sábado, 18 de diciembre de 2010

postheadericon Planeta kepler 03



Víctor consiguió despertar tras caer al suelo inexplicablemente. Pero los tripulantes de Kosmos tenían otro grave problema en que pensar: ahora estaban solos en medio del planeta Kepler, sin nave y sin provisiones. Todos descubrieron la existencia de Barrax y supieron que fue su culpa la desaparición de la nave.

Paralelamente, descubrimos el oscuro pasado de Víctor: en realidad no se llamaba así sino que suplantó la identidad del verdadero capitán de la nave, al que mató antes de que comenzara el viaje. Carmen fue a buscar al capitán para conocerlo y le enseñó una caja con un robot desactivado: era Barrax. El falso capitán aceptó llevarlo al viaje por si surgía algún problema. Carmen abandonaba la sala cuando vio indicios de que Víctor había matado a alguien. Este se dio cuenta y la amenazó salvajemente con un cuchillo. Así es como Carmen y Víctor se conocieron, por eso Carmen jamás contó que el capitán de la nave Kosmos era un farsante.

Sara, Álvaro y Paco se alejaron del grupo para coger madera de un árbol y encender fuego. Pero cuál fue su sorpresa cuando de pronto, el suelo de Kepler comenzó a temblar y en pocos segundos se vieron separados del resto del grupo por una enorme grieta. Por suerte apenas había diez metros entre un lado y otro, así que pudieron pasar al otro lado poniendo un tronco de árbol entre ambas partes.

Mientras tanto, las voces misteriosas se disponían a llamar a Barrax, pues ya tenían un plan. Hablaron de una mujer loca a la que debían utilizar para llevar a cabo sus propósitos. Nada más se volvió a saber del asunto.

En la nave Kosmos, Barrax quería regresar a la Tierra. Pero, uniendo sus fuerzas, los niños con su brillante ingenio lograron impedirlo. Lo que ellos no sabían es que el destino al que ahora se enfrentan es mucho peor…

Por último, cayó la noche en Kepler y todos se fueron a dormir. Dejaron a Paco vigilando, sin saber que probablemente sería la última vez que lo verían. Y así fue: inducido por voces misteriosas, Paco se adentró en la espesura del bosque. Todos se despertaron al oírlo gritar, y así fue cómo el astronauta desapareció sin dejar mayor rastro. Ahora están sin la nave, sin el robot, sin los niños… y sin Paco.







VÍCTOR: Paco ha desaparecido. Necesito que alguno de vosotros venga conmigo, vamos a buscarle.
CARMEN: Pero vamos a ver, ¿cómo va a desaparecer en mitad de este planeta? Lo habríamos visto, o alguien lo habría oído marcharse.

Sara se incorporó para replicar a Carmen.

SARA: Carmen, también parecía imposible encontrar una huella en mitad de este planeta “abandonado”.
CARMEN: Y lo es. La huella que encontramos era de alguno de tus niños, es más que evidente.
SARA: ¡No! Sabes perfectamente como yo que no lo era. Hay más gente en este planeta, no somos los únicos.
VÍCTOR: Bueno, ya está bien. Parad de discutir. Y bien, ¿alguna idea para que vuelva Paco?
CARMEN: A ver, yo veo una cosa muy clara aquí. Tenemos que encontrar a Paco, pero también hemos perdido la nave y con ella todas las reservas de comida. Así que yo propongo que nos dividamos en dos grupos. Uno que vaya a buscar a Paco y otro que se encargue de la comida.
SARA: ¿Qué comida vamos a encontrar aquí? ¡Si no hay absolutamente nada!
CARMEN: No será tan complicado, alguna cosa sí que habrá. No vamos a comer un chuletón de cerdo, pero...
ÁLVARO: ¡No me hables de cerdo que yo soy vegetariano!
VÍCTOR: (Bromea) Seguro que si Paco estuviera aquí ya habría intentado invocar al ‘Dios de la carne’ solo para fastidiarte.
ÁLVARO: No tiene gracia, capitán. ¿Por qué no se limita a centrarse en su trabajo?

Hubo silencio un tanto incómodo, hasta que Sara intervino.

SARA: (Cambia de tema) Bueno, ¿a qué estamos esperando para hacer los grupos?
VÍCTOR: Está bien. Álvaro, tú irás con Carmen a buscar comida y a cazar algo. Yo iré con Sara a buscar a Paco, no debe de andar muy lejos.
ÁLVARO: ¡A la orden, mi capitán!
SARA: ¿Y los niños? ¿Qué haremos si aparecen?
VÍCTOR: Lo siento Sara, pero no tenemos tiempo para eso. Además de que se fueron en la nave, no sabemos dónde pueden estar ahora mismo. A partir de ahora tenemos que seguir solos, nosotros cuatro.
SARA: ¿Nosotros cuatro? Antes me suicidaría, sin mis niños no soy nada. Los encontraré antes o después, cueste lo que cueste. Y si nos hubiéramos quedado en casa, en la Tierra, jamás habría pasado nada de esto. ¿Por qué nos habrá tocado a nosotros y no a otros?
CARMEN: Eso nunca lo sabremos, son cosas del destino.

Todos se quedaron pensativos durante unos instantes. Finalmente, Víctor tomó la palabra como capitán.

VÍCTOR: En marcha, no hay tiempo que perder.

Ambos grupos se dividieron y comenzaron su camino. Lo que no sabían es que tal vez no todo saldría como esperaban.




La nave Kosmos continuaba avanzando hacia un lugar desconocido. Dentro de ella, en una sala con grandes ventanales, se encontraban Priscilla y Damián hablando.

PRISCILLA: ¿Cuánto tiempo más vamos a estar así?
DAMIÁN: No lo sé. Estamos en una nave perdida en medio del espacio. Esto es surrealista, y encima controlada por un robot.
PRISCILLA: Si se lo dijeran a mi abuela que vivió a finales del siglo XX no lo creería. La pobre murió en el 2001, después de que llegara el euro a España. O eso me contó mi madre, porque yo nunca la pude conocer.
DAMIÁN: Pues sí, en esa época sería difícil de creer. Oye, ¿tú sabes a qué día y hora estaríamos en la Tierra?
PRISCILLA: El año sí, creo que estamos en el 2103 aproximadamente, pero la hora... pues me parece que eso va a ser imposible de saber.
DAMIÁN: (Sorprendido) ¿Por qué?
PRISCILLA: Aquí en el espacio no podemos controlar el tiempo, porque se dilata.

Damián se quedó un rato observando por el ventanal. Se fijó en algo a lo lejos.

DAMIÁN: (Señalando) ¡Priscilla! ¿Qué es eso?
PRISCILLA: (Asustada) No lo sé.

Repentinamente, un fuerte ruido sonó por toda la nave y un tambaleo hizo caer a los chicos al suelo. La luz se apagó y de repente notaron un frío extremo, inhumano.

PRISCILLA: ¿Qué está pasando?

Entonces, Damián se fijó en lo que había ocurrido. El ventanal se había abierto y el cristal se había contraído en su interior.

DAMIÁN: ¡Aléjate de la ventana!

Priscilla le hizo caso y ambos, agarrados de la mano, corrieron hacia la parte interior de la nave. Pero no era fácil, pues una gran fuerza intentaba llevarlos hacia fuera.

PRISCILLA: ¡Agárrate!

En un último vistazo, Damián observó lo que había.

DAMIÁN: Priscilla, ¡es un agujero negro! Está lejos, probablemente a kilómetros, pero afecta a un gran radio de distancia. ¡Nos va a absorber! ¡Agárrate, es nuestra única posibilidad!

A continuación, los chicos se agarraron a unas tuberías metálicas que estaban sobre la pared cuando ocurrió algo. Todo ocurrió muy rápido. La puerta que estaba tras ellos se abrió y Damián se vio cayendo por el ventanal en dirección al agujero negro. Priscilla gritó con desesperación.

PRISCILLA: ¡NOOOOOOOOOOO! ¡Damián, no por favor!

La niña miró hacia la puerta que se había abierto y pudo descubrir qué era lo que había empujado a Damián hacia el vacío. Era Barrax.

BARRAX: Misión cumplida, Barrax triunfa de nuevo. Barrax no cae, está fabricado con un material que resiste al viento. Ja, ja. Adiós Damián, querido. Aunque la verdad es que Barrax no te quiere. Mec.

Priscilla siguió gritando de rabia y desesperación, aquello no podía ser real. Su amigo Damián había muerto engullido por el agujero negro, y Barrax había sido el responsable. No se lo perdonaría jamás, estaba segura.



Un rato después, Álvaro y Carmen se adentraban en la espesura del bosque junto al cual habían dormido la noche anterior, dispuestos a cazar algo que les pudiera alimentar.

ÁLVARO: ¿Seguro que estamos haciendo bien? Para mí que estamos perdiendo el tiempo, no vamos a encontrar nada.
CARMEN: Que sí, tú tranquilo que esto está más que estudiado desde antes de partir desde la Tierra. Hay fauna suficiente como para alimentarse y seguro que encontramos algo para comer. Pero tenemos que llevar cuidado, nada más.
ÁLVARO: Nada más, dice... A mí me da miedo este planeta. Apenas conocemos lo que nos podemos encontrar, ¿y si nos pasara algo malo?

Carmen abrazó a Álvaro.

CARMEN: (Susurra) No te preocupes, que mientras yo esté aquí no te va a pasar nada.
ÁLVARO: (Sonrojado) Muchas gracias, doctora.
CARMEN: (Ríe) No me llames así, ¡cuánta formalidad! Llámame Carmen.
ÁLVARO: Pues muchas gracias, Carmen.

Ambos se miraron durante un instante. Pero no fue una mirada cualquiera, fue una mirada tierna, de cariño. Estaban solos en medio de aquel planeta, debían apoyarse mutuamente si querían sobrevivir.

ÁLVARO: Carmen, ¿de verdad crees que nos irá bien aquí?
CARMEN: Pues sí, no tiene que pasarnos nada. ¿Por qué lo dices?
ÁLVARO: No es que vayamos sobrados de recursos precisamente, y últimamente siento como si alguien nos estuviera observ…

Álvaro dejó de hablar al percibir cómo algo subía por su espalda. A continuación, oyó un pequeño mordisco y sintió una punzada de dolor.


CARMEN: ¿Álvaro? ¿Qué te pasa?
ÁLVARO: (Voz débil) Ayuda…
CARMEN: ¡Álvaro! ¡Nooo!

Álvaro cayó al suelo. Carmen miró qué le había picado, y descubrió aterrorizada que se trataba de una serpiente. Una especialmente venenosa.



Paco abrió los ojos. Estaba atado de pies y manos, en un lugar frío y oscuro. El chico se levantó y observó que las paredes de la estancia estaban hechas de un material que parecía ser hierro o acero. Se sentía inquieto, como si supiera que algo no marchaba bien.

PACO: ¿Hola?

Nadie respondió. El chico comenzaba a asustarse. Avanzó varios metros hacia delante y se topó con unas verjas que limitaban la estancia.

PACO: (Inseguro) ¿Qué es este lugar? ¿Hay alguien ahí?

Estaba en una celda un poco extraña que parecía llevar años y años vacía.

De repente, una luz se iluminó frente a él y dos enormes sombras entraron en la sala. Pudo ver que fuera de la celda se encendían unos ordenadores de alta tecnología.

PACO: (Asustado) ¿Qué es todo esto? ¿Quiénes sois? ¿Qué pensáis hacerme?

Inexplicablemente, Paco comenzó a oír un profundo pitido en su cabeza. Como estaba atado, no podía hacer más que gritar. Hasta que, finalmente, oyó una voz.

VOZ: Paco, Paco...
PACO: (Atemorizado) ¡Ayuda! ¡Socorro! ¡Sacadme de aquí!
VOZ: Tranquilo, aquí nadie te va a oír.
PACO: ¿Qué queréis de mí?

Paco no obtuvo respuesta alguna a su pregunta. Parecía que la “voz” se hacía de rogar.

PACO: ¿Quiénes sois? ¡Sacadme de aquí!
VOZ: Abandonad Kepler lo antes posible.
PACO: ¡¿Perdón?!
VOZ: Abandonad Kepler y seguiréis vivos. Si os quedáis, iréis muriendo uno a uno... es vuestra elección. Nosotros llegamos primero, y en este planeta no hay sitio para todos. ¿Ha quedado claro?

El pitido dejó de sonar. Parecía que la voz hubiera abandonado su cabeza. De pronto, una fuerza invisible se echó sobre Paco y le desató bruscamente los brazos y piernas. Las verjas de la celda se abrieron de sopetón, y el visitante aprovechó para salir corriendo del lugar. Avanzó por un pasillo oscuro, que debería de medir metros y metros de largo, hasta que por fin llegó a una puerta circular. Se abrió de par en par y el joven abandonó la estancia.

PACO: (Impresionado) ¡Dios! ¿Y ahora qué hago?

Paco se giró para observar qué era el edificio donde había estado encerrado. Sorprendido, pudo ver que contaba con una altura más que considerable. Sin pensárselo más veces, Paco echó a correr hacia cualquier otro lugar de Kepler, daba igual dónde fuera. No sabía dónde estaban sus compañeros, así que tendría que buscarlos a pie.



Mientras tanto, Víctor y Sara continuaban avanzando en su búsqueda a Paco, pero aún sin éxito. Ya estaban empezando a cansarse de llamarle y no obtener resultado alguno.

SARA: Mira Víctor, ya me estoy empezando a hartar de esto.
VÍCTOR: Debemos encontrar a Paco, es nuestro deber.
SARA: ¿A dónde se va a ir? ¿Por qué? En serio, empiezo a cuestionarme cuáles eran las verdaderas intenciones de Paco aquí en Kepler.
VÍCTOR: Pero algo le tuvo que pasar, todos oímos el grito.
SARA: ¿Grito? ¡Ese grito lo pudo haber fingido perfectamente!
VÍCTOR: A lo mejor para ti es muy fácil pasar de Paco y hacer como si nada hubiera pasado, pero yo soy el capitán de la nave y es mi responsabilidad.
SARA: (Molesta) ¿Capitán? ¿De la nave? ¿Qué nave? ¡Si ya no está! Tú ya no eres capitán de nada.
VÍCTOR: Sara, vamos a tranquilizarnos y a continuar la búsqueda, por favor.
SARA: Está bien, pero de aquí a un rato si no lo encontramos volvemos hacia atrás. ¡Que los otros ya deben de haber encontrado la comida! Además, no entiendo por qué ponemos tanto empeño en buscar a Paco y no hacemos nada por encontrar a los niños. ¿Acaso ellos no son importantes?

Sin ningún aviso previo, Víctor comenzó a acercarse a Sara poco a poco.

SARA: (Irritada) ¿Pero qué haces?

Sin darse cuenta, Sara también comenzó a acercarse a Víctor.

VÍCTOR: Pero si eres tú la que te estás acercando, ¡que no quiero nada contigo! Lo que me faltaba, con la mala leche que tienes...
SARA: Yo tampoco, ¡qué asco por dios!

Ambos se seguían acercando mutuamente, hasta que por fin sucedió. Sus cabezas se inclinaron y sus labios se juntaron en un inesperado beso. Ambos se relajaron y se dejaron llevar, pero ninguno se podía explicar sus sentimientos. En un instante habían pasado de estar cabreados a sentirse enamorados. Por fin se separaron, y su tono de voz se hizo más dulce.

VÍCTOR: Pues no estaba tan mal, la verdad...
SARA: A mí me ha gustado.

Se volvieron a besar, esta vez con pasión. De pronto, Víctor se separó.

SARA: ¿Qué ocurre?

Víctor comenzó a agitarse fuertemente, hasta que al final habló.

VÍCTOR: Eres una malnacida, ¡hija de puta! Ojalá no te hubiera conocido nunca.
SARA: (Asustada) ¿Víctor? ¿Qué te pasa? ¿Por qué me hablas así?
VÍCTOR: Vete a la mierda, cabrona. No quiero saber nada más de ti.
SARA: Perdona, ¿cabrona yo? No es por nada pero aún no comprendo por qué te empeñas en buscar a Paco y ni siquiera piensas por un momento en qué les ha podido pasar a los niños.
VÍCTOR: ¿A los que se fueron en la nave? Por favor, no seas ridícula. No me voy a preocupar por unos niñatos desgraciados como si fueran lo más importante e imprescindible de este mundo.
SARA: (Llorando) Para mí lo son, así que haz el favor de respetar también los intereses de los demás. Solo te importa tu astronauta enchufado, ¡interesado!

Víctor se fue dejando a Sara con la palabra en la boca. Sara quedó destrozada por las palabras del que había sido su capitán. ¿Qué podía hacer para traerlo de vuelta? ¿Qué le había ocurrido? Y lo más importante, ¿por qué había cambiado de humor de forma tan brusca y además dos veces seguidas? No podía ser casualidad, ahí había gato encerrado.




Una mujer morena, de pelo ondulado y complexión media, abrió los ojos. Estaba tumbada sobre el suelo de una nave espacial. Alucinaba en colores, pues no recordaba absolutamente nada de lo que había ocurrido en las últimas horas. Bueno, quizás no recordaba nada de lo que había ocurrido en los últimos días o incluso en los últimos meses, pues como bien sabemos no era precisamente fácil medir el tiempo allá afuera, en el espacio exterior. La mujer se levantó, salió de la sala y fue caminando por uno de los pasillos de la nave Kosmos. Conforme miraba por uno de los ojos de buey, anonadada quedó al ver dónde se encontraba.

EVA: Virgen del amor hermoso, esto no puede estar pasando. Es imposible.

La mujer llegó hasta una habitación muy fría, al final de la cual había un enorme ventanal abierto. Eva reaccionó instantáneamente y bajó una de las palancas que estaban en la pared, a su lado. La ventana se cerró.

EVA: Jesús, María y José, ¡por los pelos! ¿Qué haría eso abierto?
PRISCILLA: (Débil) Damián...
EVA: (Sobresaltada) ¿Perdón?

Eva no sabía quién había hablado ni de dónde provenía la voz.

PRISCILLA: Damián, Damián, Damián...

Fue entonces cuando Eva miró hacia el suelo y encontró a Priscilla sentada contra la pared y con las piernas agarradas con las manos. Eva se agachó hasta quedar a su altura.

EVA: ¿Qué ocurre, hija de Eva? No es que seas mi hija, me refiero a Eva la de la manzana, la primera mujer que Dios trajo al mundo.

Priscilla se quedó mirando fijamente a la nueva tripulante.

EVA: (Sorprendida) ¿No conoces la historia de Adán y Eva? Bueno, da igual, no viene al caso. Que no me refiero al caso de las lenguas antiguas en el sentido de nominativo, vocativo, acusativo… Bah, déjalo. Niña, ¿dónde estamos?
PRISCILLA: Damián...

Eva estaba totalmente sorprendida. Se había despertado en una nave en mitad del espacio, aparentemente vacía, y ahora se había encontrado en esa sala con la niña ahí sentada en el suelo sin pronunciar una palabra más allá de “Damián”.

EVA: (Comprende) ¿Qué ocurre? ¿Qué ha pasado?

Priscilla señaló al ventanal. Eva fue a mirar y comprendió lo que quería decir la niña. Poco a poco la nave era arrastrada hacia el agujero negro. Eva introdujo su mano debajo de la camisa. Después sacó un colgante cuya cadena de oro confluía en un crucifijo de madera. Lo besó.

EVA: Que sea lo que Dios quiera.

En ese momento, Jorge apareció en la puerta de la sala y vio a Eva junto a Priscilla.

JORGE: Priscilla, ¿estás bien? (Mira a Eva). ¿Y tú quién eres?
EVA: Hola, pequeñín. Me llamo Eva, Dios nos proteja a todos.
JORGE: Primero de todo, no soy pequeño. Segundo, Dios no nos va a proteger porque no existe y menos aquí. Y tercero, no me trates como a un ingenuo.
EVA: (Divertida) Vale, perdona… Solo quería saber dónde estaba, lo siento si te he molestado.
JORGE: (Piensa un momento) No pasa nada. Estamos en la nave espacial Kosmos, en medio del espacio.
EVA: ¿Cómo? Llévame hasta el capitán por favor, quiero hablar con quien esté al mando de esta expedición.
JORGE: Nuestro capitán no está. Busca a Barrax, ahora mismo es el único que nos puede llevar de vuelta. Aunque te advierto que es malo, no tiene corazón.
EVA: ¿Un hombre desalmado? Pobre, estará condenado al fuego eterno.
JORGE: No es un hombre, es un robot.
EVA: (Sorprendida) ¿Cómo? Cada vez me resulta más raro este lugar. En fin, voy a buscarlo a ver qué me dice.
JORGE: ¡Ten cuidado! Y no le digas nada de esta conversación, no me fío de él.

Eva se fue a buscar a Barrax, y por fin Jorge pudo hablar con Priscilla. O al menos pudo intentarlo.

JORGE: Priscilla, ¿qué ocurre? ¿Por qué estás así de pálida?
PRISCILLA: Damián…
JORGE: ¿Qué le ocurre a Damián?
PRISCILLA: Ha muerto, cayó. Damián…
JORGE: ¿Cómo? Pris, me estás empezando a asustar. Explícamelo más despacio, por favor.

Y así fue cómo a Jorge le llegó aquella terrible noticia. ¿Cómo podía haber muerto Damián tan repentinamente, de aquella forma? Sin duda, aquel terrible suceso quedaría grabado para siempre en aquellos niños que, como el resto de tripulantes que había llevado la nave Kosmos, solo buscaban encontrar la felicidad en un nuevo mundo. ¿Cómo habían llegado a aquellos extremos? Los niños no entendían nada, aquello era demasiado difícil para ellos. Y la marcha de Damián al otro mundo no hacía más que empeorar las cosas.



Lejos de allí, en Kepler, Carmen iba corriendo con Álvaro apoyado sobre su hombro.

CARMEN: ¡Ayuda! Por favor, ¡ayuda!

A lo lejos, Víctor y Sara se acercaron corriendo. La doctora tiró su bolso al suelo y acostó a Álvaro bocarriba.

VÍCTOR: ¿Qué le ha pasado?
CARMEN: Le ha picado un reptil. No sé de qué tipo, pero parece bastante venenoso.
VÍCTOR: Si no se hubiera acercado no le habría pasado nada.
CARMEN: ¿Perdón?
SARA: No le hagas caso, Carmen. Hoy está de un bipolar que no hay quién le entienda.
VÍCTOR: (Alterado) ¡¿Bipolar, yo?!
SARA: Sí, tú.
CARMEN: ¡Ya está bien, así no vais a solucionar nada! Ayudadme con Álvaro, por favor.


La doctora le quitó la camiseta al chico y giró su cuerpo hacia la derecha. Tenía una gran mordedura infectada en el hombro izquierdo.

CARMEN: A ver, sacadme unas gasas y una jeringuilla del bolso por favor. Voy a darle suero a la herida.
SARA: ¿Suero?
CARMEN: Haz lo que te digo, está en juego la vida de Álvaro.

Sara hizo caso a la doctora. Ésta le inyectó el suero y, poco a poco, un líquido verdoso subió a través de la jeringuilla.

CARMEN: Es el veneno, está saliendo.

Álvaro se despertó y susurró.

ÁLVARO: ¿Me voy a recuperar, doctora?
CARMEN: Ya te he dicho que no me llames así.
ÁLVARO: (Ríe) ¿Me voy a recuperar, Carmen? ¿Así mejor?
CARMEN: Sí. Por supuesto, saldrás de esta, te lo aseguro.

Cuando todo el veneno salió de la mordedura, la mujer echó agua oxigenada y lo tapó con gasas.

CARMEN: Traedme las vendas.

Sara se las entregó. Víctor continuaba allí al lado, al margen de todo lo que le estaba ocurriendo a Álvaro, sumergido en sus pensamientos. Finalmente, la doctora concluyó.

CARMEN: Bueno... yo creo que así a priori ya no hay peligro. Eso sí, tendrás que tener la venda en el hombro unos cuantos días.

Álvaro se puso en pie. Todos se miraron entre sí.

CARMEN: ¿Y vosotros qué? ¿Habéis tenido suerte en la búsqueda de Paco?
VÍCTOR: (Enojado) No, en absoluto.
CARMEN: ¿Ni una pista siquiera? ¿Nada de nada?
SARA: Nada. Creo que a partir de ahora todo va a ser muy diferente. La nave perdida con los niños dentro, ¡y encima teníamos encerrada a la católica! Y luego secuestran a Paco, nos atacan unas fuerzas invisibles… ¿Qué va a ser lo próximo?
CARMEN: No lo sé, pero nada bueno. Está claro que las cosas están cambiando, y no para bien precisamente.

Con la incorporación de Rosario Pardo como Eva.




BARRAX: Barrax propone poner rumbo a Kepler.
EVA: ¿Kepler? ¿Qué es eso?
PRISCILLA: El planeta al que veníamos todos. Incluida tú, cuando estabas encerrada.

(…)

VOZ: Este planeta es nuestro, nosotros llegamos antes.
SARA: ¡Pero si es enorme! ¿No os dais cuenta?
VOZ: Ya os avisamos de que os fuerais, vosotros os habéis rebelado y nos intentáis hacer frente. Pues lo pagaréis caro, muy caro.

(…)

Al mismo tiempo, Jorge fue a una parte de la nave, en la que estaba Barrax. Oía voces dentro de la sala, que estaba cerrada con una gran puerta magnética. Desde dentro...

BARRAX: Información recibida.
VOZ: Y no hagas nada que no te hayamos dicho.

Jorge escuchaba completamente atónito.

(…)

CARMEN: Os digo yo como bióloga y médico que esto nos lo podemos comer perfectamente. Es lo único que tenemos. Además, dad gracias a que está cocinado.

La serpiente terminó de hacerse al fuego. Con resignación todos acabaron probando bocado, pues no había otro remedio. Pero lo que vieron a continuación les resultó más impactante todavía.

PACO: Y bien, ¿qué hay de comer? Vengo con un hambre de perros.


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