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domingo, 1 de agosto de 2010
El zoo cap. 27
12:51 |
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Lola se despertó. No podía ver nada, estaba en un lugar oscuro, no entraba la luz por ningún lado.
Lola: ¿Hola...? ¿Hay alguien ahí?
Natalia: ¿Lola? ¿eres tú?
Lola: ¡Natalia! ¿Dónde estamos?
Otra voz respondió.
Paul: ¡Nos tienen encerrados aquí!
Natalia: ¡Paul! Tenemos que salir aquí, nos han encerrado. Puede que hayan matado a Ángela...
Paul: Tranquilas, encontraremos la forma de salir, os lo aseguro.
Afuera de la habitación oscura, Rosa estaba junto con Rodrigo hablando.
Rosa: Cada vez la situación se nos va más de las manos.
Rodrigo: Sí, ¿qué vamos a hacer con estos?
Rosa: Pues como estaba todo preparado: Inyectarles la célula Z.
Rodrigo: ¡Pero...! ¿No íbamos a obligarles antes a que nos diesen...?
Rosa: Ya lo se... sí, lo haremos antes de inyectarles la célula. Rodrigo, ahora más que nunca necesitamos discreción, y como estos salgan de aquí, lo primero que harán es ir a la policía ¿es que no lo entiendes?
Rodrigo: De acuerdo...
____________________________________________________
Alguien iba corriendo por alcantarillas, con una niña en sus brazos. Era Ángela. La persona que llevaba en sus brazos a la niña, la sacó por una alcantarilla y la puso en el umbral de una puerta. Esa persona sabía quién vivía en esa puerta, y sabía que iba a llevar a la niña a la policía. Tras dejar a la niña en el umbral, volvió a la alcantarilla y justo antes de que se cerrara la tapa, se pudo apreciar la cara de Nacho. El chico bajó la alcantarilla. Estaba vivo, sí, pero de milagro.
Nacho: Por fin te reencontrarás con tu madre, Ángela -dijo para sí.
Y es que no era la primera vez que Nacho le salvaba a la vida a Ángela.
Flashback de Nacho
Juan: ¡Vamos niña! ¡Baja de ahí!
Ángela: ¡No! Que me van a comer.
Juan: ¡Qué bajes de ahí te he dicho! Soy tu padre, ¡hazme caso!
Ángela: ¡Tú estás loco!
Anastasia: Niña, ¡QUE BAJES!
Ángela: ¡Ayudaaaaaa! Ayuda. ¡Ayuda por favor!
La niña gritaba y gritaba, con la esperanza de que alguien la oyera y la sacase de esa... pero eso era algo que no iba a pasar. De repente, desde la rejilla de la alcantarilla que estaba justo debajo del gran escalón del patio en el que estaba subida Ángela asomó una pistola y disparó contra los perros. Los animales, se cayeron al suelo, derribados. Estaban muertos.
Juan: ¿Qué ha pasado?
Anastasia: ¡Yo que sé!
Nacho se apartó de la zona de la rejilla y continuó su camino por las alcantarillas.
Ángela: ¡No! Que me van a comer.
Juan: ¡Qué bajes de ahí te he dicho! Soy tu padre, ¡hazme caso!
Ángela: ¡Tú estás loco!
Anastasia: Niña, ¡QUE BAJES!
Ángela: ¡Ayudaaaaaa! Ayuda. ¡Ayuda por favor!
La niña gritaba y gritaba, con la esperanza de que alguien la oyera y la sacase de esa... pero eso era algo que no iba a pasar. De repente, desde la rejilla de la alcantarilla que estaba justo debajo del gran escalón del patio en el que estaba subida Ángela asomó una pistola y disparó contra los perros. Los animales, se cayeron al suelo, derribados. Estaban muertos.
Juan: ¿Qué ha pasado?
Anastasia: ¡Yo que sé!
Nacho se apartó de la zona de la rejilla y continuó su camino por las alcantarillas.
Tal y como había planeado Nacho, el anciano salió por la puerta de su casa y se sorprendió al ver a Ángela tirada en su umbral. La cogió, la levantó y puso la mano en su frente. La niña estaba dormida. Como él iba a una cafetería, se llevó a la niña. Por el camino, esta despertó, pero no fue hasta cuando tomaron asiento en la cafetería cuando Ángela pronunció su primera palabra.
Anciano: ¿Niña? ¿Estás bien?
Ángela: ¿¡Dónde estoy!?
Anciano: Estamos en una cafetería, tranquila. ¿Dónde están tus padres?
Ángela: No lo sé. Me tenían secuestrada.
Anciano: ¿Y cómo te llamas?
Ángela: Me llamo Ángela.
El hombre empezó a preocuparse, esto ya parecía más serio de lo que se temía.
Anciano: ¡Camarera! Por favor.
La camarera se acercó hasta la mesa.
Anciano: Mire, que he encontrado esta chica en medio de la calle, desorientada y dice que estaba secuestrada y no sabe donde están sus padres.
Camarera: ¿Llamo a la policía?
Anciano: Sí, será lo mejor.
La camarera se giró, la puerta de la cafetería se había abierto, por ella entró Rosa. Ángela pudo ver la cara de esa horrorosa mujer. No era posible que ella estuviera allí... otra vez no, pero sí, estaba allí. La niña, con sumo cuidado de que nadie se dieses cuenta, se agachó en la mesa.
Rosa: ¡Hermana! ¿Qué tal?
Camarera: Pues aquí, hija... con lo de siempre, menudo rollazo.
Rosa: Me pasaba por aquí a comprobar que todo estuviera bien.
Camarera: ¿Tú? ¿Pasarte a que todo esté bien? Si casi nunca vienes aquí...
De repente, un hombre enchaquetado entró y se puso al lado de Rosa. El hombre tenía un extraño aparato en sus manos.
Camarera: De hecho, ahora mismo iba a llamar a la policía.
Rosa: ¿Y eso?
Camarera: Una niña que hemos encontrado, que al parecer la tenían secuestrada, y la buscan sus padres.
Rosa: ¡Oh! ¿Dónde está la niña?
El hombre que acompañaba a Rosa la interrumpió.
Hombre: El localizador indica que está allí (señala la mesa del anciano). El anciano se dio cuenta de que Ángela se había agazapado debajo de la mesa.
Anciano: ¡Niña! ¿Qué haces ahí abajo?
Ángela asomó la cabeza de debajo de la mesa. Señaló a Rosa.
Ángela: Esa mujer, es mala, fue la que me secuestró...
Anciano: ¿De verdad?
El anciano se levantó con Ángela de la mano. La situación era de lo más tensa...
Anciano: Bueno... no hace falta que llames, ya me la llevo yo a comisaría.
Rosa se alarmó, no podía permitir que ese anciano se fuera con la niña.
Rosa: Tú de aquí no sales. ¡Dame a la niña!
Camarera: ¿Hermana...? ¿Qué haces?
Rosa cogió un cuchillo de la barra y amenazó al viejo.
Anciano: ¡Que no le vas a hacer nada a la niña! ¡Carajo!
Rosa: ¡Quítate del medio, viejo!
Ángela: ¡Por favooooor!
Anciano: ¡NO!
Rosa le clavó el cuchillo en el estómago al viejo. La gente que estaba en las mesas comenzó a chillar y a salir corriendo de la cafetería. La camarera estaba boquiabierta.
Camarera: Hermana... ¿me vas a explicar...?
Rosa: No. Me voy con la niña. (la coge)
Ángela: ¡Suéltame!
Rosa le dio un bofetón a Ángela.
Rosa: Me parece a mí que nadie te ha enseñado modales ¿eh?
Camarera: Pero... ¿qué le vas a hacer? ¡Rosa, eres una asesina!
Rosa ignoró a su hermana y salió de la cafetería, metió a Ángela en el maletero y condujo el coche.
La camarera, aún alarmada por todo lo que había sucedido y por la gente que había abandonado escandalizada el bar, cogió el teléfono y marcó el número de la policía.
Camarera: Policía... tengo algo que contarles.
Unos minutos más tarde, mientras que Lola, Paul y Natalia seguían encerrados en la habitación de la sede de Maponto, una visita muy importante iba a entrar por la puerta.
Natalia: Yo ya no puedo aguantar más... esto es superior a mí.
Paul: Natalia, has de ser fuerte, con valentía. Por tu hija.
Natalia: Pero yo ya no tengo fuerzas... Paul, jamás voy a ver a mi hija. Y nosotros de aquí no vamos a salir. Ya te puedes dar por muerto.
Paul: La vamos a encontrar, te lo juro. Por tí, por mí, por Ángela... (mira hacia el vientre) por nuestro hijo.
La puerta de la habitación se abrió. A la vez, se encendieron las luces del cuarto. A Natalia le paltió el corazón al ver a Ángela ahí. Tenía un aspecto desañilado, de todo lo que había pasado. Natalia no daba crédito a lo que estaba viendo. De repente se levantó del suelo y se lanzó a los brazos de su hija.
Natalia: ¡Ángelaaaaaaaaaaa!
Ángela: ¡Mamaaaaaaaaaaaa!
Madre e hija se fundieron en un gran abrazo. Lola y Paul simplemente se dedicaron a aplaudir.
Natalia: ¡Hijaaaaaa! Pensé que ya no te volvería a ver más.
Ángela: Mama, no sabes lo mal que lo he pasado...
Natalia: Hija, (besar) cada día que he pasado sin ti, ha sido un día menos de mi vida. Porque mi vida sin ti no tiene sentido, mi amor, cariño mío. Eres la luz que alumbra mi vida.
La niña echó a llorar de la emoción.
Paul: ¡Ángela! Me alegra mucho verte bien.
La niña y Paul se abrazaron también.
Ángela: Y yo me alegro de verte.
Lola: ¡Guapísima!
Ángela: ¡Lolaaaaaaaaaaa!
También se abrazaron estas dos. Pero la tierna escena poco duró. Por la puerta entró Rosa.
Rosa: Oh... se me hace mal interrumpir este momento tan... "bonito". Pues sí, es una tierna escena. Lástima que poco va a durar.
Natalia agarró fuerte de la mano a su hija. Ahora si que no se iba a separar de ella nunca más.
Natalia: No volverás a tocar a la niña, jamás.
Rosa: Si yo tuviera intenciones de llevarme a la niña, no te la habría dado, créeme.
Paul: ¿Entonces? ¿Por qué nos la devuelves?
Rosa: Todo ha sido idea de Rodrigo... ha sido una excelente idea.
Unos hombres entraron a la sala.
Rosa: Montarlos a todos en el camión.
Hombre: Sí señora.
Los hombres montaron a la fuerza en un camión a Lola, Paul, Natalia y Ángela. Rodrigo, Rosa y los hombres de Maponto se montaron en un coche y todos los vehículos arrancaron. Al parecer, iban a algún lugar. Lo que no sabían, es que desde lejos de la puerta de la sede, había como diez coches de policía, que les estaban esperando para seguirlos. Eran los policías avisados por la camarera del bar.
Policía: Ya arrancan... vamos allá. (al walkie)
Policía 2: Recibido.
_________________________________________________________
Nacho estaba llegando a una parte de las alcantarillas que le sonaba mucho. Empujó una pared que parecía muy destrozada y fue a parar a un enorme jardín. Era el subterráneo donde hace ocho meses había estado con Lola. Tenía el enorme contador arriba, pero ahora solo ponía: 7 días, 3 horas y 28 minutos...
Nacho: ¿Cuándo terminarán mis trabajos para vosotros?
Voz: Pronto... muy pronto.
Nacho: Pero ya he puesto a la niña a salvo, como me dijísteis... la llevé al viejo que siempre va al bar de la hermana de Rosa. ¡Era vuestra única condición para que yo pudiera salir de aquí!
Voz: Querido...
Flashback Nacho
Fabio disparó el arma. El disparo impactó en el brazo de Nacho, justo en el que sujetaba el libro. El libro negro cayó al suelo. Fabio se acercó a coger el libro del suelo y Nacho aprovechó y le dio una patada al hombre en la cara.
Fabio: ¡Oh! ¡Hijo de puta!
Nacho salió a correr, miraba para atrás, Fabio le perseguía. Sin darse cuenta de que frente suya había un pozo en el suelo, Nacho seguía corriendo... hasta que cayó por el agujero.
Fabio: ¡Já!
Para asegurarse, Fabio disparó hacia adentro del agujero. Si Nacho no había muerto de la caída, ya habría muerto de los disparos. Pero Nacho no estaba muerto. Ese pozo no era más que otra de las muchas entradas a las cañerías de Barcelona, las mismas que contactaban con el Safari, las mismas que utilizaban los de Maponto para traspasar animales sin llamar la atención.
Nacho: ¿Hola?
De repente, una mujer se lanzó contra el chico. Él estaba herido, pues Fabio le había disparado en el brazo. Era Rosa.
Rosa: Escúchame... No he podido evitar oír los disparos afuera. Y te estoy viendo aquí, no te voy a matar. Pero a cambio... quiero que hagas un pequeño favorcillo para mí.
Nacho: ¿Qué?
Rosa: Encuentra a Ángela, la niña de Natalia. La han llevado a una casa de adopción, sin mi consentimiento y la necesito ya. Puede que su vida esté en peligro, y ahora mismo Ángela es lo único que tengo para chantajear a tus amiguitos y que no se vayan a la policía. Traeme a Ángela y yo te dejo escapar, por cierto. Jamás cuentes esto con nadie, ni con Fabio, ni Rodrigo, ni Natalia, ni nadie. Solo lo sabremos tú y yo.
Y así fue, como Nacho, tras días de seguir tras la pista de Ángela consiguió salvarla de una muerte segura en la casa de los viejos locos y después salvarlas de las garras del violador.
Fabio: ¡Oh! ¡Hijo de puta!
Nacho salió a correr, miraba para atrás, Fabio le perseguía. Sin darse cuenta de que frente suya había un pozo en el suelo, Nacho seguía corriendo... hasta que cayó por el agujero.
Fabio: ¡Já!
Para asegurarse, Fabio disparó hacia adentro del agujero. Si Nacho no había muerto de la caída, ya habría muerto de los disparos. Pero Nacho no estaba muerto. Ese pozo no era más que otra de las muchas entradas a las cañerías de Barcelona, las mismas que contactaban con el Safari, las mismas que utilizaban los de Maponto para traspasar animales sin llamar la atención.
Nacho: ¿Hola?
De repente, una mujer se lanzó contra el chico. Él estaba herido, pues Fabio le había disparado en el brazo. Era Rosa.
Rosa: Escúchame... No he podido evitar oír los disparos afuera. Y te estoy viendo aquí, no te voy a matar. Pero a cambio... quiero que hagas un pequeño favorcillo para mí.
Nacho: ¿Qué?
Rosa: Encuentra a Ángela, la niña de Natalia. La han llevado a una casa de adopción, sin mi consentimiento y la necesito ya. Puede que su vida esté en peligro, y ahora mismo Ángela es lo único que tengo para chantajear a tus amiguitos y que no se vayan a la policía. Traeme a Ángela y yo te dejo escapar, por cierto. Jamás cuentes esto con nadie, ni con Fabio, ni Rodrigo, ni Natalia, ni nadie. Solo lo sabremos tú y yo.
Y así fue, como Nacho, tras días de seguir tras la pista de Ángela consiguió salvarla de una muerte segura en la casa de los viejos locos y después salvarlas de las garras del violador.
______________________________________
Por el camino, dentro del camión, todos se estaban preguntando a dónde les iban a llevar.
Lola: A saber...
Natalia: Hija, tú no te sueltes de mi mano.
Paul: No voy a dejar que os hagan nada.
Natalia: Eso ya lo sé.
Natalia y Paul se besaron.
Ángela: ¿Sois novios?
Natalia: Cariño, Paul y yo estamos casados. Somos marido y mujer.
Paul: Bueno... tú tiraste el anillo.
Natalia: El amor no tiene valor material. El amor está aquí (señala su corazón) y ese jamás se tira a ninguna parte.
Ángela: Yo pensaba que iba a morir... además, he soñado algo.
Natalia: ¿Qué has soñado cariño?
Ángela: He soñado que el nacía (señala su estómago) y era un monstruo... tú de desangrabas… y el bebé hacía cosas extrañas… abría los ojos, los tenía rojos… parecía un diablo.
Lola, Paul y Natalia se miraron, era imposible que la niña lo supiese, no la había visto... o sea que su sueño era realidad.
Natalia: ¿Y qué más, hija?
Ángela: Luego te estabas a punto de morir.
Natalia: ¿Y?
Ángela: Se acabó el sueño.
Lola: ¡Oh!
Ángela: Mamá, mis sueños se cumplen. Una vez leí en un libro que se llaman sueños premonitorios, y que les pasa a mucha gente.
Natalia: (quitandole importancia al asunto) Cariño, eso son cuentos de viejas. Son como las leyendas, que todo el mundo habla de ellas pero no son verdad.
Ángela: ¡Pero mamá! A mí ya se me han cumplido leyendas de esas... ¿te acuerdas de cuando el payaso? Además, en la cara del bebé… había algo que se me hacía familiar… se parecía a la señora de los muñecos, a María Shaw.
Todos tragaron saliva.
Ángela: También hay leyendas en las que dicen que la gente mala nunca moría, se reencarnaban en cualquier cosa, hasta en bebés.
Lola: Bicho malo nunca muere.
La situación se puso muy tensa.
Natalia: ¡Ya está bien! No me hables más de esto, por favor, hija...
Los coches se pararon.
Lola: Se han parado. Al parecer hemos llegado.
Los hombres abrieron los maleteros. Los que estaban dentro salieron.
Ángela: Estamos en el zoo...
Nadie los podía ver, pero en las afueras del zoo, los policías también habían llegado.
Policía: ¿Entramos a actuar?
Policía 2: No, aún no. Vamos a esperar.
Los de Maponto rompieron con unas grandes palancas la entrada del zoo e hicieron entrar a todos ahí.
Natalia: ¿Qué queréis de nosotros?
Natalia, Paul, Lola y Ángela se pararon en seco. No pensaban dar ni un paso más. Estaban junto a la fuente.
Rosa: ¡Oh! Hacerles andar. Una vez más, el zoológico cerrado ¿no?
Los hombres sacaron sus armas.
Paul: No nos vamos a mover de aquí. Disparar si queréis, pero de aquí no nos movemos. Decirnos qué queréis.
Rosa: Darnos las llaves.
Lola: ¿Qué llaves?
Rosa: La de las jaulas de los animales del zoo. Nos los vamos a llevar.
Paul: ¡Ni en vuestros mejores sueños!
Sin que nadie se lo esperase, Natalia cayó al suelo. Estaba llorando. Le dolía mucho el vientre.
Natalia: Creo que… he roto aguas…
Paul: ¿¡QUÉ!?
Los policías…
Policía 2: Oficial, hay que actuar ya. Esa mujer va a dar a luz.
Policía: ¡Vamos!
Dentro de el zoo...
Rosa: ¡Matarlos a todos!
Lola: ¡Dejarnos en paz! ¡Natalia, necesitas ayuda!
Los hombres de Maponto iban con las armas a matarles, cuando…
Policía: ¡Alto, policía!
Rosa: ¿¡Pero qué!? ¿POLICÍA?
Policía: ¡Cogérlos!
Rosa: ¡Correeeeed!
Los hombres de Maponto salieron a correr, y Rodrigo y Rosa también. Los policías iban disparando, a varios hombres le dieron, pero a Rosa y Rodrigo no, se pudieron escapar.
Natalia: ¡Necesito ir a un hospitaaaaaal! ¡YAAAA!
Policía: ¡Vamoooooooos! ¡Allá vamos!
Los oficiales montaron a todos corriendo en sus coches. Iban a ir al hospital, Natalia estaba empezando a perder sangre. Ángela estaba llorando.
Ángela: ¡Se va a cumplir! Mi sueño se va a cumplir…
Paul: ¡Noooooo! ¡NO DIGAS ESO!
Lola: Paul... ¿tú tienes el manojo de llaves de todas las jaulas, no?
Paul: Yo... yo... creo que... que...
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Natalia: ¿Y qué más, hija?
Ángela: Luego te estabas a punto de morir.
Natalia: ¿Y?
Ángela: Se acabó el sueño.
Lola: ¡Oh!
Ángela: Mamá, mis sueños se cumplen. Una vez leí en un libro que se llaman sueños premonitorios, y que les pasa a mucha gente.
Natalia: (quitandole importancia al asunto) Cariño, eso son cuentos de viejas. Son como las leyendas, que todo el mundo habla de ellas pero no son verdad.
Ángela: ¡Pero mamá! A mí ya se me han cumplido leyendas de esas... ¿te acuerdas de cuando el payaso? Además, en la cara del bebé… había algo que se me hacía familiar… se parecía a la señora de los muñecos, a María Shaw.
Todos tragaron saliva.
Ángela: También hay leyendas en las que dicen que la gente mala nunca moría, se reencarnaban en cualquier cosa, hasta en bebés.
Lola: Bicho malo nunca muere.
La situación se puso muy tensa.
Natalia: ¡Ya está bien! No me hables más de esto, por favor, hija...
Los coches se pararon.
Lola: Se han parado. Al parecer hemos llegado.
Los hombres abrieron los maleteros. Los que estaban dentro salieron.
Ángela: Estamos en el zoo...
Nadie los podía ver, pero en las afueras del zoo, los policías también habían llegado.
Policía: ¿Entramos a actuar?
Policía 2: No, aún no. Vamos a esperar.
Los de Maponto rompieron con unas grandes palancas la entrada del zoo e hicieron entrar a todos ahí.
Natalia: ¿Qué queréis de nosotros?
Natalia, Paul, Lola y Ángela se pararon en seco. No pensaban dar ni un paso más. Estaban junto a la fuente.
Rosa: ¡Oh! Hacerles andar. Una vez más, el zoológico cerrado ¿no?
Los hombres sacaron sus armas.
Paul: No nos vamos a mover de aquí. Disparar si queréis, pero de aquí no nos movemos. Decirnos qué queréis.
Rosa: Darnos las llaves.
Lola: ¿Qué llaves?
Rosa: La de las jaulas de los animales del zoo. Nos los vamos a llevar.
Paul: ¡Ni en vuestros mejores sueños!
Sin que nadie se lo esperase, Natalia cayó al suelo. Estaba llorando. Le dolía mucho el vientre.
Natalia: Creo que… he roto aguas…
Paul: ¿¡QUÉ!?
Los policías…
Policía 2: Oficial, hay que actuar ya. Esa mujer va a dar a luz.
Policía: ¡Vamos!
Dentro de el zoo...
Rosa: ¡Matarlos a todos!
Lola: ¡Dejarnos en paz! ¡Natalia, necesitas ayuda!
Los hombres de Maponto iban con las armas a matarles, cuando…
Policía: ¡Alto, policía!
Rosa: ¿¡Pero qué!? ¿POLICÍA?
Policía: ¡Cogérlos!
Rosa: ¡Correeeeed!
Los hombres de Maponto salieron a correr, y Rodrigo y Rosa también. Los policías iban disparando, a varios hombres le dieron, pero a Rosa y Rodrigo no, se pudieron escapar.
Natalia: ¡Necesito ir a un hospitaaaaaal! ¡YAAAA!
Policía: ¡Vamoooooooos! ¡Allá vamos!
Los oficiales montaron a todos corriendo en sus coches. Iban a ir al hospital, Natalia estaba empezando a perder sangre. Ángela estaba llorando.
Ángela: ¡Se va a cumplir! Mi sueño se va a cumplir…
Paul: ¡Noooooo! ¡NO DIGAS ESO!
Lola: Paul... ¿tú tienes el manojo de llaves de todas las jaulas, no?
Paul: Yo... yo... creo que... que...
Flashback Paul
Paul iba saliendo a toda prisa del zoo. Iba con Lola.
Lola: ¡Vamos a la policía! ¡Rápido!
Justo cuando se montaron en el coche de Lola, las llaves cayeron del bolsillo de Paul...
Varios días después, sin que Paul echase de menos las llaves, porque el zoo estaba cerrado...
En ese momento, una persona encorbatada estaba aparcando su coche frente al Safari. Estaba cerrado, una vez más. Sacó su teléfono móvil y llamó.
Hombre: Soy yo. Está cerrado, ya van unos cuántos días seguidos que lo cierran.
Mujer: Está bien. Tomaremos medidas. Se lo comunicaremos al presidente de la asociación de zoológicos. Ese zoo va a ser cerrado.
Hombre: Es de cachondeo que lo cierren cada vez que quieran.
Mujer: Pues sí.
El hombre colgó el teléfono. Andó varios pasos, pero se tuvo que detener al darse cuenta que pisó algo en el suelo. Era un manojo de llaves, las llaves de Paul.
Hombre: Vaya, vaya, vaya... qué casualidad... sencillamente excelente.
El hombre sonrió. Bajó su brazo había una carpeta, tenía una enorme Z. El hombre provenía de la
asociación de zoológicos del mundo.
Lola: ¡Vamos a la policía! ¡Rápido!
Justo cuando se montaron en el coche de Lola, las llaves cayeron del bolsillo de Paul...
Varios días después, sin que Paul echase de menos las llaves, porque el zoo estaba cerrado...
En ese momento, una persona encorbatada estaba aparcando su coche frente al Safari. Estaba cerrado, una vez más. Sacó su teléfono móvil y llamó.
Hombre: Soy yo. Está cerrado, ya van unos cuántos días seguidos que lo cierran.
Mujer: Está bien. Tomaremos medidas. Se lo comunicaremos al presidente de la asociación de zoológicos. Ese zoo va a ser cerrado.
Hombre: Es de cachondeo que lo cierren cada vez que quieran.
Mujer: Pues sí.
El hombre colgó el teléfono. Andó varios pasos, pero se tuvo que detener al darse cuenta que pisó algo en el suelo. Era un manojo de llaves, las llaves de Paul.
Hombre: Vaya, vaya, vaya... qué casualidad... sencillamente excelente.
El hombre sonrió. Bajó su brazo había una carpeta, tenía una enorme Z. El hombre provenía de la
asociación de zoológicos del mundo.
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