postheadericon El Zoo cap.1







Se abrió la verja del zoo. Por ella entró Ángela. Una niña de siete años. Era morena con el pelo largo y llevaba un enorme peluche de un oso panda en sus brazos.





ÁNGELA: ¡Qué bonito!


Entró tras ella una mujer de unos treinta años. Rubia. Era la madre de Ángela. Esta se quitó las gafas de sol que llevaba puesta y se quedo asombrada al ver el interior del zoológico desde la entrada principal.


NATALIA: Es muy bonito cariño. Ya verás que bien lo vamos a pasar.
ÁNGELA: ¿Aquí podré tener amigos?


La madre se agacha para quedar a la altura de la niña y le habla.


NATALIA: Pues claro cariño... aquí harás millones de amiguitos.


La besa en la cara, se levanta y la coje de la mano. Ambas se disponen a entrar al zoo.
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Paúl estaba cerrando la puerta que llevaba el patio interior del zoo con las cuevas de los murciélagos. Cuando terminó con su tarea, continuó varias secciones adelante, pasando por delante de los tigres y la jirafa, y entro en una zona bastante apartada y reservada, era el despacho de la directora del lugar.


PAÚL: ¿Hola? ¿Hay alguien?


Se abrió una puerta de atrás del despacho y entró la directora, una mujer alta y de unos sesenta años. Esta tomó asiento en la cómoda silla de su despacho.





CELIA: ¡Te tengo dicho que no me gusta que me molesten!
PAÚL: Lo siento señora.
CELIA: ¡Anda... Pasa no te me quedes ahí como una lechuga!


Paul se sienta frente a ella.


CELIA: Dime... ¿a qué venías?
PAÚL: Mama, venía a decirle que he hecho lo que me dijo. He cerrado la...
CELIA: Bien bien... me parece perfecto. ¿No tienes nada más que hacer?
PAÚL: Pues ahora mismo no.
CELIA: Puedes retirarte...


En ese mismo momento llamaron a la puerta y pasaron por ella dos personas, Natalia y su hija.


NATALIA: Hola... soy Natalia, la nueva encargada. Habíamos hablado por teléfono.


Tras estas palabras, se produjo un largo silencio en el que todos se miraron entre sí. La directora miraba fijamente la cara de la nueva encargada. De repente, la niña se suelta de su madre y se acerca a la mesa de Celia. 


ÁNGELA: ¿Puedo coger un caramelo?
CELIA: No niña... no puedes coger nada.
ÁNGELA: ¿Por qué? Mi madre siempre me ha dicho que todo es de...
NATALIA: Cariño, esta señora te ha dicho que no. No te pongas pesada.


La niña entendió lo que le quería decir su madre y se apartó quedándose muy pegada a la puerta de salida.


NATALIA: ¿Qué pasa? ¿Qué no me piensa hablar o qué?
CELIA: ¡CÁLLESE! ¡Vete de aquí ahora mismo si no quieres que llame a los guardias!
NATALIA: ¿Pero qué...? ¡Huy! 
CELIA: ¡Fuera! ¡Vamos!


Paul interrumpió la conversación.


PAUL: Se que no se debe meter en conversaciones ajenas pero... 
CELIA: Tienes razón, no debes meterte en conversaciones que ni te vienen ni te van.
NATALIA: Me gustaría saber porqué me trata así.
CELIA: Mira. El puesto que ofrezco es serio y no quiero que en el trabaje una pendona barriobajera.
ÁNGELA: Mami... ¿qué es una pendona barriobajera?
NATALIA: Una pendona barriobajera es por ejemplo esta señora.
CELIA: ¡Oh! ¡¿Cómo osas?! ¡SEGURIDAD! ¡SEGURIDAD!


Los agentes de seguridad vinieron corriendo. 


NATALIA: ¿Pero qué le hace pensar que yo soy así? ¿Por qué soy madre soltera? ¿Por qué soy joven? No lo entiendo.... quizás es que usted es de mente cerrada y anticuada.
CELIA: ¡Yo si me lo propongo puedo llegar a ser muy moderna!
PAUL: Si ya... seguro.
CELIA: ¡Que sí! ¡CONTRATADA! Eres la nueva cajera. Trabajarás de 9 a 12 y de 5 a 8. De Lunes a Domingo.


Natalia y su hija abandonaron el despacho de Celia. Paul se quedó con ella.


PAUL: ¿Con que moderna no? Mamá, ¿por qué te empeñas en ser tan desagradable con todo el mundo?
CELIA: ¿Qué pasa, que te gusta la nueva? ¿O te da pena por su niñita? ¡Huy! Pues ella va a por ti, busca braguetazo fijo... nunca aprenderás...
PAUL: Mamá, ya soy mayorcito. Por favor te pido que hagas algo bueno por esa mujer y su hija. Acaban de llegar y lo mínimo que deberías hacer como su jefa, es dar buena impresión.
CELIA: Os invitaré mañana a comer en el restaurante del zoo. A los tres, a ti, ella y su hija.





Mañana era el primer día que el Zoo: Safari abría al público. Marcos y Nacho eran dos de los trabajadores del centro. Ahora mismo estaban ocupándose de que los últimos animales llegaran al zoo y fueran llevados a sus lugares preparados para que habiten.


Estos estaban repasando la lista de animales mientras caminaban por el zoo.


MARCOS: ¿Leones?
NACHO: Están.
MARCOS: ¿Buhós?
NACHO: Están.
MARCOS: ¿Jirafa?
NACHO: Allí la tienes.
MARCOS: ¿Elefante?
NACHO: Si, está. Tio, ya hemos repasado la maldita lista tres veces. No falta ningún animal.
MARCOS: ¿Tigres?
NACHO: Están... tio ¿me estás escuchando?
MARCOS: Ahora vamos a revisar la zona acuática. 
NACHO: ¡Que ya lo hemos hecho coño! ¡Me quiero ir a casa de una vez!
MARCOS: No te quejes, que para lo que nos pagan es nuestro deber hacer bien nuestro trabajo.
NACHO: Anda... no te me pongas moñas.


Estos entraron en la zona acuática. En ese momento pasaban por un túnel de cristal. A ambos lados había enormes peceras con diferentes animales acuáticos.





Natalia, Ángela y Paul se encontraron a la salida del zoo.


NATALIA: Me llamo Natalia... la cajera.
PAUL: Jajajajaja. Yo soy Paul, me encargo de la alimentación de todos y cada uno de los animales de este zoo.
NATALIA: ¡Joder! Jajaja. Esta es mi hija, Ángela.
PAUL: Hola chiquitina.
ÁNGELA: No soy chica. Tengo siete años.
PAUL: Oye ¿qué te parece si mañana por la mañana os venís y le enseño a la niña un lugar super chulo?
NATALIA: ¡Huy! Jajaja por mí vale.
ÁNGELA: Vale. 
NATALIA: Bueno... pues hasta mañana.
PAUL: Oye... siento lo de antes.
NATALIA: ¿Lo de antes?
PAUL: Celia es mi madre. No le hagas caso, siempre se comporta así. Vente mañana a las dos al restaurante del zoo. Comeremos los cuatro y... nos conoceremos mejor.
NATALIA: Bien.





MARCOS: ¿León marino?
NACHO: Está.
MARCOS: ¿Peces payasos?
NACHO: No están.
MARCOS: ¿¡Qué!?
NACHO: ¡Jajaja! Es broma, están ahí.
MARCOS: ¿Caballitos de mar?
NACHO: Están...
MARCOS: ¿Cría de tiburón blanco?
NACHO: No está.
MARCOS: Mira ¡ME TIENES HARTO DE TUS GILIPOYECES!
NACHO: ¡Que no es mentira joder! ¡No está! Míralo tu mismo...
MARCOS: ¡Dios... que marrón!
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En la casa de Natalia, estaba ella y su hija comiendo.


ÁNGELA: Mama, a mi no me gusta.
NATALIA: ¿Eh? ¿Qué es lo que no te gusta cariño? ¿La comida?
ÁNGELA: No... tu novio nuevo. El del zoo. ¡Yo ya tengo mi padre!
NATALIA: Cariño, no es mi novio y tu no tienes padre.


La niña se levantó gritando.


ÁNGELA: ¡Eres una mentirosa! ¡TODOS los niños tienen papás! Y yo nunca he visto al mío...


A Natalia se le escapó una lágrima, pensó que ya había llegado el momento de decirle la verdad a su hija.


NATALIA: Hija, tu padre nos abandonó cuando tu naciste. El no nos quería.


Natalia estaba llorando y su hija también. Sin duda, para la madre, recordar tiempos pasados le dolía mucho.





En la zona acuática del zoo, Nacho y Marcos estaban buscando la cría del tiburón blanco.


NACHO: ¡Joder como no lo encontremos la hemos cagado pero bien!
MARCOS: Dios... mira que si te llego a hacer caso y no revisamos esta parte...
NACHO: ¡¿Dónde coño estará el puto tiburón?
MARCOS: Mira... igual es que nunca llegó el tiburón aquí. Dejémoslo...
NACHO: ¡MIRA! ¡Esta ahí con la mantilla!
MARCOS: Se está acercando a ella....
NACHO: ¡Cabrona! ¡SE LA HA COMIDO! 
MARCOS: Dios...
NACHO: Bueno... aquí como si no hubiera pasado nada. Mañana cambiamos las etiquetas de la pecera y le ponemos la pegatina de “Tiburón blanco” a la pecera donde está ahora.
MARCOS: Joder tío... va a dar el cante.
NACHO: ¡Que no! Tu déjame a mí...





Celia estaba en su despacho. Estaba pensando en la inmensa cadena de infortunios amorosos que había tenido su hijo Paul. Y esta no estaba dispuesta a que esto volviese a pasar. Todas le habían hecho mucho daño a su hijo. Así que esta vez, se iba a adelantar ella como buena madre que era. En la comida. 


Esta sacó del cajón de su escritorio un frasco de veneno. Mañana en esa comida, le haría un gran favor a su hijo, envenenando a Natalia y su hija Ángela. Ella quería la felicidad de Paul y haría lo que fuese.





A la mañana siguiente, Paul llevo a Ángela a donde le prometió un sitio precioso. Los tres entraron pronto al Zoo, antes de que este abriera. Paul les llevó hasta la cueva de los murciélagos. Era una cueva preciosa. 


PAUL: Aquí es.. Seguidme.
ÁNGELA: ¡Hala vampiros!
PAUL: Si… pero estos vampiros son especiales. 
ÁNGELA: ¿Ah sí?
PAUL: Si. Estos son vampiros buenos…





Celia se acercó por la mañana temprano al restaurante del Zoo. Allí estaba ya Marta, la cocinera y encargada del restaurante. La mujer estaba colocando las mesas y los platos antes de abrir.


CELIA: Hoy al mediodía invitaré a una comida a mi hijo Paul y a la nueva encargada y su niña.
MARTA: ¿Ah que la hago yo y dices que la haces tu o cómo? Me he perdido…
CELIA: Las normas son básicas niña. Tú sirves y haces la comida y yo me llevo el dinero.
MARTA: Aunque usted sea la directora del zoo, este restaurante ha pertenecido siempre a mi familia… incluso antes de mudarlo al Acuario.
CELIA: ¿Harías la comida? POR-FAVOR
MARTA: Si. Que se estén todos aquí a las dos y media.


La mujer salió del restaurante y rió con una gran carcajada. Mañana envenenaría a Natalia y Ángela y esa pobre cocinera que no tenía la culpa de nada cargaría en sus espaldas con la muerte de dos personas.





MARTA: ¿¡La comida está envenenada!?
CELIA: Tu haz lo que te he dicho. Vas a la mesa y lo haces...
MARTA: No entiendo... ¿entonces se cancela?


(...)


NACHO: ¿Quién es usted?
SEÑOR: Mi nombre no te interesa, pero lo que tengo que proponerte sí.
NACHO: Pues habla. 
SEÑOR: ¿Y si te dijera que puedo conseguir para el zoo un Tigre de Dientes de Sable?
NACHO: Le diría que esa especie se extinguió hace miles de años…


(...)


MARCOS: ¡No lo hagas! Por favor debe haber otra forma.
NACHO: El chaval va a perder el brazo.
MADRE DEL CHICO: ¡Haz algo por tu PUTA MADRE! ¡CÁRGATELO!


(...)


BERTA: Me siento atraida por usted...
CELIA: ¡Ahhhhhh! ¡Desviada! 
BERTA: Tome, yo se que usted estaba intentando conseguir un arma, aquí la tiene, es mi forma de demostrárle mi amor por usted... ¿qué va a hacer con ella?