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La Víctima cap. 9
15:38 |
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Capítulo 1x09 (09): El suicidio
Eugenio acababa de llegar a la plaza. Caín estaba escondido entre los arbustos. De repente, cuando nadie miraba, Caín con cuchillo en mano, agarró al chico por el cuello y lo metió en el bajo del edificio.
Caín: ¿Hola? ¿Te acuerdas de mi? Jajaja
Eugenio: Ya estoy aquí, ahora entregadme a mi hermana.
Caín: Tu hermana esta muerta.
Entonces el hombre hizo una maniobra para apuñalar al chico y este aprovechó el movimiento para escaparse. Subió las escaleras rápidamente hasta llegar arriba del todo.
La madre de Eugenio estaba gritando. Una pareja de adolescentes que iba a bañarse al río escuchó los gritos y se asomó y vio allí a la mujer.
Chico: Oiga, tranquila, a vamos a ayudar. Agárrese a mi.
La mujer se agarró y consiguió llegar hasta arriba. Una vez estuvo arriba, les agradeció haberla salvado y continuó hacia la ciudad. Cogió un bus y fue a Madrid.
Cuando llegó a Madrid. Fue al edificio. Había visto en el ordenador el mensaje privado y se figuró que Eugenio había ido allí a salvar a su hermana.
Cuando estuvo allí empezó a gritar. Pero antes de llegar a la plaza, cogió una cabina pública y llamó a la policía. Les contó el caso a los oficiales.
Madre: Señor oficial, tienen a mi hija y ahora también tienen a mi hijo. Necesito vuestra ayuda, han matado a mi marido. ¡Por favor!
Oficial: A ver señora, ¿qué me esta contando?
Madre: ¡Sígame! Sígame y lo entenderá todo.
El oficial siguió a la madre y le llevó hasta el edificio. El oficial y la madre subieron las largas escaleras y se toparon con la puerta del Karcamal. Estaba cerrada con llave.
Madre: Ahí tienen a mis hijos.
Dentro, Eugenio estaba tumbado en una cama. Caín le había atrapado al subir las escaleras y le había dormido con un tranquilizante inyectado directamente.
Eugenio estaba soñando que se caía por unas largas escaleras. Arriba del todo estaba el Karcamal y abajo estaba Caín. El chico se dejó caer por las escaleras. Eugenio se despertó. Había soñado que se suicidaba por una larga escalera.
Eugenio se levantó de la cama y salió. Estaba en una estancia. Había un gran ataúd de cristal. Dentro estaba Patrcia, su hermana encerrada y dormida. Estaba desnuda. ¿Por qué?
Karcamal: Lo hace muy bien tu hermana.
Eugenio: Hacer ¿qué?
Karcamal: El amor. Hace el amor muy bien.
Eugenio se tiró a el con la intención de matarle. De pegarle, pero el hombre le sacó una inyección y se la clavó en el pecho. Había impactado en el corazón.
En ese mismo instante, sonó un golpe. El oficial había conseguido derrumbar la puerta. Entro adentro junto con la madre de Eugenio. La madre gritaba buscando a sus hijos.
En ese mismo momento, el Karcamal pulsó un botón que estaba en la parte derecha de el ataúd de cristal y sacó a la niña. Después abrió un armario y subío por una escalera de caracol que llevaba hasta la azotea. Arriba había un helicóptero. El hombre se montó con la niña y lo puso en marcha.
La madre encontró a su hijo en la habitación tumbado en el suelo. Tenía una inyección clavada en el pecho.
Madre: ¡Eugenio! ¡Noooooo!
Policía: ¿Esta vivo?
Pero antes de que la madre desesperada pudiera contestar a la pregunta, el oficial y la madre vieron por la ventana un helicóptero que venía desde la azotea de ese mismo edificio alejarse a lo lejos. Lo conducía un hombre de barbas blancas. En el asiento derecho llevaba con el a Patricia.
Madre: ¡Patricia! Cariño estoy aquí ¡Aquí! ¡Cabrón! ¡Aléjate de mis hijos!
La madre no paraba de gritar desesperadamente, pero ya era inútil, el hombre se había alejado ya demasiado.
El oficial cogió a Eugenio y se lo entregó a la madre.
Policía: Vamos a ir ahora mismo al cuartel y vamos a abrir un caso y le prometo que vamos a salvar a su hija y daremos sepultura a Eugenio…
Madre: ¿Está muerto? Tiene esto clavado en el corazón. Voy a ir al hospital.
Policía: Llévatelo al hospital y yo voy a montar un operativo ahora mismo.
Al salir todos del edificio. Un montón de gente estaba rodeando la plaza. Todos tenían ametralladoras y apuntaban al oficial, la madre de Eugenio y a Eugenio que estaba sujetado con su madre.
Parecían dispuestos a disparar cuando lanzaron una granada. Era una granada de humo. Todo se había nublado. Entre tanto barullo nadie supo nunca lo que pasó, pero cuando el humo se fue, la madre de Eugenio yacía en el suelo con una puñalada en el pecho.
Eugenio acababa de llegar a la plaza. Caín estaba escondido entre los arbustos. De repente, cuando nadie miraba, Caín con cuchillo en mano, agarró al chico por el cuello y lo metió en el bajo del edificio.
Caín: ¿Hola? ¿Te acuerdas de mi? Jajaja
Eugenio: Ya estoy aquí, ahora entregadme a mi hermana.
Caín: Tu hermana esta muerta.
Entonces el hombre hizo una maniobra para apuñalar al chico y este aprovechó el movimiento para escaparse. Subió las escaleras rápidamente hasta llegar arriba del todo.
La madre de Eugenio estaba gritando. Una pareja de adolescentes que iba a bañarse al río escuchó los gritos y se asomó y vio allí a la mujer.
Chico: Oiga, tranquila, a vamos a ayudar. Agárrese a mi.
La mujer se agarró y consiguió llegar hasta arriba. Una vez estuvo arriba, les agradeció haberla salvado y continuó hacia la ciudad. Cogió un bus y fue a Madrid.
Cuando llegó a Madrid. Fue al edificio. Había visto en el ordenador el mensaje privado y se figuró que Eugenio había ido allí a salvar a su hermana.
Cuando estuvo allí empezó a gritar. Pero antes de llegar a la plaza, cogió una cabina pública y llamó a la policía. Les contó el caso a los oficiales.
Madre: Señor oficial, tienen a mi hija y ahora también tienen a mi hijo. Necesito vuestra ayuda, han matado a mi marido. ¡Por favor!
Oficial: A ver señora, ¿qué me esta contando?
Madre: ¡Sígame! Sígame y lo entenderá todo.
El oficial siguió a la madre y le llevó hasta el edificio. El oficial y la madre subieron las largas escaleras y se toparon con la puerta del Karcamal. Estaba cerrada con llave.
Madre: Ahí tienen a mis hijos.
Dentro, Eugenio estaba tumbado en una cama. Caín le había atrapado al subir las escaleras y le había dormido con un tranquilizante inyectado directamente.
Eugenio estaba soñando que se caía por unas largas escaleras. Arriba del todo estaba el Karcamal y abajo estaba Caín. El chico se dejó caer por las escaleras. Eugenio se despertó. Había soñado que se suicidaba por una larga escalera.
Eugenio se levantó de la cama y salió. Estaba en una estancia. Había un gran ataúd de cristal. Dentro estaba Patrcia, su hermana encerrada y dormida. Estaba desnuda. ¿Por qué?
Karcamal: Lo hace muy bien tu hermana.
Eugenio: Hacer ¿qué?
Karcamal: El amor. Hace el amor muy bien.
Eugenio se tiró a el con la intención de matarle. De pegarle, pero el hombre le sacó una inyección y se la clavó en el pecho. Había impactado en el corazón.
En ese mismo instante, sonó un golpe. El oficial había conseguido derrumbar la puerta. Entro adentro junto con la madre de Eugenio. La madre gritaba buscando a sus hijos.
En ese mismo momento, el Karcamal pulsó un botón que estaba en la parte derecha de el ataúd de cristal y sacó a la niña. Después abrió un armario y subío por una escalera de caracol que llevaba hasta la azotea. Arriba había un helicóptero. El hombre se montó con la niña y lo puso en marcha.
La madre encontró a su hijo en la habitación tumbado en el suelo. Tenía una inyección clavada en el pecho.
Madre: ¡Eugenio! ¡Noooooo!
Policía: ¿Esta vivo?
Pero antes de que la madre desesperada pudiera contestar a la pregunta, el oficial y la madre vieron por la ventana un helicóptero que venía desde la azotea de ese mismo edificio alejarse a lo lejos. Lo conducía un hombre de barbas blancas. En el asiento derecho llevaba con el a Patricia.
Madre: ¡Patricia! Cariño estoy aquí ¡Aquí! ¡Cabrón! ¡Aléjate de mis hijos!
La madre no paraba de gritar desesperadamente, pero ya era inútil, el hombre se había alejado ya demasiado.
El oficial cogió a Eugenio y se lo entregó a la madre.
Policía: Vamos a ir ahora mismo al cuartel y vamos a abrir un caso y le prometo que vamos a salvar a su hija y daremos sepultura a Eugenio…
Madre: ¿Está muerto? Tiene esto clavado en el corazón. Voy a ir al hospital.
Policía: Llévatelo al hospital y yo voy a montar un operativo ahora mismo.
Al salir todos del edificio. Un montón de gente estaba rodeando la plaza. Todos tenían ametralladoras y apuntaban al oficial, la madre de Eugenio y a Eugenio que estaba sujetado con su madre.
Parecían dispuestos a disparar cuando lanzaron una granada. Era una granada de humo. Todo se había nublado. Entre tanto barullo nadie supo nunca lo que pasó, pero cuando el humo se fue, la madre de Eugenio yacía en el suelo con una puñalada en el pecho.
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