postheadericon La Despechada cap. 14

Capítulo 3x02 (14): Ojo por ojo

Humberto fue corriendo hacia la parte trasera de la mansión Cracker y le mostró a su novia la amenaza anónima de la carta.

María Adelaida: ¿Qué es esto?
Humberto: Será mejor que lo leas por ti misma.

La despechada se paró a leer la carta y echó un vistazo a las fotos que ahí venían.

María Adelaida: Santo Dios... ¿Qué vamos a hacer?
Humerto: No se, pero esto a mi me huele muy raro...
María Adelaida: ¿Y si esto es cosa de ellos?
Humerto: ¿De quien?
María Adelaida: De tu madre y compañía... me sorprende que no lo sepas.

Pasaron las horas y ya era la hora de cenar. Los dos estaban ante la mesa, viendo la televisión mientras comían. No podían creerse lo que ponía en el anónimo que acababan de recibir.

Humberto: Ya he tomado una decisión...
María Adelaida: ¿Y bien?
Humberto: No nos iremos a ninguna parte, nos quedaremos aquí y le haremos frente a quien venga a por nosotros...
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Todo el mundo dormía en la mansión Civera, todos menos Vito, la nueva limpiadora. Esta, con mucho sigilo salió de su habitación (anteriormente era la de María Adelaida) y fue hacia la cocina. Allí cogió la botella de vino de la que solía beber Encarnación todas las mañanas un poco y vertió en su interior algo que salía de un frasquito pequeño de cristal. Era veneno. Si nada fallaba, a la mañana siguiente, el veneno correría por la sangre de Encarnación y ya le habría pagado el haberla insultado y humillado delante de todos anoche en el salón: ojo por ojo...

Vito regresó a su habitación, ya solo le quedaba esperar.

Y así fue, más o menos, amaneció y en la habitación de Encarnación, estaban en la cama ella y Juan Alberto, al parecer habían tenido una noche de pasión.

Encarnación: ¿Ya es de día? Voy a tomarme mi copita de vino, porque sino no soy nadie.
Juan Alberto: Tranquila mujer, no hace falta que te levantes, yo te la traigo y así tomo yo también un poco...
Encarnación: ¡Pero si tu no bebes! ¡Además, tu hoy tienes que recortar el césped del jardín! ¡Debes trabajar, no puedes beber!
Juan Alberto: Que si... no te pongas pesada, que no bebo.

El hombre salió de la habitación en dirección a la cocina, por el camino se encontró con Ricardo, que tenía cara de pocos amigos esa mañana. Cuando estuvo en la cocina, pasó a la despensa y cogió la botella de vino de Encarnación. Allí, llenó 2 copas, una para el y otra para ella. Después guardó la botella.

Como no quería que su amante se enterase de que había bebido, este se tomó el vino allí mismo en la cocina. La reacción fue inmediata, Juan Alberto se cayó al suelo desmayado. Intentó pedir ayuda, pero no podía, su voz no le daba para gritar.
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Esa mañana, María Adelaida, se había levantado sola, cuando ella despertó, Humberto ya no estaba en la cama. Esta desayunó y se dio una ducha, pero su novio seguía sin aparecer. Cuando esta se iba a disponer a salir a buscarle, este entró por las puertas con una bolsa de armas.

María Adelaida: ¿Qué es eso? ¿¡Qué!?
Humberto: Si les vamos a hacer frente, que no sea desarmados. Mira que pedazo de pipas he pillado.
María Adelaida: Humberto.. siéntate, quería decirte algo.

Los dos se sentaron en una butaca próxima a las puertas del recibidor de la Mansión Cracker.

María Adelaida: ¿Quieres casarte conmigo?

Humberto se había quedado sin palabras. Su novia acababa de pedirle matrimonio, con la que tenían encima. Este estaba pensando en pedírselo cualquier día, pero ella se acababa de adelantar.

María Adelaida: ¿Qué me dices?
Humberto: ¿Hace falta que responda? Jajajaja ¡Claro! ¡Pues si!

Los dos se besaron como nunca.

Humberto: Ahora más que nunca, debemos estar unidos y hacerle frente a la persona que está tras la amenaza de la carta...
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La casualidad hizo que Ricardo fuera a tomarse un vaso de agua y se encontrara al jardinero tirado en el suelo de la cocina, agonizando. Este grito corriendo y enseguida vino la gente.

Hugo, Encarnación y Jeremías acudieron de inmediato. Uno segundos más tarde, llegó Vito, que se encontraba frustrada y confusa, ya que su plan no había salido como ella quería y debía de ser Encarnación la que se estuviera muriendo ahora.

Encarnación cogió el otro vaso de vino y lo olió.

Encarnación: Esto no huele como habitualmente. Esto está envenado.
Jeremías: ¿¡QUÉ!?
Encarnación: Entre nosotros hay alguien que ha intentado matar, pero no a mi novio, sino a mi. Os aseguro que averiguaré quien de vosotros ha sido y lo mataré.

La mujer se agachó junto a Juan Alberto y le habló.

Encarnación: Vamos... vas a ponerte bien. ¡No me dejes sola! ¡Ahora no!
Juan Alberto: Encarna... escúchame....si salgo de esta.... ¿te casarías conmigo?

Se hizo un gran silencio en ese momento.

Encarnación: Pues claro que lo haría (dijo entre lágrimas) claro, saldrás de esta ¿Verdad? (dijo mirando al resto de la gente).

Entre todos, pusieron a Juan Alberto en la cama de la habitación de Encarnación. Allí esta le atendía de la mejor manera posible.

Encarnación: ¿Viste a alguien? ¿viste a alguien arrojar el veneno a la botella?
Juan Alberto: No, no vi nada, cuando llegue estaba en su lugar.
Encarnación: Toma, ¡bebe esto! No se que tipo de veneno es, pero esto te ayudará. Por favor no me puedes dejar ahora. Ya ha pasado un día. Mañana a esta hora se cumple el plazo que le hemos dado a mi hijo y Adelaida. Necesito estar contigo por favor...