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El zoo cap. 5
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Natalia estaba tumbada en la cama. A su lado estaba Paul. Ambos estaban dormidos. De repente, esta abrió los ojos y miró bruscamente el despertador. Eran las ocho y cuarto de la mañana. Hace quince minutos que debían de estar en sus puestos de trabajo.
Natalia enloquecida despertó a su novio. Como ninguno de los mayores la había despertado, Ángela seguía dormida. Ella tenía colegio y en diez minutos, pasaba el autobús en frente del zoo como todas las mañanas. Habían llegado a ese acuerdo, porque a la niña le gustaba ir el tiempo antes (teniendo en cuenta que cuando no se levantan tarde entran al zoo a las ocho menos cuarto) para jugar con los animales.
En ese momento, estaba soñando... una pesadilla. En la pesadilla, Ángela iba en dirección a su habitación, de su casa. Cuando misteriosamente, se encontró la sábana de la cama levantada. Se veía una mano bajo ella. Ella levantó la sábana y aparecía una niña. Posteriormente, se le cayó la cabeza.
ÁNGELA: ¡Socorro!
Natalia despertó a su hija.
NATALIA: Vamos cariño, que llegas tarde al cole.
ÁNGELA: ¡Mamá! Hoy es sábado. No tengo escuela.
NATALIA: Pues es verdad....
PAUL: Bueno, en todo caso, nosotros debemos ir a trabajar.
NATALIA: Si, ¿te vienes al zoo?
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En la cafetería del zoo...
CELIA: ¡Nada! Y que no llegan ¿eh?
MARTA: Anda, tómese el café ya y tranquilícese. A estas horas de la mañana no suele venir nadie.
CELIA: Y con lo que pasó ayer, no se quién va a venir. Lo que me extraña es que no estén los mamones del juzgado cerrándonos el zoo.
MARTA: Bueno, yo sigo limpiando mi cocina ¿vale?
Celia terminó el café y salió del restaurante con mucha prisa. Estaba muy nerviosa, pues Natalia ni Paul habían llegado ya. Pensaba darles un escarmiento. Y de los buenos...
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Una vez entrados al zoológico, la pareja se disolvió. Cada uno fue a su respectivo lugar de trabajo. Paul se cruzó por el camino con Berta.
BERTA: Oye, acabo de ver pasar a Celia. Iba a su despacho y con cara de pocos amigos... creo que está enfadada... y con razón ¡que no son horas de llegar!
PAUL: ¿Tu me vas a decir a mí lo que tengo que hacer?
BERTA: Por desgracia aún no...
PAUL: ¿Cómo que aún?
La mujer se dio cuenta del fallo que acababa de cometer.
BERTA: Perdona, me he confundido.
PAUL: Si, últimamente estamos muy confusos todos ¿verdad?
Paul fue al despacho de la directora, para comprobar que todo iba bien y que su madre no había tomado con el uno de sus mosqueos, que ya se conocían. Cuando entro al despacho, lo que vió fue lo siguiente: Su madre estaba tirada en el suelo, parecía inmóvil.
PAUL: ¡Mamá!
Este se acercó a ella. Y justo cuando le fue a volver la cara (estaba boca abajo) esta saltó y grito: “¡Buuuuuuhh!”
PAUL: ¡Joder! ¡Joder! No ha tenido ni puta gracia. ¿Sabes el susto que me has dado?
CELIA: Jajajajajajajaja ¡Te lo mereces!
PAUL: ¿Perdona? ¿Me he perdido algo?
CELIA: No, el que se lo pierde eres tú. Más me va a doler a mí, cuando tenga que despedir a mi propio hijo.
PAUL: Eso no va a pasar.
CELIA: ¿Ah si? ¿Y como lo sabes?
Paul se fue. Sin duda alguna, esa fue una broma de muy mal gusto. Vamos, como todo lo que hacía su madre últimamente. Así que, pasando del tema, fue a alimentar a los leones.
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ÁNGELA: Mamá, voy a dar una vuelta.
NATALIA: Vale hija, pero no te vayas muy lejos, que ya sabes lo que pasó ayer.
Nacho, que estaba de turno de vigilancia en la entrada, no pudo evitar oír la conversación entre madre e hija, y cuando la pequeña se fue, este habló.
NACHO: Debes de estar destrozada. Supongo que no es fácil.
NATALIA: ¿De qué me hablas?
NACHO: Bueno... digamos que se corre la voz. Todo el zoo sabe que el loco de ayer era tu ex.
NATALIA. ¡Ah! Pues ya me quedo más tranquila... vamos, de puta madre.
NACHO: Por eso te digo. Que debes estar muy destrozada. Después de que te dejara y ahora verle...
NATALIA: Mira, Ignacio. Para empezar, NO ESTOY DESTROZADA. Lo que haga ese señor a mí me da igual. Es más, ayer al verle no sentí nada. He rehecho mi vida.
NACHO: Pero el es el padre de tu hija.
NATALIA: ¿¡Perdón!? ¿Cómo sabes tu eso?
NACHO: Marta...
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Marcos venía de muy lejos. Hace apenas unas horas, acababa de enterrar a su madre. Y estaba ahí, aproximándose a la puerta del zoo. Pero alguien le retuvo. Era Fabio.
FABIO: Me he enterado que te han despedido.
MARCOS: ¿¡Pero quien coño eres tu!?
FABIO: Alguien que seguramente busca lo que tú. Venganza.
MARCOS: ¿Qué tipo de venganza?
FABIO: Bueno... yo no busco exactamente eso. Verás, yo lo que quiero es algo de ahí adentro del zoo. Y solo no lo puedo conseguir.
MARCOS: ¿Cuántos más sois?
FABIO: En total, somos dos. Tengo otro infiltrado ahí adentro.
MARCOS: Está bien, cuenta conmigo. Pero cuéntame TO-DO.
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Cuando dio la hora de comer. Natalia entró furiosa en el bar.
NATALIA: ¡Eres una bocazas!
MARTA: ¿Y ahora qué...?
NATALIA: ¿Eso es ser una amiga? A la primera de cambio, le cuentas a Nacho el primer chisme que se te viene a la cabeza, solo para ganarte un polvo con el niñato, y además sin importarte que yo te haya dicho que era un secreto.
MARTA: Pero venga... por favor, no es para tanto.
NATALIA: ¡Es que me da igual! ¡Si es para ponerse así! No quiero que mi hija se entere de que ese enfermo entro ayer a matar a todo dios, era su padre.
MARTA: ¿Entonces que le has dicho a la niña acerca de su padre?
NATALIA: Pues... que... que no tiene.
MARTA: ¡Tia! ¡¿Estás loca?! ¿Cómo se te ocurre decirle eso a la niña?
NATALIA: Lo sabe desde que tiene uso de razón, para ella no hay ninguna figura paterna.
MARTA: Hasta ahora...
NATALIA: ¿?
MARTA: Paul. Estás con el. Y vives con el y con la niña.
NATALIA: Pues mira, ahora que lo dices, sí, me gustaría que se fijara en el como figura paterna.
En ese mismo momento entro Paul, y se sentó en otro taburete.
NATALIA: ¿Qué te pasa? ¿A qué viene esos morritos?
PAUL: Mi madre...
NATALIA: ¡Oh! Que novedad...
MARTA: ¿Qué ha pasado esta vez?
PAUL: Pues que ahora, está molesta por haber llegado hoy tarde y va y solo se le ocurre tumbarse en el suelo y hacerse la muerta, vamos, como una niña chica.
NATALIA: En serio cariño, llévala a un psicólogo.
MARTA: O a una residencia.
PAUL: ¡Por favor! No desvariéis. Que tampoco es tan mayor.
NATALIA: No, solo tiene ¿sesenta años?
PAUL: Sesenta y tres. Además, es la directora del zoo, y precisamente, está bastante cuerda.
NATALIA: Lo que yo digo, que es tonta.
MARTA: Bueno... me tengo que ir...
Celia fue a ver que tal le iba a Berta en la enfermería. Pero se paró en la puerta, al escuchar que esta estaba hablando con alguien por teléfono.
BERTA: Has conseguido un infiltrado y ¿quién es? .......... Vale, de acuerdo, en cuanto le vea por aquí, hablaré con el, no viene de más que haya más de uno......... si, no te preocupes....... no, no no, ella piensa que sigo enamorada hasta las trancas.
Celia entró de golpe.
CELIA: No bonita. No me creo que estés “enamorada” de mí. Dame ese móvil. ¿Con quién hablabas?
BERTA: Eso no es de su incumbencia. Estoy haciendo mi trabajo.
CELIA: Por segunda y última vez. Dame ese móvil.
BERTA: No.
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Marta estaba en la cocina. Acababa de desenterrar una caja, de la zona de los patos. La abrió y en su interior había documentos en otros idiomas. En el encabezado de cada hoja se podía leer claramente "Progetto Maponto". Los papeles estaban en italiano. Entonces sonó su móvil.
MARTA: Che cosa?
[...]: Hai trovato?
MARTA: Se.
[...]: E 'molto importante per il progetto. Si prende il sangue da animali, in modo che con i nostri progressi in laboratorio otteniamo una cura ...
MARTA: D'accordo. Contare su di esso.
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Aprovechando que era la hora de comer, y que todo estaba cerrado, Marcos se coló en el zoo por la zona del teatro acuático. Como había trabajado en el, sabía una forma de entrar sin que nadie se enterase. Así que, con sumo cuidado entró y se dirigió a la jaula de Gaby, el gorila del zoo.
Le soltó el cerrojo de la puerta y digo golpes sobre ella para llamar la atención del animal. Acto seguido, este se despertó. Marcos salió corriendo y escapó por donde entró.
Mientras tanto, en la enfermería...
CELIA: O me la das o vamos a acabar muy mal.
BERTA: Es mi móvil. Es MÍO.
Celia se abalanzó sobre la enfermera y intentó quitarle el móvil. Esta se zafó y empujó a la mujer contra la mesilla de las inyecciones, desafortunadamente, Celia se pinchó con una inyección que estaba ahí. Lo peor de todo, era que la inyección contenía la vacuna letal, que se usaba contra los animales para acabar con su sufrimiento para siempre: para matarles.
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El gorila salió de la jaula con brusquedad y por delante de el pasó Ángela. Este agarró tan rápido a la niña como pudo. Marta, Natalia, Nacho y Natalia que estaban el bar y vieron lo sucedido salieron corriendo a la ayuda. No podían dar crédito a lo que veían.
En las afueras del zoo, en la mansión de María Shaw estaba Fabio con ella. La mujer, de cara con heridas a causa de su vejez, dientes afilados y ojos grandes y verdes como platos. Su aspecto era realmente aterrador...
FABIO: ¡Ya casi lo tenemos!
SHAW: Quiero que me traigáis a Ashen.
FABIO: Señora, la tumba de Ashen está donde el zoo. Ese zoo era hace diez años el cementerio donde enterramos a Ashen. Por eso le buscamos ahí. En la cueva de los murciélagos, ahí lo enterramos ¿te acuerdas? pero tenemos que organizar una búsqueda allí y para ello necesitamos quitarnos del medio a la directora.
SHAW: Mi paciencia tiene un límite...
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