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miércoles, 16 de marzo de 2011
HIjas del señor cap. 11
14:16 |
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Dorada entró a la iglesia del convento. Se puso de rodillas sobre el banco trasero, dejó caer una lágrima y vio a Jesús en la cruz.
Dorada: Jesús, tu que diste la vida por nosotros, tú que fuiste nuestro salvador, tu que reinas por los siglos de los siglos, vengo aquí, a tu casa, a pedirte algo. Quiero que te lleves contigo a mi hermana, Inmaculada.
5 horas antes...
Estaba anocheciendo, las chicas andaban por París perdidas, no sabían que hacer,ni a dónde ir, ni nada.
Macu: Me está empezando a estresar mucho esto ¿eh?
Petra: Tranquila hermana, todo pasa. Ya queda menos, en doce horitas podremos volver al Santa Teresita.
Rebe: ¡Y yo quiero ver mi bar! A ver si ya han acabado las obras en el.
De repente, suena el teléfono de Rebeca.
Rebe: ¿Diga?
Albañil: ¿Rebeca?
Rebe: ¡Dime!
Albañil: Estoy en el hospital, se ha acabado todo, no pienso terminarte la obra.
Rebe: ¿Qué? ¿¡Cómo!? A ver, ¿qué ha pasado?
Albañil: Un loco se coló en el bar con un cuchillo y se lo ha clavado en la pierna a mi compañero ¡y estoy en el hospital a ver que puedo hacer!
Rebe: ¿Habíais terminado las obras?
Albañil: Pues no... obviamente.
Rebe: Bueno, no pierdas tiempo, ve a un médico a ver si está bien tu compañero.
Albañil: Estoy en ello.
El albañil colgó el teléfono y ayudando a su compañero a caminar fue entrando por los pasillos del hospital. Se paró en el mostrador de emergencias.
Albañil: Hola.
Enfermera: Hola (vio al herido) ¿qué ha pasado?
Albañil: Le han clavado un cuchillo en el muslo. Es bastante profundo.
Enfermera: Voy a avisar al médico de guardia, quedaros aquí.
Al rato, la enfermera volvió.
Enfermera: Tirad ese pasillo hasta el final y entráis por la puerta, el médico de guardia os está esperando.
Estos dos hicieron lo que la enfermera le indicó y llegaron hasta la consulta del médico de guardia. Abrieron la puerta y tal fue el asombro de ambos al ver a Santiago sentado en aquella silla, que el que no podía andar, apoyó la pierna en el suelo.
Santiago: Decirme, ¿qué ha pasado? ja ja ja.
Las chicas iban subiendo la avenida para acceder a la Torre Eiffel.
Macu: ¿Sabéis porqué le dicen la torre Eiffel?
Rebe: No.
Macu: ¡Porque es una torre y se llama Eiffel!
Rebe: Que gracioso....
Petra: ¡Me meooooooooooooooooooooo! No, no ha tenido gracia.
Rebe: Je je. ¡Que cola hay! Y eso que es de noche.
Macu: Porque todo el mundo quiere entrar a verla de noche, es más bonito.
Una niña pequeña se acercó a Macu.
Niña: Pouvez-vous me donner un euro? S'il vous plaît, il est pour nourrir ma petite sœur.¿Me podrías dar un euro? Por favor... es para dar de comer a mi hermanita pequeña...
Macu: ¡Niña! (la empuja) ¡No te cueles!
La niña echó a llorar.
Rebe: ¡Que insensible eres, Macu!
Un grupo de personas, que parecían acompañar a la niña, se acercaron a defenderla.
Hombre: Viens! Chula! Osez porter la main sur la jeune fille maintenant. ¡Venga! ¡Chula! Atrévete a ponerle una mano encima ahora a la niña...
Petra: A ver, creo que todo se puede arreglar con el diálogo.
El hombre empujó a Petra y la hizo caer sobre la gente que estaba detrás en la cola.
Macu: ¡Ahhhhh! ¡Sicarios! ¡Los han contratado para matarnos! ¡Sálvese quién pueda!
Rebe: A ver, Macu, déjate de tonterías, por favor. ¿Qué queréis?
Niña: J'ai été coincé!
Hombre: Vous savez ce qu'il a fait il ya quelques années des gens comme vous? Les gens qui battent les enfants? Ils ont été brûlés sur le bûcher! ¿Sábes lo que se le hacía hace unos años a la gente como tú? ¿A la gente que pegaba a los niños? ¡Se las quemaba en la hoguera!
Macu: Wi wi ¡Of curs! ¿Qué pasa? ¿Qué me vais a hacer? Ja ja ja ¡Mira como tiemblo! jajajajaja.
Rebeca se puso las manos en la cabeza.
Rebe: Padre nuestro que estás en el cielo... por dios ¡ayúdanos! Yo no puedo con esta mujer, no puedo con Macu, ¡no puedo!
Macu: Rebe, Petra, ahora que estos no nos entienden. ¡A la de tres salimos corriendo! Subimos las escaleras a lo alto de la Torre! ¿De acuerdo?
Rebe: No, Macu, no vamos a hacer eso.
Macu: ¡Tres!
Macu salió corriendo. Empujaba a la gente y fue subiendo como pudo la escalera, así hasta que llegó arriba del todo.
Rebe: ¡Macu vuelve!
Rebeca salió corriendo detrás de ella, iba a intentar detenerla. Macu llegó arriba del todo de la torre.
Macu: ¡Por fin! ¡Síiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!
Pero Macu se tropezó y fue tropezando hasta que cayó sobre la vaya de seguridad y pasó por encima. En este momento estaba agarrada a ella, si se soltaba, caería. Entonces recordó las palabras de la Adivina Davinia.
Davinia: ¡No tan rápido! ¡Nadie se cachondea de la adivina Divina! ¡Que la desgracia caiga sobre tí! Morirás angustiosa y dolorosamente en una larga caída. ¡Te lo juro por snoopy!
Macu: Por Dios ¡Ayuda!
La gente comenzó a gritar desesperada. Rebeca subió arriba a la torre y agarró a Macu de las manos.
Rebe: ¡Tranquila! ¡No voy a dejar que te caigas!
Petra, que estaba viéndolo todo desde abajo, no se le ocurrió otra cosa que coger el teléfono y llamar a Dorada.
Dorada: ¿Sí?
Petra: ¡Dorada! Macu está colgando de lo más alto de la torre Eiffel. ¡Está a punto de caer!
Dorada: ¿¡QUÉ!? ¿¡CÓMO!? ¿Qué me estás contando? ¡Por Dios! Haced algo. ¿Tú estás tonta? ¿Qué crees que voy a hacer yo desde España? ¡Pedazo de melona!
Petra: Tú hermana es un estorbo, donde va la lía. Rebe y yo veníamos tranquilamente a París y ella se coló en el portaequpajes solo para arruinarnos nuestra estancia... muy bonito. Te voy a decir una cosa Dorada, cuando lleguemos al Santa Teresita, o se queda ella en el convento o me quedo yo. Adiós.
Petra colgó muy enfadada.
Dorada salió de su habitación muy estresada. Se chocó con Fausti.
Fausti: ¡Hermana! ¿A dónde vas?
Dorada: Tengo mucha prisa, a pasado algo muy urgente.
Fausti: ¿Más urgente que ir a misa?
Dorada: Sí, más urgente.
Fausti: ¿El qué?
Dorada: Mira que eres cotilla...
Fausti: ¡Es que hoy llega el nuevo sacerdote!
Dorada: ¿Crees que no lo se? ¡Pero si yo le llamé!
Fausti: ¿Y cómo se llama?
Dorada: ¡Já! A tí te lo voy a decir yo... anda, vete a la iglesia, que ahora voy yo.
La monja superiora fue caminando entre los pasillos, mirando bien que nadie la viera y cuando estuvo sola en el pasillo, entró en la biblioteca y atrancó la puerta con una silla. Luego, una vez estuvo dentro, fue a la estantería del fondo. Sacó unos libros y quedó al descubierto un cuadro. Quitó el cuadro y entonces había una cortina. Apartó la cortina y quedó a descubierto su escondite secreto.
Dorada: ¡Por fin!
Lo que allí guardaba Dorada, eran tesoros, para ella, claramente. Eran antiguas reliquias, pertenecientes a su tátara-tátarabuela Francisquita. Pero lo que ella iba a sacar de ahí no era algo de Francisquita, era una pequeña cruz dorada. Esa cruz tenía su pasado.
Dorada estaba al pie de la chimenea, junto a una mujer mayor, su madre.
Madre: Cariño, levántate, y ve a mi joyero.
Dorada le hizo caso.
Madre: Ahora coge una cruz, la pequeñita.
La chica la cogió y volvió hacia donde estaba su madre.
Dorada: Toma, madre.
Madre: No. Es para tí. Para que sepas el por qué de ese nombre. Es una antigua joya familiar, que no se sabe de donde viene, pues ha pasado de generación en generación. Y el día que tú naciste, la tenía colgada sobre mi cuello y la ví, relucía sobre el sol. De un dorado maravilloso y caí en la cuenta. Mi preciosa hija se debería llamar Dorada. Un precioso nombre, para una preciosa chica.
Dorada: ¡Vaya! Muchas gracias, madre.
Madre: De nada. Si algún día quieres pedir un deseo, coge la cruz y vete frente al señor y pídeselo, si el deseo es lo que quieres realmente en tu alma, lo cumplirá.
Dorada: ¿Y ella? (señaló al estómago de su madre)
Madre: El nombre de tu hermana lo vas a elegir tú.
Dorada: Se va a llamar... Inmaculada, como la patrona del pueblo.
Madre: Como tú quieras... cariño.
Dorada dejó caer una lágrima. Esperó en la puerta de la iglesia. Cuando la misa acabara, ella iba a entrar a pedir su deseo a Dios.
Fausti salió por las puertas.
Fausti: ¿Dónde está el sacerdote?
Dorada: ¿Aún no ha llegado?
Fausti: Pues no... estamos mustias en ahí sentadas en el banco. Parecemos macetas.
Dorada: Yo quedé con el...
Fausti: ¿Cómo se llama?
Dorada: Jesús, el sacerdote se llama Jesús. ¡Bueno! Si no viene, no hay misa que valga, dile a las hermanas que salgan todas de la iglesia, anda.
Todas salieron y entró Dorada. Se puso de rodillas sobre el banco trasero, dejó caer una lágrima y vio a Jesús en la cruz.
Dorada: Jesús, tu que diste la vida por nosotros, tú que fuiste nuestro salvador, tu que reinas por los siglos de los siglos, vengo aquí, a tu casa, a pedirte algo. Quiero que te lleves contigo a mi hermana, Inmaculada.
La mujer levantó la pequeña cruz dorada.
Dorada: No te lo pediría si no lo deseara realmente. Ella no merece estar en este mundo. Es una carga para todos, una gran carga....
En París, Macu seguía agarrada a la barandilla de seguridad. Estaba viendo pasar su vida por delante de sus ojos rápidamente.
De entre la gente, subieron dos bomberos, que la cogieron por las manos y la subieron.
Bombero: Vous êtes arrêté. Estás detenida.
Los bomberos se llevaron a Macu. Rebeca y Petra no cerraban la boca del asombro que tenían. Las dos fueron a la comisaría donde habían llevado a Macu. Intentaron dialogar con el comisario.
Comisario: A mí me parece muy bien que los españoles visitéis nuestro país, pero debéis hacerlo con conciencia.
Rebe: Lo sé, pero es que nuestra amiga la pobre, tiene una deficiencia mental.
Comisario: ¿Ah sí?
Rebe: ¡Pues claro! Sino mírale la cara... ja ja.
Petra: Si si si. Rebe tiene mucha razón.
Rebe: Además ¡El avión a España sale en una hora! ¡Tenemos que ir al aeropuerto!
El comisario se lo pensó, pero al final accedió.
Comisario: Llevárosla de aquí y os aconsejo que jamás, ¡pero jamás! la volváis a sacar de España.
Rebe: De acuerdo, le haremos mucho caso.
En España, en el hospital donde trabajaba Santiago, le estaban echando una regañina.
Santiago: ¡Por favor! ¡No lo hagan! ¡Por Dios!
Médico: No hay más que hablar ¡fuera de mi hospital! ¡YA!
Santiago: ¡Pero...!
Médico: ¡YA!
Santiago salió del despacho del médico, muy enfadado.
Santiago: ¡Os vais a enterar!
El avión con Rebeca, Inmaculada y Petra llegó a España. Las chicas se montaron en el coche que habían aparcado en el aeropuerto y fueron al convento. Una vez llegados allí, Dorada les estaba esperando en la puerta.
Dorada: ¿Qué tal habéis escapado?
Rebe: Pregúntale a Macu...
Dorada levantó una mano y la puso sobre Macu.
Dorada: No, Macu. Aquí no vuelves a entrar.
Macu: ¿Por qué? ¿Qué dices? ¿¡Qué pasa!?
Dorada: Lo siento, estoy harta de ti. No te quiero volver a ver jamás. ¿Me entiendes?
Macu: ¡Hermana!
Dorada: ¡¡¡JAMÁS!!!
Macu, que llevaba el traje de monja sobre el brazo lo arrojó al suelo y lo pisó.
Macu: Ojalá os pudráis todas aquí. ¡Yo solo quería que nos lo pasáramos todas bien en París!
Rebe: Inmaculada, te has cargado nuestro viaje.
Macu: ¡Yo no lo quería! Bueno... ya da igual. Adiós, encontraré un lugar donde ir.
Macu se fue, muy triste.
Petra: ¿Te has pasado no?
Dorada: No, he hecho lo correcto. Vamos al convento.
Inmaculada se sentó en la parada de bus que estaba en frente del cercado del Convento Santa Teresita. Estuvo horas esperando, hasta que un coche llegó y se paró junto a ella.
Santiago: ¿Te unes al club de la venganza?
Macu se lo pensó antes de levantarse.
Macu: Está bien.
Y lo hizo, se subió a ese coche. El coche se marchó. A los pocos segundos, el autobús llegó y se paró en la parada. De el se bajó alguien. El autobús se fue y Jesús apoyó su maleta en el suelo.
Jesús: ¡Que el señor me pille confesao!
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