jueves, 15 de julio de 2010
El zoo cap. 25
Lola y Paul entraron por la puerta de comisaría. Lola llevaba bajo su brazo derecho el libro negro. Los dos se pararon junto al mostrador donde estaba el comisario.
Comisario: ¿Querían algo?
Lola y Paul: Queríamos denunciar algo.
Comisario: (recibe una llamada) Esperen un momento por favor.
El comisario se levanta del mostrador y entra por una puerta que tenía justo detrás, en la que ponía "acceso restringido". Pasaron los minutos y el comisario no aparecía.
Paul: Oye... ¿cuánto tarda, no?
Lola: Sí.
Al ver que no había mucha gente por allí, Lola pasó por detrás del mostrador y se acercó a la puerta restringida. La abrió.
Lola: ¡Vamos!
Paul: Ehhh ¿estás loca?
Lola: ¡Paul! Esto es urgente. Ha muerto mucha gente por esto. ¡Mi hija ha muerto por el Proyecto Maponto! Ángela no sabemos si está muerta por culpa de este maldito proyecto ¡coño!
Los dos pasaron por la puerta, después avanzaron hasta una sala que tenía una escalera de acero. La subieron. Esta escalera les llevaba hasta la azotea de la comisaría. Allí, al fondo de la azotea estaba el comisario tirado en el suelo, desangrado.
Lola y Paul se acercaron corriendo.
Paul: ¡¿Qué le ha pasado!?
Comisario: Allí...
El hombre herido señaló a un edificio que estaba justo enfrente de la comisaría. En una de las ventanas estaba alguien, vestido de negro, con una máscara. Portaba en sus manos un francotirador. Un arma de precisión con la que le había disparado al comisario. En ese mismo momento sonó la cabina de teléfono que estaba en la azotea. Paul cogió el teléfono.
Paul: ¿Sí...?
Rodrigo: Ya lo has visto. Si no quieres acabar igual, abandona la azotea y aléjate de comisaria.
Lola: ¿Quién es?
Paul: (tapando el auricular) es Rodrigo... (lo destapa) No os vais a salir con la vuestra. Lo sabemos todo.
Rodrigo: ¿Todo...? ja ja ja. ¡No sabéis nada! (colgó)
Paul salió de la cabina y miró el cadáver del comisario.
Paul: Vámonos de aquí (mira la ventana donde estaba el francotirador y ya no está) ¡Vámonos!
Lola y Paul bajaron corriendo de la azotea por las escaleras y salieron de la comisaría a toda prisa.
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Fabio estaba en la puerta del zoo. Andaba para atrás y para adelante. Estaba nervioso. Como si estuviera esperando a alguien. Y ese alguien llegó. Era un mujer corpulenta, rubia, de unos cincuenta años.
Fabio: Bien, ¿traes todos los materiales para que pueda llevar a cabo el rito?
Bruja: Sí, los he traído, pero no creo que te vayan a hacer falta.
Fabio: ¿Qué? ¿Por qué?
Bruja: Tú madre ya está de nuevo en este mundo.
Fabio: ¿Dónde?
Natalia estaba entrando al zoo en ese momento. La bruja la señaló.
Bruja: Allí.
Fabio: No. Debe de haber un error. Esa es Natalia, no mi madre…
Bruja: Ya te he dicho dónde está tu madre. Tú reflexiona lo que te he dicho y darás con la respuesta.
La bruja se marchó por el mismo matorral por donde vino..
Fabio: ¡¿Pero qué coño…?!
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Ángela continuaba encerrada en el sótano. En la casa, el matrimonio, que se había asesinado mutamente horas antes, seguía allí, tendido sobre el suelo. Sin respirar, sin ver. Estaban muertos. Y Ángela continuaba encerrada allí abajo. La niña cerró los ojos y se dejó dormir.
Sueño
Su madre estaba de parto... Natalia agarraba con fuerza a su hija.
Ángela: ¡Mamá!
Natalia: ¡No te sueltes de mi brazo, hija! ¡Ahhhhhhhhhhhhhh! ¡YAAAAAAAAA!
Doctor: Ya asoma…
Paul: ¡Dios!
El bebé nació, pero una gran hemorragia de sangre tenía lugar en el vientre de Natalia… no paraba de salir sangre.
Natalia: ¡Ahhhhh! ¡ME DUELE!
Justo en ese momento, Ángela miró hacia su hermano, y sus ojos se abrieron, eran ojos rojos… con las pupilas grandes.
Ángela: ¡Ah!
Paul: ¡¿Qué pasa?!
Ángela: ¡Ha abierto los ojos! ¡Qué miedo!
Doctor: Ya les avisé… nada bueno crecía en tu interior Natalia, nada bueno…
Ángela: ¡Mamá!
Natalia: ¡No te sueltes de mi brazo, hija! ¡Ahhhhhhhhhhhhhh! ¡YAAAAAAAAA!
Doctor: Ya asoma…
Paul: ¡Dios!
El bebé nació, pero una gran hemorragia de sangre tenía lugar en el vientre de Natalia… no paraba de salir sangre.
Natalia: ¡Ahhhhh! ¡ME DUELE!
Justo en ese momento, Ángela miró hacia su hermano, y sus ojos se abrieron, eran ojos rojos… con las pupilas grandes.
Ángela: ¡Ah!
Paul: ¡¿Qué pasa?!
Ángela: ¡Ha abierto los ojos! ¡Qué miedo!
Doctor: Ya les avisé… nada bueno crecía en tu interior Natalia, nada bueno…
Ángela se despertó de golpe. Tenía que hacer algo, quería hablar con su madre, y salir de ahí, ¡Ya!
Paul y Lola estaban en el bar. Hablando de lo sucedido, cuando llegó Natalia.
Paul: Natalia... no te vas a creer lo que nos ha pasado.
Lola: Ya sabemos la verdad sobre el proyecto...
Paul: ¡Eh! ¿Y tú? ¿Qué tal te ha ido en el orfanato?
Natalia: Rosa me tendió una trampa. Mi niña no estaba allí... (se echa a llorar) Paul... han dado a mi niña... a mi unica hija... a lo que yo más quiero... lo han dado en adopción... a un matrimonio suicida...
Paul: No puede ser...
Natalia: Lo peor es que me han amenazado.
Lola: ¿¡Qué!?
Natalia se puso en pie. Metió la mano en uno de sus bolsillos. Ahí tenía una pistola.
Natalia: Paul, Lola... siento mucho lo que voy a hacer.
Paul: Natalia, no te entiendo, explícate por favor.
Natalia: Yo... no quiero... de verdad, dios lo sabe. Pero si lo hago, me la devuelven... me devuelven a mi niña. Lo siento mucho.
Natalia sacó de sopetón el arma y apuntó a Paul y Lola. Lola se escandalizó.
Lola: ¡Ohhhhh! ¡NATALIA! ¡Baja eso! ¡¿ESTÁS LOCA?!
Natalia: Darme el libro negro.
Paul: ¿Qué te han pedido que nos lo quites a nosotros y se los des a ellos y así te devuelven a Ángela?
Natalia: (carga el arma) Más o menos... el caso es que, en el trato, a parte de quitaros el libro... tengo... tengo que... tengo que mataros...
Paul y Lola se dedicaron una mirada profunda.
Natalia: Por favor, no me lo pongáis más difícil.
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Fabio aparcó el coche en unas planadas vacías. Era de noche. Había Luna llena. Se bajó de el. Estaba frente a un edificio. Aquel lugar era Maponto, la nueva sede del Proyecto Maponto, ya que la policía tapo todas las entradas a los subterráneos.
Fabio: ¿Aquí...?
Rosa: Aquí.
Fabio: Pero tú... Rodrigo. Estás en busca y captura por la policía.
Rodrigo: ¿Y?
Fabio: Que aquí te pueden encontrar.
Rosa: No. No lo creo.
Rosa se sentó, de repente en el suelo.
Rosa: ¿Hace una noche estupenda... no?
Fabio: Sí.
Rosa: Soltar a los perros.
Rodrigo: Pero señora...
Fabio: ¿Perros?
Rodrigo: No son perros... son las mutaciones de los perros. Las que usamos en el subterráneo cuando se nos colaron los del zoo.
Fabio: Ah... ¿y para qué quieres soltarlos... ahora?
Rosa: Tengo un presentimiento, de que algo va a pasar. Y los perros, si los soltamos, estarán ene lugar adecuado y en el momento idóneo, para cuando eso que va a pasar ocurra, poder actuar...
Fabio: No la sigo...
Rosa: Soltar a los perros.
Rodrigo hizo caso a su jefa. Mandó a soltar a los perros. En ese momento, Fabio miró hacia atrás y vio a la bruja de antes, la que había ayudado con el rito de su madre…. Rodrigo y Rosa fueron hasta el interior de la nueva sede del proyecto. Fabio se quedó solo en la calle. La bruja apareció de nuevo a lo lejos.
Fabio fue junto con la bruja.
Bruja: ¿Qué? ¿Ya diste con la respuesta?
Fabio: Sí… Natalia está embarazada… ¿tú me estas insinuando qué…?
Bruja: Tu madre era muy lista. Sabía muchos trucos… quizás haya vuelto al mundo mediante uno de esos.
Fabio: Vigilaré a ese bebé.
Bruja: Ahora me pagarás.
Fabio: ¿El qué?
Bruja: Tu parte del trato. Yo te he ayudado a saber dónde está tu madre y ahora tú me pagarás con lo que yo te diga. Así fue el trato que hicimos.
Fabio: ¿Eing? ¿Cómo...? No hicimos ningún trato. ¡Usted no mencionó ningún trato!
Bruja: ¿Pero tú quién coño te crees que soy yo? ¿Tú te crees que vas a venir a mí y me vas a pedir ayuda y encima no te voy a cobrar nada? ¡Ja já! Equivocado estás. A cambio de mis ayudas, requiero un corazón (le toca el pecho)…
Fabio: (asustado) Uff… yo… es que… es que me tengo que ir…
Bruja: No sin darme un corazón. ¡Quiero un corazón!
Fabio: ¡NO!
La bruja miró hacia el pecho de Fabio. De repente, en lo que dura un pestañeo le clavó la hoja de un cuchillo en el pecho y le atravesó el corazón. Fabio murió instantáneamente. La bruja cogió el cuerpo de Fabio y lo fue arrastrando, hasta que se perdió en la inmensidad de la niebla... esa noche era luna llena y además hacía una gran niebla.
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Ángela había conseguido salir del sótano de la casa. Salía corriendo ahora mismo, hacia ninguna parte, solo quería estar lejos de allí. Por detrás de ella, sonaban los perros. Los perros mutantes de Rosa. Perseguían a Ángela.
Ángela: ¡Ahh! ¡NO!
La niña corrió con todas sus fuerzas. Mientras tanto, en la cafetería del zoo, Natalia estaba buscando como una posesa el libro negro mientras no dejaba de apuntar con el arma a Paul y Lola.
Natalia: Por favor, dadme el libro.
Lola: ¿Para qué? Si nos vas a matar. Eso ya da igual.
Paul: Natalia, este no es el buen camino. Hay muchas otras formas de encontrar a tu hija.
Natalia miró a Lola, que estaba a punto de llorar y luego miró a Paul, y tiró la pistola hacia el suelo. La mujer corrió hacia los brazos de los otros dos.
Natalia: Lo siento mucho... no se como he podido llegar hasta este punto.
Paul: Tranquila, te entendemos, te han chantajeado con devolverte a tu hija... a cualquiera en tu situación le hubiera pasado lo mismo.
Lola: Tranquila Natalia. Vamos a encontrar a Ángela, te lo prometo...
Natalia cayó al suelo… le empezaba a doler fuertemente el estómago.
Natalia: Mi bebé…
Paul: ¡Oh!
Lola: Vamos al médico.
Paul: ¡Vamos!
Natalia se levantó. Paul puso la mano en el vientre de Natalia y para su sorpresa, el bebé le dio una gran patada desde dentro, algo que hizo hasta tambalearse.
Lola: Que mal rollo…
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