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El zoo cap. 2
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Marcos estaba muy nervioso. Esa misma mañana abría el zoo y el tenía su primer espectáculo acuático. En el debía hacer una serie de acrobacias con los leones marinos y con los delfines a la vista de un gran público.
1 HORA PARA QUE ABRA EL ZOO...
Era la hora de ir al colegio. El autobús paró justo delante de la puerta del zoo, como había quedado Natalia, la joven madre con el director del colegio de su hija.
NATALIA: Que tengas un buen día cariño.
ÁNGELA: Adiós mamá.
La niña montó en bus y este se fue. Entonces Natalia entró al zoo y se acercó a la caja registradora donde iba a pasar el resto del día. A ella se acercó Paul.
PAUL: ¿Qué? ¿Le gustó la cueva a la niña?
NATALIA: La verdad es que sí, se ha ido muy contenta al cole.
PAUL: Me alegro. He trabajado en otros zoológicos y a los niños les suelen gustar esas cosas.
NATALIA: Por cierto... ¿eso de la comida va en serio?
PAUL: Supongo que sí.
NATALIA: Tendremos que ir ¿no?
PAUL: Si… bueno te dejo, voy a ayudar a Marcos a pasar los delfines a los acuarios del teatro.
NATALIA: ¡Adiós!
Cuando llegó al teatro. Empezó a ayudar a su compañero Marcos.
PAUL: ¿Bueno y tu que tal? ¿Eres primerizo en esto?
MARCOS: Emm... tengo carrera de esto ¿sabes?
PAUL: Ams... lo ignoraba... De todas formas ¿tu eres muy callado no?
Por detrás apareció Nacho de golpe.
NACHO: ¡Ey! ¿¡Qué pasa!? ¿Qué hacéis?
PAUL: ¿Tu quien eres?
NACHO: ¿Yo? Yo soy Nacho...
PAUL: Yo me llamo Paul.
NACHO: Bueno... Paul ¿te vienes a tomar unas cañas al bar de Marta?
PAUL: Bueno... estoy ocupado ayudando a Marcos...
MARCOS: ¡No no! ¡Tu vete tranquilo!
PAUL: Pues ale.
15 MINUTOS PARA QUE ABRA EL ZOO...
CELIA: Hola... ¿ya estás preparada?
NATALIA: Más o menos... jejeje yo había hecho de cajera del Mercadona pero de ahí a esto hay un buen cacho.
CELIA: Tu tranquila... seguro que lo haces... aceptablemente. Por cierto, ¿sabrás como funciona la máquina registradora no? Mira para abrirla le das aquí y para meter el...
NATALIA: ¡Oiga! Puedo parecer tonta pero no lo soy...
CELIA: Que sosaina eres hija... yo solo había venido para ver que tal te iba, pero como veo que estas a lo tuyo me voy a comer una buena tajada de melón para desayunar.
NATALIA: ¡¿Cómo?!
Celia dejó a la cajera con la palabra en la boca y se dirigió hacia el restaurante de Marta. Allí entró y se encontró en la barra a Nacho y Paul. Esta se sentó en un taburete junto a ellos.
CELIA: ¿Qué? ¿De cháchara no?
NACHO: ¡Uy! Perdone Doña Celia...
CELIA: Perdonado estás.
De repente salió Marta de la cocina con una lata de berberechos caducada.
MARTA: ¡¿Cómo he podido yo dejar caducar esto?!
Esta apoyó la lata en la barra. Y se fue a seguir con lo suyo en la cocina.
CELIA: ¡Trae pacá!
PAUL: Pero...
La directora abrió la lata y empezó a coger los berberechos con los dedos y a llevárselos a la boca.
CELIA: ¿¡Qué miráis ahí como dos búhos!?
NACHO: No sé yo si es buena idea comerse una lata de berberechos caducados de hace dos meses...
CELIA: ¡Tu déjame! ¡Que lo que no mata engorda! Ay... no te queda nada por aprender en la vida chaval. Bueno, voy a la cocina que tengo que hablar con Marta. Adiós.
Esta entró a la cocina y aprovechando que Marta estaba en la despensa, se sacó del bolsillo el frasco del veneno y lo vertió en la sartén. Tras hacer eso, salió con rapidez de la cocina.
CELIA: ¡Hasta luego!
PAUL: Adiós... Anda que vaya jefa ¿eh?
NACHO: Es la que hay... ¡Dios! Ya es la hora.
HORA DE ABRIR EL ZOO...
Natalia se encargó de abrir las puertas del zoo. Había mucha más gente de la esperada. Esta se puso en la caja y fue despachando a la gente.
Celia, al ver entrar a la gente, se subió a un escenario que había preparado para la inauguración. Allí habló por un micrófono que sonaba por unos altavoces colocados por todo el zoo.
CELIA: Bienvenidos al Zoo: Safari. Pasar y disfrutar de nuestra amplia zona terrestre con animales salvajes y de todo tipo que hayas visto nunca y de la maravillosa zona acuática, llena de decenas de acuarios y peceras enormes. También recordaos que podéis visitar el Restaurante Acuario que hay a la derecha de la entrada al Zoológico. Eso es todo, buenos días y bienvenidos al Zoo.
Esta se bajó del escenario y le hizo un ademán con la cabeza a Marcos que pasaba por allí en dirección al teatro acuático, para dar su primer espectáculo.
_____________________________________________________________
Nacho estaba en su guardia, cuando un extraño hombre se acercó a el. Iba vestido de una manera muy extravagante. Llamaba la atención por que era calvo, llevaba unas gafas de sol negras e iba con una túnica morada.
NACHO: Aquí no compramos nada, váyase a otro lado...
SEÑOR: No vengo a venderte nada. ¿Está la directora?
NACHO: La directora no habla con desconocidos. Son normas del zoo, hay que acatarlas.
SEÑOR: Que pena...
NACHO: A ver... ¿Quién es usted?
SEÑOR: Mi nombre no te interesa, pero lo que tengo que proponerte sí.
NACHO: Pues habla.
SEÑOR: ¿Y si te dijera que puedo conseguir para el zoo un Tigre de Dientes de Sable?
NACHO: Le diría que esa especie se extinguió hace miles de años…
SEÑOR: Ahora me tengo que ir. Coméntale a la directora la idea, y pensárosla. Aquí tenéis mi número.
El extraño visitante le entregó un papel con un número de móvil y después hizo un ademán de despedida y se marchó.
Empezaba el espectáculo acuático. La gente estaba ansiosa por verlo. Estaban en la grada, esperando con mucha emoción que saliera el acróbata y los animales, puesto que habían pagado una cantidad considerable de dinero.
Marcos salió al escenario y comenzó su espectáculo. Realizo múltiples acrobacias con los delfines, las focas por último con los pingüinos. Llego el momento de llamar a alguien del público.
MARCOS: Y ahora necesito un voluntario ¿Hay alguien que se quiera ofrecer?
Muchos niños levantaron la mano. Este eligió a uno de ellos y lo hizo salir al centro. El niño se colocó donde le dijeron y cogió un pez para dárselo a un león marino. Estos animales estaban domados para no hacer daño a nadie.... pero ese día, fue una excepción.
El chico acercó su mano con el pez al león marino y se aferró con su boca a la mano del chaval. La gente comenzó a gritar. Marcos desesperado intentó distraer la atención del león para que soltara al chico. Probó con todo, pero este seguía aferró a la mano del chaval. Por un segundo, todos pensaron que el león se llevaría al niño al agua, cuando de repente. La madre del niño saltó al escenario, escandalizada. Con ella venía Nacho. Le había ido a buscar para que hiciese algo. Nacho, confuso, apuntó con su arma de segurata al animal.
MARCOS: ¡No lo hagas! Por favor debe haber otra forma.
NACHO: El chaval va a perder el brazo.
MADRE DEL CHICO: ¡Haz algo por tu PUTA MADRE! ¡CÁRGATELO!
El peso de la situación pudo con el segurata y disparó el arma contra el animal. Le dio en toda la cabeza, de forma que la bala le atravesó el cerebro y este se derribo sobre el agua instantáneamente. El chico se fue hacia su madre llorando. A penas tenía las marcas de los dientes en el brazo, puesto que no le había llegado a apretar mucho, pero necesitaba ser visto por un médico.
MADRE: ¡Vamos a la enfermería!
NACHO: Señora, no hay enfermería en este zoo.
MADRE: ¿¡QUÉ!? ¡Pienso denunciarles! ¡A TODOS!
La mujer se fue muy enfadada del zoo. El público se fue. Marcos, con los ojos llorosos se acercó a Nacho.
MARCOS: No me hables más en tu puta vida, desgraciado de mierda.
NACHO: ¿Pero...? ¡Se estaba muriendo el chico!
MARCOS: ¡SOLO HAY UNOS CINCUENTA COMO ESTE EN TODO EL MUNDO! Esta especie está en extinción y esa leona a la que acabas de matar estaba embarazada... que lo sepas.
Nacho fue al despacho de la directora. Le contó lo que acababa de ocurrir.
CELIA: ¿¡QUÉ!?
NACHO: La disparé... creo que hice lo correcto.
CELIA: Por supuesto que hiciste lo correcto.
NACHO: Si, pero hay gente que eso no le entra en la cabeza. La madre del chico denunciará al zoo y para colmo no tenemos enfermería. ¡Por cierto! Con todo el jaleo se me había olvidado. Esta mañana, un tipo muy raro, me dijo que tenía un Tigre de Sable para el zoo. Eso elevaría las visitas y nos haría famosos. Me dio este número de teléfono.
CELIA: Si no hemos sido capaces de contener en nuestro primer día que un león marino muerda a un niño... ¿cómo vamos a tener un tigre de esos? Además de que eso es imposible... esa raza lleva miles de años muerta.
Celia pensó. Montaría una enfermería en el zoo y llamaría al hombre ese...
La mujer se levantó de su asiento y se marchó a la comida.
Fue a la cocina de dentro, donde estaba Marta. Esta estaba a punto de sacar la comida.
CELIA: Tú, escúchame ahora mismo, vas a ir corriendo a la mesa y vas a decir que la comida se cancela. Yo me tengo que ir.
MARTA: ¿Cómo? Pero después que la he preparado...
CELIA: ¡No la sirvas! ¡He envenado la comida! No habrás la boca. Toma, cien euros para que te vayas de putos. Tu vas dices que se cancela y punto. La comida la tiras, que está envenenada. ¿estamos?
MARTA: ¿¡La comida está envenenada!?
CELIA: Tu haz lo que te he dicho. Vas a la mesa y lo haces...
MARTA: No entiendo... ¿entonces se cancela?
CELIA: Si, comida cancelada.
Celia volvió a su despacho. Se sentó cogió su teléfono y marcó el número del extraño visitante.
CELIA: ¿Hola? Soy la directora del zoo...
Natalia se encargó de abrir las puertas del zoo. Había mucha más gente de la esperada. Esta se puso en la caja y fue despachando a la gente.
Celia, al ver entrar a la gente, se subió a un escenario que había preparado para la inauguración. Allí habló por un micrófono que sonaba por unos altavoces colocados por todo el zoo.
CELIA: Bienvenidos al Zoo: Safari. Pasar y disfrutar de nuestra amplia zona terrestre con animales salvajes y de todo tipo que hayas visto nunca y de la maravillosa zona acuática, llena de decenas de acuarios y peceras enormes. También recordaos que podéis visitar el Restaurante Acuario que hay a la derecha de la entrada al Zoológico. Eso es todo, buenos días y bienvenidos al Zoo.
Esta se bajó del escenario y le hizo un ademán con la cabeza a Marcos que pasaba por allí en dirección al teatro acuático, para dar su primer espectáculo.
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Nacho estaba en su guardia, cuando un extraño hombre se acercó a el. Iba vestido de una manera muy extravagante. Llamaba la atención por que era calvo, llevaba unas gafas de sol negras e iba con una túnica morada.
NACHO: Aquí no compramos nada, váyase a otro lado...
SEÑOR: No vengo a venderte nada. ¿Está la directora?
NACHO: La directora no habla con desconocidos. Son normas del zoo, hay que acatarlas.
SEÑOR: Que pena...
NACHO: A ver... ¿Quién es usted?
SEÑOR: Mi nombre no te interesa, pero lo que tengo que proponerte sí.
NACHO: Pues habla.
SEÑOR: ¿Y si te dijera que puedo conseguir para el zoo un Tigre de Dientes de Sable?
NACHO: Le diría que esa especie se extinguió hace miles de años…
SEÑOR: Ahora me tengo que ir. Coméntale a la directora la idea, y pensárosla. Aquí tenéis mi número.
El extraño visitante le entregó un papel con un número de móvil y después hizo un ademán de despedida y se marchó.
Empezaba el espectáculo acuático. La gente estaba ansiosa por verlo. Estaban en la grada, esperando con mucha emoción que saliera el acróbata y los animales, puesto que habían pagado una cantidad considerable de dinero.
Marcos salió al escenario y comenzó su espectáculo. Realizo múltiples acrobacias con los delfines, las focas por último con los pingüinos. Llego el momento de llamar a alguien del público.
MARCOS: Y ahora necesito un voluntario ¿Hay alguien que se quiera ofrecer?
Muchos niños levantaron la mano. Este eligió a uno de ellos y lo hizo salir al centro. El niño se colocó donde le dijeron y cogió un pez para dárselo a un león marino. Estos animales estaban domados para no hacer daño a nadie.... pero ese día, fue una excepción.
El chico acercó su mano con el pez al león marino y se aferró con su boca a la mano del chaval. La gente comenzó a gritar. Marcos desesperado intentó distraer la atención del león para que soltara al chico. Probó con todo, pero este seguía aferró a la mano del chaval. Por un segundo, todos pensaron que el león se llevaría al niño al agua, cuando de repente. La madre del niño saltó al escenario, escandalizada. Con ella venía Nacho. Le había ido a buscar para que hiciese algo. Nacho, confuso, apuntó con su arma de segurata al animal.
MARCOS: ¡No lo hagas! Por favor debe haber otra forma.
NACHO: El chaval va a perder el brazo.
MADRE DEL CHICO: ¡Haz algo por tu PUTA MADRE! ¡CÁRGATELO!
El peso de la situación pudo con el segurata y disparó el arma contra el animal. Le dio en toda la cabeza, de forma que la bala le atravesó el cerebro y este se derribo sobre el agua instantáneamente. El chico se fue hacia su madre llorando. A penas tenía las marcas de los dientes en el brazo, puesto que no le había llegado a apretar mucho, pero necesitaba ser visto por un médico.
MADRE: ¡Vamos a la enfermería!
NACHO: Señora, no hay enfermería en este zoo.
MADRE: ¿¡QUÉ!? ¡Pienso denunciarles! ¡A TODOS!
La mujer se fue muy enfadada del zoo. El público se fue. Marcos, con los ojos llorosos se acercó a Nacho.
MARCOS: No me hables más en tu puta vida, desgraciado de mierda.
NACHO: ¿Pero...? ¡Se estaba muriendo el chico!
MARCOS: ¡SOLO HAY UNOS CINCUENTA COMO ESTE EN TODO EL MUNDO! Esta especie está en extinción y esa leona a la que acabas de matar estaba embarazada... que lo sepas.
Nacho fue al despacho de la directora. Le contó lo que acababa de ocurrir.
CELIA: ¿¡QUÉ!?
NACHO: La disparé... creo que hice lo correcto.
CELIA: Por supuesto que hiciste lo correcto.
NACHO: Si, pero hay gente que eso no le entra en la cabeza. La madre del chico denunciará al zoo y para colmo no tenemos enfermería. ¡Por cierto! Con todo el jaleo se me había olvidado. Esta mañana, un tipo muy raro, me dijo que tenía un Tigre de Sable para el zoo. Eso elevaría las visitas y nos haría famosos. Me dio este número de teléfono.
CELIA: Si no hemos sido capaces de contener en nuestro primer día que un león marino muerda a un niño... ¿cómo vamos a tener un tigre de esos? Además de que eso es imposible... esa raza lleva miles de años muerta.
Celia pensó. Montaría una enfermería en el zoo y llamaría al hombre ese...
La mujer se levantó de su asiento y se marchó a la comida.
Fue a la cocina de dentro, donde estaba Marta. Esta estaba a punto de sacar la comida.
CELIA: Tú, escúchame ahora mismo, vas a ir corriendo a la mesa y vas a decir que la comida se cancela. Yo me tengo que ir.
MARTA: ¿Cómo? Pero después que la he preparado...
CELIA: ¡No la sirvas! ¡He envenado la comida! No habrás la boca. Toma, cien euros para que te vayas de putos. Tu vas dices que se cancela y punto. La comida la tiras, que está envenenada. ¿estamos?
MARTA: ¿¡La comida está envenenada!?
CELIA: Tu haz lo que te he dicho. Vas a la mesa y lo haces...
MARTA: No entiendo... ¿entonces se cancela?
CELIA: Si, comida cancelada.
Celia volvió a su despacho. Se sentó cogió su teléfono y marcó el número del extraño visitante.
CELIA: ¿Hola? Soy la directora del zoo...
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