Parca Producciones 2012. Con la tecnología de Blogger.
El zoo cap. 9
3:16 |
Editar página
Todos estaban consternados, la muerte de Berta, no había hecho nada más que traer malas caras y disgustos. A pesar de todo, la habían perdonado. Todos menos Natalia fueron a su entierro. Natalia estaba en ese momento con Verónica y José buscando a Ángela y Luna, que estaban perdidas en la Cueva de los Murciélagos
MARTA: Que pena de chica, con lo joven que era...
PAUL: Si...
CELIA: ¡Se lo tiene merecido!
PAUL: ¡Mamá! No hay que desearle la muerte a nadie.
CELIA: Yo no la he deseado, solo la he celebrado, que es diferente.
PAUL: Da igual, eso no esta bien.
CELIA: ¡Qué intentó matar a la niña!
MARTA: Y también la salvó. Que es lo más importante.
CELIA: Bueno, ¡tenemos que abrir el zoo! El mundo no se para aquí. ¡Vamos!
Al final, y de mala gana, todos tuvieron que trabajar al zoo.
En su despacho...
PAUL: Madre, ¿han encontrado ya a las niñas?
CELIA: ¡¿Y yo que sé?! ¿Me ves a mí con cara de adivinia?
PAUL: Bueno… solo preguntaba.
María Shaw, se encontraba en el teatro de Madrid. Iba a ofrecer un espectáculo.
SEÑOR: Lo siento señora, pero usted no puede pedir aquí un espectáculo como si nada. Son las reglas.
SHAW: ¡Por favor! No le pido nada más.
SEÑOR: Que no señora.
SHAW: ¡Tu no sabes quien soy yo!
SEÑOR: Mmmm... pues no. Si usted dice que es tan conocida en el mundo de la interpretación ¿cómo es que yo que trabajo aquí en este teatro nunca he oído hablar de usted?
SHAW: Yo nunca he suplicado a nadie. Pero esta vez lo haré.
María Shaw se puso de rodillas. Y suplicó.
SEÑOR: ¡Déjeme en paz! ¡Puta!
SHAW: ¡A mí nadie me deja en evidencia! (se levantó) ¡Te mataré!
Fabio, que estaba observando la escena, se dio cuenta que ya había llegado todo demasiado lejos y entró y sacó a María.
FABIO: Madre, tranquilícese. Así no llegamos a ningún sitio.
SHAW: Quiero ir al zoo.
FABIO: ¿Qué?
SHAW: Sí, quiero ir. Necesito a esa niña ¡YA!
En la cueva de los murciélagos…
VERÓNICA: ¡Hija!
LUNA: ¡Mamá!
Por fin las habían encontrado. Natalia también abrazó a su hija y José se quedó mirando esta bonita escena.
JOSÉ: Bueno… sentimos mucho haber interrumpido en un día así en el que estabáis de entierro.
VERÓNICA: Si, lo sentimos.
NATALIA: No, los que lo sentimos somos nosotros, los encargados del zoo, esta parte debía de estar desinfectada. Menos mal que las niñas no han cogido ningún virus ni catarro ni nada…
VERÓNICA: Solo unas heridas.
LUNA: Si, nos las hicieron los murciélagos.
JOSÉ: Bueno pero ¿tenéis enfermería verdad?
NATALIA: Por desgracia, la chica que murió era Berta, era la enfermera.
Todos se sentaron al restaurante en una merienda.
NACHO: Bueno, hemos perdido a Berta, pero la verdad es que no hemos perdido mucho.
VERÓNICA: ¿Y era maja esa tal Berta?
CELIA: Oy oy oy ¡si yo te contara! ¡Era un bicho!
JOSÉ: ¿En serio?
NATALIA: Si… ¿conocéis a María Shaw?
VERÓNICA: Me temo que no…
PAUL: Mejor, ni conocerla.
ÁNGELA: ¿Y como acabásteis en el zoo?
LUNA: Pues porqué mis papás tomaron el desvío.
ÁNGELA: Toma mi teléfono.
Ambas se dieron sus teléfonos.
LUNA: Mami, ¡podrían venir ellos a nuestra casa de la playa!
ÁNGELA: ¿En serio?
VERÓNICA: ¡Huy! Pues es verdad.
Marta estaba recogiendo la mesa en la que habían estado merendando en el centro del restaurante. En medio de la faena, encendió la televisión. Estaban dando las noticias...
LOURDES MALDONADO: La gran noticia del día: Unos científicos de Maponto han sido hallados en su laboratorio. Al parecer habían estado investigando una vacuna contra el cáncer. Han puesto en cuarentena a los sujetos. Están en estado melancólico. Son agresivos y entre ellos mismos se han mordido. En las próximas horas les avanzaremos más.
MARTA: ¡Oh! No puede ser…
En la salida del zoo…
VERÓNICA: Bueno, ya sabéis, este es nuestro teléfono.
JOSÉ: ¡Que coño teléfono! Esta primavera, estáis los tres invitados a la playa.
ÁNGELA: ¡Bien! ¡Siiii!
LUNA: Podrás ver mi casa.
ÁNGELA: ¡Qué bien!
JOSÉ: Bueno, nosotros nos vamos, que se hace de noche.
NATALIA: Sí, nosotros también ¿verdad Paul?
PAUL: Si, y muchas gracias por todo. ¡Iremos sin falta a la playa!
VERÓNICA: Si ¡adiós!
Al día siguiente...
ÁNGELA: ¡Ande ande ande, la marimorena, ande ande ande que ya es noche buena!
NACHO: ¡Feliz navidad Ángela!
ÁNGELA: ¡Feliz Navidad!
NACHO: Hoy nochebuena. ¡Cenaremos todos aquí!
ÁNGELA: Ya, me lo dijo mi madre.
Paul y Natalia estaban en la cueva oscura. Estaban practicando el acto sexual. Ahí, a escondidas, sin que nadie les pillara.
PAUL: ¡Oh!
NATALIA: ¡Oh si! ¡Oh!
PAUL: Puffff esto ¡no se ve todos los días!
NATALIA: Si, jajaja.
De golpe, Ángela iba entrando.
ÁNGELA: ¿¡Mamá!?
NATALIA: ¡Mierda! ¡Que viene la niña!
PAUL: ¡La ropa! ¡Dame mis calzoncillos!
NATALIA: ¡Escóndete!
Paul se escondió, justo en el tiempo en que Ángela apareció.
ÁNGELA: ¿Mamá? ¿Qué haces en bragas?
NATALIA: Pues... pues, porque tenía calor.
ÁNGELA: ¿Calor? Si hace frío...
Todos se sentaron en la mesa a cenar. Muchos cantaban, otros como Celia estaban enfurruñados.
MARTA: ¡Bueno! ¿Cenamos?
ÁNGELA: ¡Sí!
CELIA: ¡Bah! Yo me voy a casa.
PAUL: ¡Tú que te lo pierdes! Cabezona.
Celia se abrigó y salió a la oscuridad de la noche. Todo el mundo estaba en sus casas, celebrando, la nochebuena, con lo cual, no había ni un alma en la calle. A toda velocidad pasó un coche que arroyó a Celia, disparándola varios metros hacia el frente.
Marta echó a llorar en ese momento.
PAUL: ¿Qué te pasa? ¡Es Navidad!
MARTA: Pues vaya mierda de Navidad... nunca pensé que diría esto, pero... ¿A ti te parece esto una Navidad? Aquí, cuatro gatos al rededor de una mesa en un bar de un zoo, sin estar con su familia... esto no es una Navidad.
NACHO: ¡Oye! Que seremos cuatro gatos, pero somos los mejores. Y sí que tienes una familia.
NATALIA: Por supuesto. Nosotros somos tu familia.
Del coche salieron dos personas. María Shaw y Fabio.
FABIO: Es la directora...
Ambos se acercaron a la mujer, que estaba tirada en el suelo. María le tomó el pulso. En ese momento Celia abrió los ojos.
CELIA: ¡Ah! ¡Apártate! (intentó levantarse)
SHAW: No, tú de aquí no sales.
Celia, había sido siempre una mujer muy dura y nunca se había achantado ante nadie, pero esta vez había dado con una piedra mayor.
CELIA: Por favor...
SHAW Fabio, saca la pala. Esta noche va a ser muy larga.
CELIA: ¿Qué me vais a hacer?
SHAW: Nada, una cosillla... Celia, acabas de interrumpir mis planes. Necesito 30 cadáveres de niños más para llegar a los 200, que llevo acumulándolos desde hace años... Cuando tenga mis 200 ventrilocuos iré a Raven's Fair y...
FABIO: ¡Madre! ¿Por qué le cuenta el plan? (le da la pala)
SHAW: Pues porque esta mujer no va a salir de esta. Al menos, será la primera en saber la verdad. (se dirigió a ella) Voy a ir a ese zoo, mataré a la niña, después lo quemaré con todos tus empleados dentro y cuando estén muertos y bien muertos... ¡¡¡ZAS!!!
En ese momento le da un palazo en la cabeza.
María Shaw y Fabio fueron a un lugar apartado y enterraron a Celia. Cuando acabaron de enterrar, María habló.
SHAW: Vamos a ese zoo. Conseguiremos a la niña.
Estos se montaron en el coche y se fueron. Bajó tierra, Celia abrió los ojos. Estaba enterrada y viva.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)