viernes, 29 de julio de 2011

postheadericon Hijas del Señor cap. 3



Dorada estaba en su habitación hablando con Santiago. Se acababa de enterar del último incidente que había tenido este con la hermana Petra, en el que le había dado con unos libros en la cabeza.

DORADA: Santiago... me estás obligando a ello, y yo no quiero llegar.
SANTIAGO: ¡Te estoy diciendo que fue sin querer! ¡Es Macu que me pone de los nervios!
DORADA: Santiago, la hermana Inmaculada se está rehabilitando poco a poco, cada día es más persona. Ayer mismo me lo demostró delatándote.
SANTIAGO: Mira como la defiendes... normal. Si todo queda en familia ¿no?
DORADA: No sé de que me hablas...

Dorada se levantó de la cama en la que estaba sentada y se puso a recojerse el pelo en una coleta.

SANTIAGO: Igual es que haces que no lo sabes, pero en realidad no lo quieres saber. 
DORADA: No tengo tiempo para tonterías, abandona inmediatamente el convento si no quieres tener tonterías, por favor.
SANTIAGO: Tú hazlo, échame y todos sabrán la verdad.
DORADA: ¿Me chantajeas? Yo no tengo nada que ocultar...
SANTIAGO: ¿Te recuerdo lo que pasó hace 9 meses? ¿No te parece raro que con lo tacaña y cerrada que tu eres le abrieras la puerta a una mendiga que venía pidiendo ayuda? Sí, te hablo de la hermana Inmaculada. ¿Por qué a ella sí?



Era la noche de Viernes Santo. En el salón, estaban todas las hijas del señor celebrando que Jesucristo había muerto por todos nosotros. Dorada se puso en pie y habló al grupo de monjas que había frente a ellas.

DORADA: Por que hoy ha dado su vida el señor por todos nosotros, viernes santo. Feliz Semana Santa a todas.
CHIVA: ¡Igualmente!

Alguien interrumpió la velada tocando la puerta del convento. Chiva se levantó para ir a abrir.

DORADA: No te molestes querida... ya voy yo.

Dorada fue. Abrió y se encontró con Macu, pero vestida como una mendiga. Estaba empapada, era una noche de tormenta.


MACU: Por favor... ¿puedo pasar aquí la noche?DORADA: Tú... Te dije que no quería volver a saber nada de tí. ¡Qué me dejes en paz! MACU: Dorada, ten piedad... Me han embargado, estoy viviendo en la calle. Por favor hermana, si tienes un poco de corazón sácame de aquí y déjame quedarme en tu convento. ¡No tengo a dónde ir!

Dorada se había conmocionado ante el relato de su hermana Inmaculada.

DORADA: Anda, pasa.

Antes de que Macu entrara, Dorada la detuvo.

DORADA: Pero si tu entras por esa puerta, tu y yo jamás volveremos a ser hermanas.
MACU: De acuerdo.




Chiva estaba en la biblioteca explicando a las demás hermanas algo de gran importancia.

CHIVA: Solo dos seréis las elegidas.
REBE: ¡Qué bien! Podremos verle en persona.
FAUSTI: Pero... ¿quiénes dos?
CHIVA: Ahí esta el problema. Haremos como una especie de sorteo.
MACU: ¿Sorteo? ¿Para qué?
REBE: Eso digo yo... ¡si nunca tocan! Como el perro ese... cada vez que lo veo ¡me entran ganas de cogerle de las patas y quitárselas!
FAUSTI: Si es simpatiquísimo.
REBE: Pues a mí solo me ha dado mala suerte.
MACU: ¿Ah si? ¿Le quitarías las patas? ¿Y cómo llamarías a un perro sin patas?
FAUSTI: Da igual como lo llames, si no tiene patas, no va a venir.
REBE: O igual si, yo he visto perros que tienen como una especie de silla de ruedas...
MACU: ¿Dónde las venden? ¿En el Carrefour?

Chiva se enfureció.

CHIVA: ¡Ya basta! Dejad de decir sandeces y escuchadme. Como Dorada ha sido muy lista, y sabía que esto iba a pasar, ella misma ha escrito dos números. Ambos están en este sobre escrito en dos papeles. Son dos números del 1 al 50. Las dos que lo adivinéis, os vais.

MACU: ¡El tres!
CHIVA: No.
MONJA: El cincuenta y uno.
REBE: Esta chica es tonta... ha dicho del uno al cincuenta.
MACU: ¡El cuarenta y cinco!
CHIVA: Caliente.
FAUSTI: ¡Oh! ¡Oh sí! EL CUARENTA Y SEIS.
CHIVA: ¡Sííííííííí! Hermana Faustina, usted será una de las dos afortunadas que pueda ir al Vaticano a ver al papa.
MACU: ¡Jo! Eso no vale...
CHIVA: Aún queda otro número.
MONJE: ¡El treinta y tres!
CHIVA: No.
MONJA: El doce.
CHIVA: ¡Noooo!
MACU: El siete.
CHIVA: No.

Unos minutos más tarde...

REBE: ¿El veinticinco?
CHIVA: ¡Los estáis repitiendo! El número que no habéis dicho es el que está apuntado... manda narices.
MACU: ¡El unooooooooooooooooooooooooo!
CHIVA: ¡Por fin! Sí, es el uno, felicidades hermana Macu.
MACU: Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii oooooooooooooooooooooooooooooh yeaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah ¡VIVA EL PAPA! Yumk! Yumk! Yumk! 
REBE: (hacia Fausti) Se le ha ido...
FAUSTI: Si... esta chica no debe de andar muy bien de la azotea.
CHIVA: El avión sale mañana a las ocho de la mañana. 



Macu y Fausti se sentaron juntas en el avión. Este despegó.

MACU: ¡Jaja! ¿Sábes que le dice una piedra a otra? 
FAUSTI: No...
MACU: ¡Que dura es la vida tía! jajajaja
FAUSTI: Huy si... me meo...
MACU: Hay hija... eres más sosa que un yoghurt de agua.
FAUSTI: Macu querida, me duele la cabeza. (se toma una pastilla)

El avión despega. Mientras tanto en el convento...

SANTIAGO: ¿Ahora qué? ¿Al final me hechas o no?
DORADA: Eres un bicho. Veneno puro y duro.
SANTIAGO: Es que si me echas... pobre de tí. No creo que sea muy bueno para tu reputación que la gente se enterase que la monja más barriobajera del convento fuera tu hermana.
DORADA: Ten un poco de respeto ¿eh?


Fausti y Macu estaban saliendo del aeropuerto de la Ciudad del Vaticano.

MACU: Bueno... ¿y ahora qué?
FAUSTI: Pues ahora vamos a la misa del vaticano.
MACU: ¿Pero le vamos a conocer en persona?
FAUSTI: ¿Tú estás tonta? ¡Con la de gente que hay ahí!
MACU: Pues yo no me voy de aquí sin darle la mano al papa, como que me llamo Inmaculada.



Rebe estaba escondida detrás de una columna escuchando una conversación entre el padre Santiago con alguien al teléfono.

SANTIAGO: Cariño, mañana voy a casa y hablamos. Hoy estoy ocupado... Sí, que te quiero.... ¿¡Cómo te los voy a poner!?... Vale... Adiós...

Rebe se quedó pensativa...

REBE: ¡Está casado y es cura! Esto va más allá de un pecado...

Petra estaba felizmente en el patio del convento cuando vio pasar a Santiago corriendo. Esta pensó que algo malo se traía entre manos así que no dudó en seguirle.

REBE: Cuéntame la verdad, tu no eres trigo limpio Santiago. Te tengo cazado.
SANTIAGO: Ains... todas igual, que pesadas. 
REBE: ¡Estás casado! ¿no es así? por eso te acabo de pillar hablando por teléfono.
SANTIAGO: ¡No!
REBE: Y tu aquí dándole a la zambomba... y sabrá Dios la de veces que no se los habrás puesto a tu mujer.
SANTIAGO: Ella no sabe que soy cura...
REBE: Pues vaya, me da pena la pobre, tiene que tener más cuernos que el padre de Bambi.

Santiago cogió a Rebeca por el cuello.

SANTIAGO: Atrévete a repetirlo...
REBE: Por favor...yo...que...que me haces...daño...

Petra que estaba viendo esto se armó de valor y cogió una piedra y le dio a Santiago con ella en la cabeza. Este se cayó de espaldas.

REBE: ¡Oh! Petra, muchas gracias... gracias de verdad...
PETRA: ¿Está... muerto?
REBE: Eso parece. Bueno... ¡aquí no ha pasado nada! El muerto al hoyo y el vivo al bollo.
PETRA: ¿Se lo contamos a la señora Dorada?
REBE: ¡NO! Antes nos tenemos que divertir... 
PETRA: ¿Divertir?
REBE: Su mujer no sabía que el era cura, pues lo va a saber. Búsca en el móvil el teléfono de ella.



El Vaticano estaba hasta los ojos de gente. Macu y Fausti tuvieron que coger asientos bastante lejos de la parte donde iba a hablar Benedicto XVI. 

FAUSTI: Pues no quedan asientos...
MACU: ¿Qué? ¿Tenemos que estar de pie? Qué deprimente... ¡exijo mi asiento!
FAUSTI: Chss... calla y no seas vaga. Nos quedamos de pie, que no nos pasa nada...
MACU: ¡Que no leches!
FAUSTI: ¡Chst! (le da en la boca) Esas palabrotas... hija mía eres más vaga que el papá Noel ese, que trabaja un día al año y encima es de mentira.

Benedicto XVI empieza a hablar.

BENEDICTO: Optimus filius del Senor. Vosotros sois el futuro de esta nostra religio... aequus vosotros podréis produxi sua verbum de Jesucristo noster Senor...
MACU: ¿Qué leches dice?
FAUSTI: Ha dicho que nosotros somos el futuro de nuestra religión, que somos los encargados de divulgar la palabra del Señor.
MACU: ¿Y como lo sabes?
FAUSTI: Por que sé latín... 

BENEDICTO: Ahora, quiero dedicarle unas palabras especiales a la gente española que ha sufrido mucho por venir aquí y sin embargo están aquí escuchándome. Querría hacerles esta mención especial, porque ellos, como otros tantos países están pasando por un gran bache económico y aún así están aquí.
MACU: ¿Ves? Ahora ha hablado en castellano y ni idea de lo que ha dicho.

La misa había concluído. El papa se había retirado de su balcón. La gente comenzó a dispersarse. Macu le quitó un micrófono a un guardia. El micrófono conectaba con los altavoces de todo el Vaticano. 

MACU: ¡Papaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! ¡Quiero darte un abrazoooooooooooo! ¡Me hace mucha ilusióóóóóóóóóóón!

Los guardias cogieron a Macu.

MACU: ¡Ah socoroooooooooorro! ¡Fausti ayúdame! ¡Faustiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!
FAUSTI: ¡Dejádla! Tiene problemas... es ya sabéis "retrasadita"
GUARDIA: ¿Sim? Qui non se volva a repetir.
FAUSTI: Vale, vale gracias...



Rebe había llamado a la mujer de Santiago. Ella había venido y estaba ahora mismo viendo a Santiago. Estaba vivo. 

MERCEDES: ¡Oh! Hemos acabado Santiago... hemos acabado...
SANTIAGO: ¡Mercedeeeeeees! ¡NO!

El padre se montó en otro coche para perseguir a su mujer suplicándola. 

REBE: ¡Jaja! Como me encantan que las cosas salgan bien.

Dorada salió por la puerta ante semejante jaleo.

DORADA: ¿Qué pasa aquí?
REBE: Nada nada, que el padre Santiago abandona el convento.
DORADA: ¿Si? Mejor... oye ¿no debían haber llegado ya Inmaculada y Faustina?
REBE: Ah pues no sé.



Macu estaba pasando por el detector del aeropueto. Le había pitado.

MACU: ¡Joeeeeeeeeeeer! ¡Que no tengo naaaa!
ENCARGADA: Señora, usted no puede abandonar el país. ¡Seguridad! Registren a esta mujer...
FAUSTI: ¡Hay Dios mío! Salimos de una y nos metemos en otra... Macu, juro no volver a ir a ningún lado contigo. ¡LO JURO!
MACU: ¡Qué no tengo nada!
SEGURIDAD: Desnúdese, por favor.
MACU: ¡Hay la virgen!


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