jueves, 10 de marzo de 2011

postheadericon El zoo cap. 18






En la sala central del edificio en la Isla Luna, había llegado una videollamada, era de Tom, el encargado del Zoo Vilanovina.

Ricardo: ¿Diga?
Tom: ¡Tenéis que salir de ahí!

La imágen se fue. Ricardo se miró con Fabio y volvió a mirar al monitor. 

Tom: ¿Seguís ahí?
Ricardo: ¿Cómo?
Tom: ¡Salir de la isla!
Ricardo: ¡¿QUÉ?! ¿POR QUÉ?
Tom: ¡¡¡Salir todos de la puta isla!!!

Se cortó la comunicación. ¿Qué habría querido decir el hombre desde la base del Zoo Villanovina? ¿Por qué ha advertido que salgan de la isla? Ricardo se puso muy nervioso. Mandó a la doctora a que comprobase todo.

Doctora: Ya se lo que pasa señor.
Ricardo: ¿Y bien?
Doctora: Mire esto.

La mujer señaló a la pantalla de uno de los monitores. En el indicaba claramente que se iba a originar un enorme maremoto y que una de las olas que iba a salir de el iba a chocar directamente contra la Isla Luna.

Ricardo: No podemos aguantar ni un momento más en la isla.

El hombre salió corriendo hasta la playa, donde estaban sacando a las mutaciones del submarino.

Ricardo: ¡Parar! ¡Nooooo! ¡No los saquéis!
Ayudante: ¿Señor? ¿Por qué?
Ricardo: Nos volvemos a puerto.
Ayuda: ¿Perdón?

La doctora llegó junto con Fabio.

Doctora: Ya le habéis oído.

Los ayudantes metieron las jaulas con las criaturas dentro del submarino y sin más, todos se montaron en el y se fueron alejando poco a poco de la isla. Cuando llevaban varios minutos navegando, Fabio se dio cuenta de algo.

Fabio: ¡Oh! No hemos sacado a los presos... van a morir en la isla.
Rodrigo: Mejor, así nos los quitamos de encima ¿No era eso lo que queríamos? Pues asunto resuelto.
Fabio: Pero señor... entonces ¿cuándo vamos a pasar a la fase de experimentación? es decir, a la fase 2.
Rodrigo
: Cuando pase el tsunami.

En el calabozo del edificio...

Lola: Y yo os declaro marido y mujer.

Natalia y Paul se besaron apasionadamente.

Nacho: ¿No os parece un poco cutre hacer esta boda aquí? Además, ella no es cura, con lo cual no estáis casados.
Lola: Pero resulta, que Paul llevaba preparadas las alianzas, y como yo soy lo más parecido a un cura que hay por aquí, pues punto pelota.
Nacho: Pero...
Lola: ¡Ni pero ni nada!

Sonó un golpe. Un terremoto se les echaba encima.

Paul: ¡Agarraros a los barrotes!
Natalia: ¡Cuidado!

Una sacudida. ¡PUM! Y otra. De repente, el terremoto cesó.

Nacho: ¡Un terremoto!
Lola: ¡Ahhhhh! Tenemos que salir de aquí, a mí esto me da muy mal rollo.
Paul: Sí, además, creo que esta gente se ha ido, hace horas que no oigo nada por ahí afuera.
Natalia: Tengo una idea.

La mujer se levantó y cogió una pala que había en la ventana. 

Natalia: ¡Podemos usarlo de palanca para abrir la puerta!
Paul: ¡Dámela! No hay tiempo que perder.



Mientras tanto, Ángela se había escondido en el zoo. No había ningún lugar más seguro para ella en ese momento que el zoo. Poco a poco, se empezaban a oír un coro de voces que se acercaba hacia el lugar. 

Mujer: ¡Queremos justica! ¡Queremos justicia!

Ángela se asomó por una de las ventanas. Uno de los albañiles que estaba trabajando en la reconstrucción de la entrada del zoológico les llamó la atención.

Albañil: Oigan, esto es una empresa privada. Y además está en obras. Váyanse a tocarle las narices a otro.
Hombre: ¡Queremos justicia señor! ¡La queremos y ya!
Albañil: ¿A mí que coño me cuentan? Yo hago mi trabajo, que es hacer de nuevo la entrada del zoo y punto. A tomar por el culo.

Pero la gente no se iba, seguía ahí. Así que Ángela, se asomó y les habló a todos.

Ángela: Hola... puedo llevaros a un lugar secreto.

Todos empezaron a cuchillear.

Madre: De acuerdo, niña. ¡Llévanos a ese lugar!
Ángela: Seguidme.

Ángela entró al zoo y fue hasta la fuente. Todos la siguieron. Entonces ahí, la niña levantó el azulejo del suelo y pulsó el botón. La fuente se abrió.

Todos: ¡Ohhhhhhh!
Ángela: Es un lugar muy secreto.
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El submarino llegó a puerto. Rodrigo cogió su teléfono y llamó a Tom.

Rodrigo: Tom, ya estamos fuera de la isla. 
Tom: Bien. Ahora volver al subterráneo y guardar bien nuestros experimentos.
Rodrigo: No te preocupes, los animales están a salvo.

Todos se iban a montar en la furgoneta, ya habían pasado las jaulas de animales del submarino al furgón. Justo cuando se iba a montar Marta, Rodrigo la detuvo.

Marta: ¿Qué pasa?
Rodrigo: Lo siento mucho, pero ya nos has dado muchos disgustos.
Marta: ¿Qué? ¿Cómo?
Rodrigo: Me duele lo que voy a hacer, sabe dios cuanto me duele, pero es lo mejor para todos. Para tí, para mí, para el proyecto...

El hombre levantó la pistola y apuntó a la cabeza a Marta. Disparó y el cuerpo de la mujer cayó de espaldas al agua.

Rodrigo: Adiós Marta, adiós...

Acto seguido se montó en el furgón y este se alejó del puerto.
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La puerta del calabozo acabó cediendo. Todos salieron de el. Buscaron por todo el edificio, no había nadie allí. Salieron afuera, a la playa y tampoco.

Nacho: Todo esto me huele muy mal.
Lola: Sí...
Nacho: Es como si nos hubieran traído aquí, a una isla que a saber donde coño está y encima solos. Sin comida, sin provisiones...
Paul: Sin forma de escapar...
Natalia: Parece como una trampa todo ¿no?
Nacho: Es que lo es, es una trampa.

Una gran lancha de agua, se acercaba a toda pastilla hacia la costa. En menos de diez segundos llegó allí. Se bajó un hombre de ella, era Tom.

Tom: Hola a todos... me llamo Tom.
Paul: Sí, eres otro más del Proyecto Maponto.
Tom: ¿Cómo lo sabes? 
Paul: La moto, tiene el símbolo de la Luna ahí.
Tom: Muy ingenioso... sí, yo venía a proponeros algo.
Lola: ¿¡El qué!?
Tom: A proponeros la forma de salir de aquí.

Natalia abrió el ojo a la cuarta.

Natalia: ¡Desembucha! ¡Yo quiero ver a mi hija!
Tom: Para el carro... no tan rápido. Primero os tengo que contar las condiciones... veréis, es que nosotros teníamos preparados a dos personitas en el subterráneo del zoo Safari para experimentar con ellas.
Lola: Sí, ¿verdad? yo se quién. A Francisco y Alba.
Nacho: ¡Es verdad!
Tom: Bien, pues resulta que el otro día, fatalmente, una de esas dos personas ha muerto y necesitamos otra persona VIVA para experimentar con ella.
Paul: No te sigo...
Tom: Es sencillo. La moto tiene capacidad para tres personas más el conductor. Yo soy el conductor. Vosotros sois cuatro. Hay una persona que sobra... ¿lo pilláis? Os ofrezco la posibilidad de salvaros la vida a tres de vosotros. El otro se quedará en la isla... y no tardará mucho en morir, porque en aproximadamente unos veinte minutos, llegará un tsunami que la hundirá.

Nacho, Paul, Lola y Natalia se miraron entre sí.

Tom: Es una elección muy fácil. ¡Vamos! Decidme un nombre. Elegid a la persona que NO se montará en la moto de agua.
Paul: No puede ser...
Tom: ¡Vamos! Que no tengo todo el día...
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Rodrigo y Fabio llegaron al zoo. Se encontraron con la fuente abierta.

Rodrigo: Pero qué coño...

Bajaron por la escalera y se encontaron con que se oían un montón de voces. Eso estaba lleno de gente.

Rodrigo: ¡¿Qué coño hace el subterráneo petado de gente?!

La gente se acercó hasta el. Se podía distinguir entre ellos a Ángela.

Mujer: ¡Queremos justicia! ¡Queremos justicia!
Rodrigo: ¿Pero quién coño son estos imbéciles?

Rodrigo cogió a Fabio por la camiseta y lo sacó de allí, luego selló la entrada de la fuente.

Fabio: ¿Qué pasa?
Rodrigo: Ve a la caseta de la electricidad. Coge tres granadas de humo.
Fabio: ¿¡Qué!?
Rodrigo: ¿Estás tonto? ¡CORRE!

Fabio fue corriendo hasta donde le dijo su jefe y cogió las tres granadas de humo. Se las dio.

Fabio: Señor... ¿qué va a hacer?
Rodrigo: A acabar con todos esos mamones.

Rodrigo lanzó la granada de humo contra el interior de la fuente. Se oyeron gritos desesperados de la gente. En menos de cinco minutos, todos estaban dormidos, en el suelo.

Fabio: ¡Ah ya lo pillo!
Rodrigo: Claro. ¿No queríamos conejillos de indias? ¡Pues aquí los tenemos!
Fabio: Señor, la niña... me la puedo quedar yo.
Rodrigo: ¿Quién? ¿La hija de la cajera? ¡Pues claro! Llévatela. ¿Qué vas a hacer con ella?
Fabio: Lo siento... no se lo puedo decir.

Fabio fue cargando con Ángela. La niña aún continuaba dormida. La llevó hasta el orfanato del pueblo. Allí la entregó como una niña de la que se le habían muertos sus padres. Ahora iba a conseguir separarla de su madre para siempre.

Ángela despertó cuando ya estaba en su habitación del orfanato.

Ángela: ¿Dónde estoy? 

Se levantó histérica y comenzó a dar golpes contra la puerta. 

Ángela: ¡Sacarme de aquí!
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En la Isla Luna, estaban eligiendo a la persona que no se iba a salvar su vida.

Nacho: Se acabó, nunca nos vamos a poner de acuerdo, así que ir vosotros. Yo me quedo.
Lola: ¡No digas tonterías!
Paul: Que no Nacho, que NO.
Nacho: No, vosotros tenéis a alguien más allá de esta isla. Tú, Lola tienes a tu hija Marta. Y Paul y Natalia se van a casar y tienen a Ángela. Pero yo no, yo estoy solo. Y si alguien merece salvarse la vida, sois vosotros.

Tom se estaba enfandando.

Tom: ¡Se acabó el esperar! Vosotros tres, montaros en la moto.

Sin dejar de mirar a Nacho, los tres se montaron en la moto. Tom se montó en ella y la arrancó. Fue alejándose de la costa. Entonces Nacho gritó:

Nacho: ¡Hasta siempre!

Justo cuando ya se habían alejado lo sufiente de la playa, una gran ola de unos treinta metros se acercó a la playa y la arrasó.

Paul: Dios mío...
Natalia: ¡Nachoooooo! ¡Nooooo!
Lola: No puede ser verdad...

Los tres echaron a llorar. Tom sonrió.

Tom: Habéis echo lo correcto. Venga volvamos al zoo, ahora es que acaba de empezar el juego.



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