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El zoo cap. 3
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Celia fue a su despacho. Se sentó cogió su teléfono y marcó el número del extraño visitante.
CELIA: ¿Hola? Soy la directora del zoo...
SEÑOR: Vaya... veo que por fin os habéis dignado a contestarme.
CELIA: ¿Lo dudabas? Haré lo que sea para que este zoo siga en pie...
Llamaron a la puerta del despacho. La mujer tuvo que colgar la conversación. Por la puerta entraron la mujer del chico atacado, dos policías y otro señor más elegante, un juez de guardia.
MADRE: ¡Es ella! ¡Es la directora!
JUEZ: ¿Podría venir conmigo a tomar declaración?
CELIA: A ver... que yo no tengo culpa de nada de lo que pasó en el espectáculo acuático.
JUEZ: Si que la tiene. Es su responsabilidad como directora del centro.
CELIA: ¿Podemos quedarnos asolas esta mujer y yo?
Los demás abandonaron la sala dejando a las dos dentro.
CELIA: A ver... seguro que hay alguna otra forma de que esto acabe bien.
MADRE: No la hay.
CELIA: ¿Es usted médico?
MADRE: ¿Por qué me lo dices?
CELIA: Jejeje... se le están saliendo del bolso un libro de medicina.
MADRE: Estoy estudiando la carrera. Por ahora soy ATS.
CELIA: Yo veo a esto todo una gran solución... ¿Quieres ser la nueva enfermera del Zoo?
MADRE: ¿Cuánto cobraría?
CELIA: Una cantidad considerable, el dinero no es molestia.
MADRE: De acuerdo. Mi nombre es Berta... Pero EXIJO que sea expulsado del centro el acróbata...
CELIA: Yo soy Celia. Haré todo lo posible por ello. ¿Vienes por la tarde y arreglamos los papeles?
BERTA: De acuerdo.
Berta, salió del despacho y le dijo a los policías y el juez que todo estaba arreglado. El zoo cerró. Ya eran las ocho pasadas. Había acabado la primera jornada completa... y había estado movidita. Pero antes de que todos se fueran, Celia tenía que hablar con Marcos. Lo encontró en el acuario.
CELIA: Hola.
MARCOS: Ya se lo que me viene a decir.
CELIA: Te tendré que despedir. Eso o me cierran el zoo.
MARCOS: ¡No por favor! ¡Haré lo que sea!
CELIA: La madre del chico me ha venido a mi a llorar y me ha calentado la cabeza. Le he tenido dar la razón por no darle una hostia bien dada. Así que ale a la calle...
MARCOS: Llevo toda mi vida para trabajar en un lugar de estos estudiando biología, animales, las ciencias de la naturaleza. Tengo mi carrera. Veinte años de estudio tirados a la calle en menos de dos horas.
CELIA: ¿Y qué coño quieres que haga? Bastante he hecho que no me van a cerrar el zoo.
MARCOS: Mi madre está enferma de cáncer terminal. No tiene curación. Le han dado un año. Pero este verano, iba a cumplir su último deseo con el dinero que sacará de mi trabajo aquí: llevarla a morir a la costa del sol. Donde ella nació. Pero si me despides no podré hacerlo. La única forma de agradecerle a mi madre, la persona que me ha dado la vida y que se va a morir delante de mis ojos sin yo poder hacer nada... ni cumplir su último deseo. Cuando todos me insultaban, cuando me ponía enfermo, cuando tenía algún problema, ella estaba ahí para apoyarme, para ayudarme y ahora cuando ella me necesita yo no estoy. Tiene sesenta y dos años. La enfermedad se la ha chupado. No ha vivido ni la mitad de lo que podría haber vivido. La quiero, es mi madre. Madre solo tengo una y se me va a ir... para siempre jamás. Nunca más volveré a verla y...
CELIA: Yo también tengo algo que decirte. Todo lo que me dices me lo paso por la punta del potorro cariño mío... ¿eh? ¡Así que venga ALE! ¡A LA CALLE! Lo que me faltaba ya... chantaje emocional ¿¡A MÍ!?
MARCOS: Eres un ser cruel, sin corazón...
CELIA: ¡A ver si la palma ya tu madre de una puta vez que ya tiene una pata mas pa’ya que pa’ca!
Marcos se fue muy dolido por esas palabras. Esa señora le parecía un ser sin corazón que no merecía nada más que estar sola y pudrirse en el infierno.
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Paul ya no tenía que alimentar más animales por hoy, así que fue a ver que tal le iba en su puesto a Natalia. Esta, se había ido un poco molesta de la comida, porque la madre de el la había cancelado.
PAUL: Hola... ¿qué tal lo llevas?
NATALIA: Ahora mismo estoy muy liada. No tengo tiempo.
PAUL: Lo siento.
NATALIA: ¿Qué es lo que sientes? ¿Qué tu madre nos haya dejado en plantón? ¿Sientes que mi hija no haya comido nada hoy por culpa de ella?
PAUL: No me parece justo que me culpes de todo lo que hace mi madre.
NATALIA: Pues a mí si. ¿Sabes? No quiero que te acerques ni a mi hija ni a mí. Por ahora.
Paul se tuvo que ir. La cajera estaba muy liada cobrando a la gente que visitaba el Zoo. Al girarse vio a Marcos sentado sobre la verja de entrada al zoológico. Fue hacia el.
PAUL: Tio... me he enterado de lo que te paso con el niño... lo siento.
MARCOS: Pues no lo sientas. Yo ya estoy en la calle.
PAUL: ¿¡QUÉ!?
MARCOS: Tu madre me ha despedido. Si no lo hacía, le obligaban a cerrar el zoo.
PAUL: Estarás destrozado.
MARCOS: No te puedes imaginar cuanto... me voy. Yo ya no pinto nada aquí. Adiós.
Celia fue al bar. Allí, se sentó en la barra y pidió una bandeja de buen jamón.
MARTA: Aún me tiene que explicar porqué había envenado la comida.
CELIA: Yo no tengo nada que explicarte.
MARTA: Si tu lo ves así... ¿quién me dice a mí que el jamón que estas comiendo no era el que tenía dentro de la sartén que envenenaste?
La directora escupió la comida que tenía en la boca.
CELIA: No serías capaz...
MARTA: Mire, señora, usted y yo no hemos empezado con buen pie. Le propongo algo. Me cuenta la verdad y yo...
De repente, Berta, la madre del chico atacado por el león marino y la futura enfermera del zoo entró al bar.
BERTA: ¡Oh! ¡Te he buscado por todos lados! Mira, aquí traigo todo. Solo hay que firmar.
Ambas firmaron.
BERTA: Me siento atraída por usted.
Acto seguido, esta la beso. Celia instantáneamente la abofeteó ante la mirada de Marta.
MARTA: Bueno... creo que yo sobro aquí.
La cocinera se adentró en su cocina.
CELIA: ¿Desviada? ¿¡Aquí!?
BERTA: Tome, yo se que usted estaba intentando conseguir un arma, aquí la tiene, es mi forma de demostrárle mi amor por usted...
La enfermera le entregó un revolver a Celia. Esta lo tomó.
CELIA: Pero... ¿cómo?
BERTA: He visto odio en su mirada. Todo el mundo, TODOS, hemos deseado una vez quitarnos a alguien del medio. Alguien que sobra, que nos estorba. Yo ya lo he hecho con alguien y con esa misma arma. Ahora, se la regalo a usted.
CELIA: Incorpórese a su enfermería inmediatamente. La tienen lista ya. Ah y otra cosa, no vuelva a insinuarme en la vida ¿estamos? yo estoy viuda bonita, y por ahora, sigo en mi acera.
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El zoo había cerrado. Eran las ocho de la tarde y ya había anochecido.
ÁNGELA: ¡Mamá! ¿Nos vamos ya a casa?
NATALIA: Si cariño. ¿Qué tal te lo has pasado hoy jugando en el zoo?
ÁNGELA: Muy bien, he estado jugando con un mono.
NATALIA: ¿Con un mono?
ÁNGELA: ¡Siiiiii! ¡Es mi amigo!
La directora y su hijo Paul que también se retiraban ya a su casa, pasaron por donde estaban ellas.
PAUL: Hasta mañana Natalia.
Esta no le contestó.
CELIA: ¿Por qué malgastas tiempo de tu vida en hablarle a la barriobajera?
PAUL: ¡Por que la amo! Porque cuando estoy lejos de ella siento que falta algo dentro de mí y porque cuando estoy con ella estoy a mil.
Natalia se lanzó a los brazos de Paul y lo besó con fuerza.
ÁNGELA: ¡Bieeeeeen! ¡Vivan los novios!
NATALIA: ¿Quieres venir a vivirte con nosotras? A mi casa.
La pregunta cortó el rollo. Solo se conocían de hace 2 días como aquel que dice.
PAUL: No, lo siento, aún es pronto para eso.
Paul estaba tan afectado por la pregunta que le acababa de hacer que se fue sin decir más con su madre. El había estado con muchas mujeres, pero nunca ninguna le había pedido irse a vivir con el.
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Berta salió de la enfermería. También, como todos se iba a casa. Nacho le dio las buenas noches, el también se iba marchando. El móvil de la mujer sonó.
BERTA:¿Diga?
SEÑOR: ¿Y bien?
BERTA: Objetido cumplido. Estoy en el zoo. Ahora te toca a ti.
SEÑOR: Mañana mismo me presentaré allí. Les he dicho que les traeré el tigre de sable.
BERTA: Pero eso es mentira ¿no?
SEÑOR: Es una tapadera... ambos sabemos nuestro objetivo a cumplir en ese zoo. Tu ya estás en el tuyo y yo quiero estar en el mío.
BERTA: Le he entregado el arma a la directora y le dije lo de que estoy "enamorada" de ella ¡ja-já! nunca creo que vaya a sospechar de una mujer tan indefensa como yo. Cuando tu estés dentro, encontraremos lo que buscamos, te lo juro por mi vida.
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