengo que ir, ¡adiós!

Cuando anduvo hacia adelante, en línea recta paró a pensar en que no tenía a donde ir.

Santiago: ¿Dónde voy yo ahora?



Pasó por delante de una mujer que estaba tocando un acordeón, estaba tocando en ese momento una balada triste.

Santiago: Viva la alegría... hombre...
Mendiga: Un dinerito... por favor...
Santiago: ¡Quite! Que me quedan dos euros, me he quedado pelado en el naufrágio.
Mendiga: Tenga un poquito de caridad cristiana, por favor.
Santiago: ¿Qué me vas a decir tú a mí de caridad cristiana? Yo se todo sobre ese tema, soy sacerdote.
Mendiga: Pues para serlo, tiene usted unos hablares muy malos. Le debían quitar de la iglesia.
Santiago: ¡Anda y cállese ya! ¡Borracha!

Justo cuando se iba, la mendiga le agarró la pierna.

Mendiga: Por favor, se lo ruego, estoy embarazada, tengo seis hijos y mi marido enfermo en cama, tenemos una hipoteca que pagar, la luz, el agua, una familia que mantener y sin un dinero, ya no tenemos ni derecho al paro... por favor.
Santiago: ¿Te cuento yo mis problemas? Y mira que los tengo ¿Eh?

Santiago se fue, casualmente, un obispo iba pasando por la calle y se había detenido a oír toda la conversación...



Iban Macu y Rebe por el camino con el coche de Dorada, salteando baches y piedras.

Macu: ¡Rebe! Esto va a petar y nos vamos a quedar aquí en medio de la nada.
Rebe: No, no te preocupes mujer ¡que yo se lo que me hago!

De repente, una rueda pinchó. Rebe tuvo que frenar el coche. Se bajó y comprobó el pinchazo.

Rebe: Que mala pata...
Macu: Nos han debido de echar un mal de ojo de esos...
Rebe: ¡No! Ha sido por tu culpa, gafe, que eres una ¡gafe! Tanto decir que vamos a pinchar hasta que al final hemos pinchado.
Macu: ¡Eh! ¡Que yo no quería! Que yo también quiero ir a comprar al supermercado mi traje para Carnavales.
Rebe: ¿Pero no ibamos a comprar la comida para el convento?
Macu: Sí, pero así aprovecho y me compro un traje.
Rebe: ¿No te estabas cosiendo tu uno?
Macu: Era un bodrio... mejor que me lo compre ya hecho.

Intentaron llamar con los móviles, pero en el camino en el que estaban, no había cobertura.

Macu: Manda narices... tendremos que continuar andando hasta la ciudad.
Rebe: Sí, y allí pues cogeremos un taxi o algo.
Macu: ¡Vamos!



En el convento Santa Teresita, Dorada estaba visitando a Petra, a ver que tal estaba después de la operación.

Petra: Pues ahora parezco otra, me han... me han quitado hasta años.
Dorada: Eso es bueno, sentirse bien en el final de nuestras vidas.
Petra: ¡Oye! Que tengo ochenta años, aún me queda vida por delante...
Dorada: Ojalá y que Dios esté ahí para verlo.
Petra: Yo creo que ya me puedo levantar.
Dorada: ¡No no no! No te muevas de aquí, mandaré a Romilda a que te traiga la comida o lo que quieras. ¡Romilda!

Romilda vino.

Romilda: ¿Si señora?
Dorada: Atienda usted en todo momento a la hermana Petronila ¿de acuerdo?



Santiago había entrado en una cafetería a tomar un café, en ese momento, el obispo que le había visto despreciar y tratar mal a la mendiga, entró también y no casualmente... le había seguido. Se sentó junto a el en su mesa.

Obispo: Buenos días Santiago.
Santiago. Buenos días... ¡Eh! ¿Cómo sabe mi nombre?
Obispo: Somos pocos los obispos de esta España, cada vez nuestra religión la sigue menos gente... una pena. Además, de que te dejaste caer tu DNI.

Se lo da.

Santiago: ¿Quiere algo?
Obispo: Sí, un café, a poder ser con dos bolsitas de azúcar.
Santiago: Pues pídala.
Obispo: ¿Ves? ¿Ves como eres realmente? No eres merecedor de predicar la palabra del Señor.
Santiago: ¿Y quién eres tu para decir eso?
Obispo: Dame una razón para que no llame al Cardenal de Madrid y te hagan quitarte ese alzacuellos. ¡Dámela!
Santiago: ¿Sábes qué? No la tengo, así que tome (le entrega el alzacuellos) cuelgo los hábitos. Ya no pertenezco a la familia de la iglesia.

Se terminó de tomar el café y salió del restaurante.
Macu: ¡Hagamos autostop! (levanta el dedo)
Rebe: ¡Macu por Dios! (le baja la mano)
Macu: Has usado el nombre de Dios en vano.
Rebe: No, no he dicho nada malo de el. Mira, vamos a coger ese tranvía.



Las hermanas esperan en la parada y el tranvía llega. Se montan.

Hombre: ¿El ticket por favor?
Macu: ¿Qué ticket?
Hombre: El que debieron recoger fuera en la parada.
Rebe: ¡Oh no! No lo hemos recogido.
Hombre: Da igual, por esta vez pasa, denme un euro cada una. ¿A qué parada se van a bajar?
Rebe: A la más cercana al Carrefour.
Hombre: De acuerdo. En tres paradas más, deben bajarse entonces.

El médico había recomendado a Petra que orinase en una botella durante 24 horas, para así mirar ya de paso su problema de la vejiga, y esta lo hizo. Entró al váter con al botella y orinó..

Petra: ¡Hay! Que agusto se queda una...

Al salir, metió la botella en la nevera de su habitación y volvió a la cama. A los pocos minutos, entró Romilda, a limpiar.

Romilda: Hermana, voy a limpiarle la habitación ¿vale?
Petra: De acuerdo, yo me voy a dormir un rato.

En lo que Petra se dormía, Romilda estuvo un rato limpinado. Finalmente, abrió la nevera y cogió la botella en la que Petra había orinado. Ella pensaba que el contenido era agua del manantial que iban por las mañanas a recoger algunas monjas del convento, y precisamente, esa mañana andaba buscando un poco de agua para echarle a la sopa de la cena. Como la botella tenía el plástico pintado de negro, no pudo observar que el contenido no era agua realmente.

Romilda: ¡Ya verás tu que sopa más buena voy a hacer yo!

Romilda fue a la cocina y preparó la cacerola. Echó los fideos y vertió el contenido de la botella de orina. Esta no observó el color amarillento ni el fuerte olor... algo muy extraño, pero se debía a su "mal olfato".



Macu y Rebe entraron al Carrefour.

Rebe: A ver, dividamos el trabajo, yo voy a coger lo que son todas las bebidas y los vegetales. Tu te encargas de la carne y la fruta ¿vale?
Macu: Pero yo también quiero pasarme por la sección de disfraces.
Rebe: Sí, eso luego... Toma, 40€, no los malgastes y primero compra la comida y después con lo que sobre, el disfraz.

Se dispersaron, cada una por un lado. Macu pasó por la zona de disfraces, y no hizo caso a lo que le dijo su compañera y se metió en ese pasillo.

Macu: ¿Hola?
Dependienta: Dígame.
Macu: Querría saber si tienen trajes de damas.
Dependienta: Depende de qué, mire. Tenemos estos trajes de guerreras...
Macu: ¡Huy! No quita... demasiado sexy.
Dependienta: Pues estos de sirena.
Macu: Demasiado cursi.
Dependienta: ¿Y estos de monja?
Macu: ¡Huy! ¿Acaso me ve usted a mí con cara de ser monja?
Dependienta: Hombre... pues verle, si que se la veo.
Macu: Pues no lo soy... Bueno... ¿no tienen más trajes?
Dependienta: Me temo que no, señorita. ¡Ah! Bueno, queda este, pero no creo que le vaya a gustar...
Macu: A ver.

La dependienta le mostró el traje. Era un traje de zanahoria.

Macu: ¡Oye pues me lo llevo! ¿Cuánto vale?
Dependienta: 40€
Macu: Que estafa...
Dependienta: Oiga, pues si no le parece bien el precio no lo compre, no te fastidia esta ahora...
Macu: Anda, me lo llevo.

Macu se olvidó completamente de la comida y fue a caja. Compró el traje. Al salir de caja, se le vino todo a la cabeza de golpe.

Macu: ¡Hay Dios! ¡La he liado parda!

La monja dejó el traje en una taquilla de esas, cogió la llave y entró de nuevo al supermercado. Puso toda la comida en un carro y en vez de ir a caja, fue a la parte de la entrada...

Rebeca ya había terminado de comprar y esperaba desde hace rato a Macu en la puerta.

Rebe: Hay donde se habrá metido esta mujer... ¡Es que no se puede ir con ella a ningún sitio! Parece una niña chica.



Se iba haciendo de noche, Santiago no tenía donde dormir, así que iba a buscar un cajero donde refugiarse del frío. Tuvo la mala suerte de tropezarse con una banda por el camino.

Mendiga: ¡Es el! Este es el cabrón que no me quiso dar ni un puto céntimo.
Mendigo: ¿Por qué no le quisiste dar un eurito a mi mujer? (le puso un cuchillo al cuello)
Santiago: ¡A ver! Tranquilicémonos, yo querer, quería, ¡pero no tenía ni un chavo!
Mendigo: Pues ahora vas a pagar. ¡Vamos!

Unos cuantos hombres cogieron a Santiago y se lo llevaron a una vía del tren. Le ataron a la vía.

Santiago: ¡Por favor! ¡NOOOOO! ¡POR FAVOR! SE LO RUEGO ¡Soltarme!

A lo lejos empezó a sonar una locomotora, un tren se acercaba.

Mendiga: ¡Ahora me vas a pagar todo lo que no me quisiste dar cuando pudiste! ja ja.



En el convento, Romilda había servido la sopa a todas las hermanas.

Dorada: Demos gracias al señor por esta magnífica cena que nos ha ofrecido (eleva la cuchara) a vuestra salud.

Dorada tomó la primera cucharada de la sopa echa con la orina de Petra. Instantaneamente la escupió a Romilda.

Dorada: ¡¿Qué es esto?! ¡Sabe a RAYOS!
Romilda: ¿Cómo va a saber mal?

Las demás monjas que probaron la sopa también la estaban escupiendo. De repente, alguien entró en el comedor. Era Petra.

Petra: ¡Romilda! No sirvas la sopa ¡NOOOOOOO! Te llevaste la botella con mi orina ¡NO!

Petra quedó ridiculizada, todos habían probado ya la sopa.

Dorada: A buenas horas, mangas verdes...



En el supermercado Macu se estaba preparando para salir corriendo, con el carro en las manos.

Macu: ¡Vamos Inmaculada! Tú puedes... Una... Dos... y ¡Tres!

Macu salió a correr. Rebe la vio corriendo hacia la salida, con el carro lleno, inmediatamente fue a detenerla.

Rebe: ¡¿Qué haces?! ¿ESTÁS LOCA? ¡No has pagado!
Macu: Lo sé.
Rebe: ¿Qué has hecho con el dinero?
Macu: Me he comprado el traje...
Rebe: Mira que te lo dije...

Rebe cogió el carro, fue por caja y lo pagó.

Rebe: Menos mal que te paré los pies, sino ahora mismo, estábamos las dos en comisaría. A ver enséñame el traje, espero al menos que valga la pena.
Macu: Sí, lo tengo en la taquilla.

Llegaron a las taquillas, casualmente, la de Macu tenía la puerta forzada. Estaba vacía.

Macu: ¡Me cago en la leche! ¡Me robaron el traje!
Rebe: Pues no, no ha merecido la pena... ¡hay alma de cántaro! Volvamos al convento, que todavía nos queda la bronca de Dorada por habernos cargado su coche.


0 comentarios: