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La Despechada cap. 4
15:27 |
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1x04: Mentiras y engaños
María Adelaida estaba limpiando los jardines y de repente, a toda prisa, la señora Civera llegó hasta ella.
Encarnación: María Adelaida... acaban de llamar del hospital. Tu hija a muerto.
María Adelaida no sabía que pensar. Estaba bloqueada. No esperaba esta noticia.
Encarnación: Nos han dicho que vayas al hospital. Tienen que empezar a tramitar la defunción. Puedes tomarte el día libre... Ah y lo siento mucho.
María Adelaida cogió un taxi. Iba al hospital. Cuando llegó a este, fue corriendo a la habitación de su hija. Pero para sorpresa de María, su hija estaba en la cama y estaba viva.
María Adelaida: ¡Hija!
Sofía: Mama...te he echado mucho de menos. ¿Dónde estabas?
María Adelaida: He estado trabajando. Voy a conseguir dinero para la operación.
Sofía: Mama, ¿me voy a morir? Si me voy al cielo siempre pensaré en ti. En mis amigas no, porque nunca me han querido. Siempre me han dado de lado y ahora cuando más las necesito no están conmigo. Así que si tu, que eres la única persona que tengo en el mundo no me quiere....
María Adelaida se sintió orgullosa de su hija y después de despedirse de ella salió en dirección al caserón Civera.
Al llegar allí, lo primero que hizo fue buscar a Encarnación, cuando la encontró la agarró del cuello y empezó a apretarle.
María Adelaida: Hija de puta, ¿cómo puedes ser tan mentirosa? ¿por qué me dices que mi hija ha muerto? Zorra..
La asistenta estaba cortándole la respiración a la señora Civera. Estaba morada. Ya no podía aguantar más...
Entonces Juan Alberto golpeó fuertemente a María Adelaida, haciendo que soltara a Encarnación y cayendo esta al suelo. Con tantos gritos, el señor Civera llegó.
Ricardo: ¿Qué le ha pasado?
Juan Alberto: La estaba asfixiando esa puta. Tenemos que matarla.
María Adelaida corrió a su habitación. Cuando llegó se encerró en la habitación y se escondió debajo de la cama.
Ricardo: ¡No podrás estar escondida eternamente!
María Adelaida: ¡Dejadme en paz por favor!
Ricardo: Tienes prohibido salir del recinto del caserón. Juan Alberto te estará vigilando las veinticuatro horas del día. ¿Estamos?
________________________________________________________________
Ricardo se fue con su esposa a la cama.
Ricardo: ¿Estas bien cariño?
Encarnación: Si. Esa chacha sabe mucho. Hay que eliminarla. La otra noche, intentó subir al desván, y lo más probable es que viera a Jeremías subir.
En la habitación de María Adelaida, estaba recordando la voz de la persona que subió al desván. ¿Quién sería esa persona? ¿Por qué vivía en el desván?
Ricardo sacó una carpeta roja. Dentro había fotografías de mujeres. Todas ellas habían sido limpiadoras. Arriba de todas las fotos ponía: Eliminada, menos en la foto de Adelaida, que todavía no lo ponía, pero que muy pronto lo iba a poner.
Encarnación: Muy pronto, la carpeta roja tendrá una eliminada más...
Ricardo: Si, y cuando eso pase, estaremos preparados.
María Adelaida estaba limpiando los jardines y de repente, a toda prisa, la señora Civera llegó hasta ella.
Encarnación: María Adelaida... acaban de llamar del hospital. Tu hija a muerto.
María Adelaida no sabía que pensar. Estaba bloqueada. No esperaba esta noticia.
Encarnación: Nos han dicho que vayas al hospital. Tienen que empezar a tramitar la defunción. Puedes tomarte el día libre... Ah y lo siento mucho.
María Adelaida cogió un taxi. Iba al hospital. Cuando llegó a este, fue corriendo a la habitación de su hija. Pero para sorpresa de María, su hija estaba en la cama y estaba viva.
María Adelaida: ¡Hija!
Sofía: Mama...te he echado mucho de menos. ¿Dónde estabas?
María Adelaida: He estado trabajando. Voy a conseguir dinero para la operación.
Sofía: Mama, ¿me voy a morir? Si me voy al cielo siempre pensaré en ti. En mis amigas no, porque nunca me han querido. Siempre me han dado de lado y ahora cuando más las necesito no están conmigo. Así que si tu, que eres la única persona que tengo en el mundo no me quiere....
María Adelaida se sintió orgullosa de su hija y después de despedirse de ella salió en dirección al caserón Civera.
Al llegar allí, lo primero que hizo fue buscar a Encarnación, cuando la encontró la agarró del cuello y empezó a apretarle.
María Adelaida: Hija de puta, ¿cómo puedes ser tan mentirosa? ¿por qué me dices que mi hija ha muerto? Zorra..
La asistenta estaba cortándole la respiración a la señora Civera. Estaba morada. Ya no podía aguantar más...
Entonces Juan Alberto golpeó fuertemente a María Adelaida, haciendo que soltara a Encarnación y cayendo esta al suelo. Con tantos gritos, el señor Civera llegó.
Ricardo: ¿Qué le ha pasado?
Juan Alberto: La estaba asfixiando esa puta. Tenemos que matarla.
María Adelaida corrió a su habitación. Cuando llegó se encerró en la habitación y se escondió debajo de la cama.
Ricardo: ¡No podrás estar escondida eternamente!
María Adelaida: ¡Dejadme en paz por favor!
Ricardo: Tienes prohibido salir del recinto del caserón. Juan Alberto te estará vigilando las veinticuatro horas del día. ¿Estamos?
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Ricardo se fue con su esposa a la cama.
Ricardo: ¿Estas bien cariño?
Encarnación: Si. Esa chacha sabe mucho. Hay que eliminarla. La otra noche, intentó subir al desván, y lo más probable es que viera a Jeremías subir.
En la habitación de María Adelaida, estaba recordando la voz de la persona que subió al desván. ¿Quién sería esa persona? ¿Por qué vivía en el desván?
Ricardo sacó una carpeta roja. Dentro había fotografías de mujeres. Todas ellas habían sido limpiadoras. Arriba de todas las fotos ponía: Eliminada, menos en la foto de Adelaida, que todavía no lo ponía, pero que muy pronto lo iba a poner.
Encarnación: Muy pronto, la carpeta roja tendrá una eliminada más...
Ricardo: Si, y cuando eso pase, estaremos preparados.
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