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La Despechada cap. 6
15:28 |
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1x06: Eliminada
Encarnación había salido esa mañana temprano. Había cogido el coche y se había marchado a la ciudad.
Juan Alberto, que debía vigilar las 24 horas a María Adelaida, le preguntó a la mujer.
Juan Alberto: Tu vas a acabar tan mal como las otras o peor.
María Adelaida: ¿Tu ahogaste a las otras en la piscina?
Juan Alberto: Ellos me obligan y me tienen chantajeado.
María Adelaida: ¿Chantajeado? ¿Qué te han dicho?
Juan Alberto: Si no hago lo que me dicen... bueno, a ti eso no te importa.
María Adelaida: El otro día me ibas a matar a mi... Oye, tu sabías que en el desván están encerrados los hijos de los Civera.
Juan Alberto: ¡Deja de hacer preguntas!
_______________________________________________________________
El destino de Encarnación era el hospital donde estaba Sofía, la hija de Adelaida. Cuando llegó a la habitación de la chica, le desconectó el respirador que la mantenía viva. Después salió de la habitación y del hospital.
Cuando llegó de nuevo al coche, cogió el móvil.
Encarnación: Muerta.
Ricardo: De acuerdo, vente aquí.
Ricardo sacó una carpeta roja. Dentro había fotografías de mujeres. Todas ellas habían sido limpiadoras. Arriba de todas las fotos ponía: Eliminada, menos en la foto de Adelaida, que todavía no lo ponía, pero que muy pronto lo iba a poner. Dejó la carpeta sobre la mesa.
Ricardo cogió una pistola de su cajón y la cargó.
María Adelaida estaba en su labor, cuando fue al despacho de Ricardo. Lo estuvo limpiando, pero aprovechó la situación para registrarlo y Adelaida se quedó pasmada cuando encontró en una carpeta roja fotografías de mujeres, todas ellas ponían Eliminada, menos en la que salía ella.
_______________________________________________________________
Encarnación llegó al caserón. Allí se reunió con su marido, que la estaba esperando.
Ricardo: Ha picado el anzuelo, esta ahora mismo en mi despacho viendo la carpeta roja.
Encarnación: La tenemos rodeada. Matémosla.
Ambos fueron hasta donde estaba María Adelaida. Ricardo llevaba una pistola. Estaba dispuesto a disparar.
Cuando estos dos iban a entrar a matar a Adelaida, sonó el móvil de la mujer.
María Adelaida: ¿Diga?
Enfermera: ¿Señora Adelaida? Su hija acaba de fallecer. Lo sentimos mucho. La operación la podría haber salvado, pero como usted no nos ha pagado, pues no la hemos operado y la niña ha muerto. Lo siento.
La enfermera colgó y dejo a la limpiadora con una tristeza en el cuerpo. Estaba recordando ahora las palabras de su hija:
Mama, ¿me voy a morir? Si me voy al cielo siempre pensaré en ti. En mis amigas no, porque nunca me han querido. Siempre me han dado de lado y ahora cuando más las necesito no están conmigo. Así que si tu, que eres la única persona que tengo en el mundo no me quiere....
Esta vez si era verdad, su hija había muerto. La mujer sentía una pena impresionante, cuando de repente, los Civera aparecieron ante ella. Ricardo, con una pistola en la mano avanzó hasta la mujer.
Cuando todo parecía perdido, María Adelaida se abalanzó sobre el hombre. Hubo un forcejeo, y la pistola se disparó. Nadie nunca supo quién apretó el gatillo, pero la bala había llegado hasta el estómago de Encarnación.
Hubieron muchos gritos, mucha desesperación. Juan Alberto llegó a la estancia por los gritos. Los hermanos gemelos también bajaron y echaron al llorar al ver a su madre en el suelo con un disparo.
Ricardo: ¡Llamad a una ambulancia! ¡Socorro! ¡Ayuda!
María Adelaida estaba impresionada por lo que acababa de suceder. Así que corriendo fue a por la foto se le cayó a Ricardo días anteriores que tenía una mujer en una piscina ahogada. Se subió al coche de los Civera y corrió a la ciudad a la comisaría mas cercana.
Continuará...
Encarnación había salido esa mañana temprano. Había cogido el coche y se había marchado a la ciudad.
Juan Alberto, que debía vigilar las 24 horas a María Adelaida, le preguntó a la mujer.
Juan Alberto: Tu vas a acabar tan mal como las otras o peor.
María Adelaida: ¿Tu ahogaste a las otras en la piscina?
Juan Alberto: Ellos me obligan y me tienen chantajeado.
María Adelaida: ¿Chantajeado? ¿Qué te han dicho?
Juan Alberto: Si no hago lo que me dicen... bueno, a ti eso no te importa.
María Adelaida: El otro día me ibas a matar a mi... Oye, tu sabías que en el desván están encerrados los hijos de los Civera.
Juan Alberto: ¡Deja de hacer preguntas!
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El destino de Encarnación era el hospital donde estaba Sofía, la hija de Adelaida. Cuando llegó a la habitación de la chica, le desconectó el respirador que la mantenía viva. Después salió de la habitación y del hospital.
Cuando llegó de nuevo al coche, cogió el móvil.
Encarnación: Muerta.
Ricardo: De acuerdo, vente aquí.
Ricardo sacó una carpeta roja. Dentro había fotografías de mujeres. Todas ellas habían sido limpiadoras. Arriba de todas las fotos ponía: Eliminada, menos en la foto de Adelaida, que todavía no lo ponía, pero que muy pronto lo iba a poner. Dejó la carpeta sobre la mesa.
Ricardo cogió una pistola de su cajón y la cargó.
María Adelaida estaba en su labor, cuando fue al despacho de Ricardo. Lo estuvo limpiando, pero aprovechó la situación para registrarlo y Adelaida se quedó pasmada cuando encontró en una carpeta roja fotografías de mujeres, todas ellas ponían Eliminada, menos en la que salía ella.
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Encarnación llegó al caserón. Allí se reunió con su marido, que la estaba esperando.
Ricardo: Ha picado el anzuelo, esta ahora mismo en mi despacho viendo la carpeta roja.
Encarnación: La tenemos rodeada. Matémosla.
Ambos fueron hasta donde estaba María Adelaida. Ricardo llevaba una pistola. Estaba dispuesto a disparar.
Cuando estos dos iban a entrar a matar a Adelaida, sonó el móvil de la mujer.
María Adelaida: ¿Diga?
Enfermera: ¿Señora Adelaida? Su hija acaba de fallecer. Lo sentimos mucho. La operación la podría haber salvado, pero como usted no nos ha pagado, pues no la hemos operado y la niña ha muerto. Lo siento.
La enfermera colgó y dejo a la limpiadora con una tristeza en el cuerpo. Estaba recordando ahora las palabras de su hija:
Mama, ¿me voy a morir? Si me voy al cielo siempre pensaré en ti. En mis amigas no, porque nunca me han querido. Siempre me han dado de lado y ahora cuando más las necesito no están conmigo. Así que si tu, que eres la única persona que tengo en el mundo no me quiere....
Esta vez si era verdad, su hija había muerto. La mujer sentía una pena impresionante, cuando de repente, los Civera aparecieron ante ella. Ricardo, con una pistola en la mano avanzó hasta la mujer.
Cuando todo parecía perdido, María Adelaida se abalanzó sobre el hombre. Hubo un forcejeo, y la pistola se disparó. Nadie nunca supo quién apretó el gatillo, pero la bala había llegado hasta el estómago de Encarnación.
Hubieron muchos gritos, mucha desesperación. Juan Alberto llegó a la estancia por los gritos. Los hermanos gemelos también bajaron y echaron al llorar al ver a su madre en el suelo con un disparo.
Ricardo: ¡Llamad a una ambulancia! ¡Socorro! ¡Ayuda!
María Adelaida estaba impresionada por lo que acababa de suceder. Así que corriendo fue a por la foto se le cayó a Ricardo días anteriores que tenía una mujer en una piscina ahogada. Se subió al coche de los Civera y corrió a la ciudad a la comisaría mas cercana.
Continuará...
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