postheadericon La Despechada cap. 8

Capítulo 2x02 (08): La promesa.

María Adelaida condujo a Hugo hasta su habitación. Justamente, estaba enfrente de la de María Adelaida, pero eso ya no era un problema para la limpiadora, puesto que ahora vivía en la habitación de Humberto. Cuando le dejó en su habitación fue para la habitación de su actual novio. 

Humberto estaba allí, sobre la cama sentado. La despechada se sentó junto a el.

María Adelaida: ¿Qué te ocurre? ¿A qué viene esa cara?
Humberto: He discutido con mi madre. Se lo he contado... lo nuestro.
María Adelaida: ¿¡Y cuál ha sido su reacción!?
Humberto: Pegarme una bofetada. Menos mal que mi tía Rosa estaba por allí y nos defendió a ambos....
María Adelaida: ¡Oh no! Tu madre irá a por mí ahora.... siempre me ha tenido manía y más desde que pasó lo del disparo.
Humberto: Por encima de mi cadáver. Mi madre no te tocará te lo prometo, no voy a dejar que nadie te haga daño ¿de acuerdo? Vete a trabajar tranquila.



Rosa estaba en su habitación. Estaba muy molesta ante lo ocurrido en el comedor, así que tomó una decisión que marcaría para siempre un antes y un después en su relación con Encarnación, su hermana. Cogió el teléfono móvil.

Rosa: ¿Ricardo? Soy yo Rosa la hermana de Encarna.
Ricardo: ¿Qué queréis de mí? Dejadme en paz de una vez por favor...
Rosa: ¡No! ¡Tranquilo! Estoy ahora mismo en el caserón... como sabrás era de mis padres y nos lo dejó en herencia a Encarna y a mi, y yo te dejo venir, puesto que también es mi casa puedes quedarte aquí.
Ricardo: ¿En serio? ¿De verdad?
Rosa: Te lo prometo, vente para aquí.

Rosa colgó el móvil y con una risa malévola miró por la ventana a Juan Alberto, el jardinero. Rosa se quedó observando y vio como su hermana Encarna se acercó hasta el y le dio un beso en todos los morros.

La despechada iba tranquilamente por cada esquina del caserón, pero iba mirando hacia todos los lados para no cruzarse ni con Hugo ni con Encarnación, no tenía ganas de verles. Pero la suerte estuvo de su lado y con quién se cruzó era con Rosa que en ese momento salía de su habitación.

Rosa: ¡Hola! ¿Estas bien? No hace falta que sigas limpiando, toma, 100 € muchas gracias, puedes dejar de limpiar hasta mañana.
María Adelaida: ¿Es una broma? ¡Eso es lo que cobro yo en una semana!
Rosa: Pues ahora que estoy yo aquí es lo que cobrarás cada día. Buenas tardes.
María Adelaida: ¡Espere! ¿Y la cena? Aun no la he preparado...
Rosa: No te preocupes, ya nos buscaremos la vida...
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Las puertas del caserón Civera se abrieron y entro por la puerta Ricardo. Nada más entrar, se tropezó con Encarnación, por pura casualidad...

Encarnación: ¿¡Qué haces tu aquí? ¡Fuera de mi casa! ¡Ya!

Encarna estaba gritando tan fuerte que se le oyó por todo el caserón.

Rosa: Le he dejado venir yo... Me dio mucha pena y como la casa es de las dos he decidido que se venga. Ricardo busca una habitación que te guste y prepárate que vamos a cenar.

El hombre se fue para arriba. Encarna estaba colorada y tenía una cara de enfado que no podía con ella. Cogió un paraguas y intentó dar con el a Rosa.

Rosa: ¡¿Qué haces?! ¡¿Estás loca?!
Encarnación: Has venido aquí a declararme la guerra, pero no sabes donde te estás metiendo... te juro que vas a acabar fuera de esta casa y de rodillas pidiéndome que deje volver a entrar. ¡Furcia!

Encarnación se fue. María Adelaida estaba muy asustada por los gritos en el hall, así que la mujer bajó las escaleras y cuando torció una esquina se encontró cara a cara con Hugo.

Hugo: ¡Hombre! ¿Mira a quien tenemos aquí?
María Adelaida: ¡Apártate!
Hugo: ¿Dónde vas tan rápido?

Hugo cogió a Adelaida por el cuello y la tiró contra el suelo.

Hugo: Mientras yo esté aquí follaras comingo cada vez que quiera, me amaras cada vez que yo quiera y harás lo que yo quiera, sino te violaré y luego te mataré...

La despechada estaba llorando contra el suelo y agarrada por el cuello por Hugo y en ese momento entró Encarnación.

Encarnación: ¡Bien hecho! ¡Mátala! ¡Vamos hazlo ya!
María Adelaida: ¿Fuiste tu? ¿Tu sabías que era mi ex? ¡Claro! ¡Por eso le llamaste! Me querías matar... ¡Socorro!

Hugo apretaba fuertemente el cuello de la despechada hasta que la mujer ya no podía respirar...

En ese preciso momento aparecieron en el pasillo Rosa y Humberto y ambos iban armados.

Encarnación: Pero... ¿de dónde habéis sacado las armas?
Rosa: ¡Suéltala! ¡Soy policía!
Encarnación: ¿Policía tu? jajaja

Rosa tuvo que disparar a ciegas para que Hugo soltara a María Adelaida. La despechada fue contra Humberto que la cogió en brazos y le dijo al oído:

Humberto: Ves como mientras esté yo aquí no te va a pasar nada...

Rosa apuntó directamente ahora a Hugo y a su hermana.

Rosa: Nunca he trabajado en la tienda de comestibles.. nunca me has ido a ver a mi casa, no sabes nada de mi vida y he aprovechado para engañarte... Encarnación Civera, quedas detenida, tienes derecho a un abogado, cualquier cosa que digas se podrá utilizar en tu contra (...)

Mientras les decía a Hugo y su hermana Encarnación eso, les ponía las esposas...