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Lazos de Sangre cap. 2
15:32 |
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El segurata del hospital no pudo hacer nada porque Víctor dejara la sala de espera, el chico se había decidido en no hablar con la policía hasta no ver que decía el doctor Ruano. De esa manera, aguardó en la sala de espera hasta las diez de la mañana, que era cuando el doctor iba a su trabajo.
Eran las diez y dos minutos y las puertas del hospital se abrieron. Entro por ahí un señor de unos cuarenta años y se acercó al mostrador de ayuda, que estaba en frente de la sala de espera. En el mostrador, atendía una señorita llamada Claudia. Rubia, bastante joven para tener ese puesto de trabajo...
Hombre [Abogado del doctor Ruano]: Hola venía a pasar estos papeles... el doctor acaba de pasarmelo. Dice que está muy cansado ya.
Claudia: Entonces usted, es su abogado y me confirma la baja del doctor Ruano ¿cierto?
Abogado: No, le vengo a comunicar que el señor Ruano se ha cogido la pre-jubilación.
Claudia: Ah...
Abogado: En esos papeles podrá ver que ya está todo arreglado. Un saludo.
El abogado pensaba marcharse ya del hospital, pero Víctor que había estado escuchando la conversación, le espero afuera de las puertas y le detuvo.
Víctor: ¿Qué es eso de pre-jubilación?
Abogado: ¿Perdona? ¡¿Quién te crees que eres para hablarme así?! ¡Fuera de mi camino!
El abogado le apartó de un golpe en el pecho y fue directo hasta su coche negro. Allí se montó y bajo la ventanilla. Acercó el coche hasta donde estaba Víctor.
Abogado: Nos volveremos a ver...
El hombre tiró la carretera adelante y se le perdió la vista. Entonces, Víctor iba a entrar al hospital cuando se le nubló la vista y apareció ante el mismo niño que había visto la noche anterior en la carretera. Estaba frente a el, de pie. Mirándole. Víctor parpadeó y el niño ya no estaba... su vista volvía a jugarle una mala pasada, pensó el, pero eso no era lo cierto...
Entró al hospital de nuevo y fue directo al mostrador de ayuda y le habló a Claudia.
Víctor: Perdona... ¿usted me podría dar algún teléfono para contactar con el doctor Ruano?
Claudia: Ese no es mi trabajo... aunque no he podido evitar oír el problema que has tenido. Te oí discutir con el segurata...
Víctor: Por favor... de verdad que lo necesito. Un teléfono o donde vive o lo que sea.
Claudia: Está bien, te daré un teléfono. Pero ahora no, estoy trabajando, espérame a las doce en la cafetería del hospital. Así de paso nos tomamos un café y hablamos.
Otra vez sentado en esa maldita sala de espera. A Víctor le empezó a doler la cabeza y en abundancia. Esperó a la hora y cuando dieron las doce se fue junto con Claudia a la cafetería. Una vez allí cogieron una mesa muy pegada a la barra y se sentaron, uno al frente de el otro.
Claudia: Toma... es su teléfono. Pero si te pregunta como lo has conseguido, tu ni palabra... bastante me estoy jugando el puesto ya.
Víctor: Muchas gracias de verdad... ahora me tengo que ir.
Claudia: ¿Cómo? ¿Y sin tomar ni un café ni nada?
Víctor: ¡Joder no tengo tiempo para chorradas! ¡Tengo que saber donde coño está mi novia y mi hijo!
La chica se levantó de la silla espantada.
Claudia: ¡A lo mejor es que eres un imbécil! ¿Y si ha sido todo cosa de tu cabeza? ¿Y si tu "novia" nunca ha existido?
Víctor: ¿Me estás llamando loco? ¿¡Eso es lo que me estás llamando!? ¿Me dices que durante ocho años de mi vida me he estado imaginando a mi novia? La que estás mal eres tu. Me voy de aquí.
Cuando se iba yendo, la chica le volvió a hablar:
Claudia: Será tu palabra contra la del doctor... nadie te creerá.
Víctor salió afuera y se sentó en un banco. Cogió su teléfono móvil y marcó el número del doctor Ruano. El teléfono dio señal.
Ruano: ¿Diga?
Víctor: ¿Doctor Ruano? ¿Se acuerda de mí? ¿Que casualidad no se coge usted la pre-jubilación de un día para otro?
Ruano: ¿Quién eres y como sabes eso?
Víctor: Soy el novio de la chica embarazada que ayer entro a "Maternidad" y no ha vuelto a salir.
En ese momento, el doctor colgó el teléfono. A Víctor le entró tanta rabia que tiró el móvil contra el suelo y comenzó a gritar desesperadamente, de tal manera que la gente que pasaba por allí se asustaban...
Eran las diez y dos minutos y las puertas del hospital se abrieron. Entro por ahí un señor de unos cuarenta años y se acercó al mostrador de ayuda, que estaba en frente de la sala de espera. En el mostrador, atendía una señorita llamada Claudia. Rubia, bastante joven para tener ese puesto de trabajo...
Hombre [Abogado del doctor Ruano]: Hola venía a pasar estos papeles... el doctor acaba de pasarmelo. Dice que está muy cansado ya.
Claudia: Entonces usted, es su abogado y me confirma la baja del doctor Ruano ¿cierto?
Abogado: No, le vengo a comunicar que el señor Ruano se ha cogido la pre-jubilación.
Claudia: Ah...
Abogado: En esos papeles podrá ver que ya está todo arreglado. Un saludo.
El abogado pensaba marcharse ya del hospital, pero Víctor que había estado escuchando la conversación, le espero afuera de las puertas y le detuvo.
Víctor: ¿Qué es eso de pre-jubilación?
Abogado: ¿Perdona? ¡¿Quién te crees que eres para hablarme así?! ¡Fuera de mi camino!
El abogado le apartó de un golpe en el pecho y fue directo hasta su coche negro. Allí se montó y bajo la ventanilla. Acercó el coche hasta donde estaba Víctor.
Abogado: Nos volveremos a ver...
El hombre tiró la carretera adelante y se le perdió la vista. Entonces, Víctor iba a entrar al hospital cuando se le nubló la vista y apareció ante el mismo niño que había visto la noche anterior en la carretera. Estaba frente a el, de pie. Mirándole. Víctor parpadeó y el niño ya no estaba... su vista volvía a jugarle una mala pasada, pensó el, pero eso no era lo cierto...
Entró al hospital de nuevo y fue directo al mostrador de ayuda y le habló a Claudia.
Víctor: Perdona... ¿usted me podría dar algún teléfono para contactar con el doctor Ruano?
Claudia: Ese no es mi trabajo... aunque no he podido evitar oír el problema que has tenido. Te oí discutir con el segurata...
Víctor: Por favor... de verdad que lo necesito. Un teléfono o donde vive o lo que sea.
Claudia: Está bien, te daré un teléfono. Pero ahora no, estoy trabajando, espérame a las doce en la cafetería del hospital. Así de paso nos tomamos un café y hablamos.
Otra vez sentado en esa maldita sala de espera. A Víctor le empezó a doler la cabeza y en abundancia. Esperó a la hora y cuando dieron las doce se fue junto con Claudia a la cafetería. Una vez allí cogieron una mesa muy pegada a la barra y se sentaron, uno al frente de el otro.
Claudia: Toma... es su teléfono. Pero si te pregunta como lo has conseguido, tu ni palabra... bastante me estoy jugando el puesto ya.
Víctor: Muchas gracias de verdad... ahora me tengo que ir.
Claudia: ¿Cómo? ¿Y sin tomar ni un café ni nada?
Víctor: ¡Joder no tengo tiempo para chorradas! ¡Tengo que saber donde coño está mi novia y mi hijo!
La chica se levantó de la silla espantada.
Claudia: ¡A lo mejor es que eres un imbécil! ¿Y si ha sido todo cosa de tu cabeza? ¿Y si tu "novia" nunca ha existido?
Víctor: ¿Me estás llamando loco? ¿¡Eso es lo que me estás llamando!? ¿Me dices que durante ocho años de mi vida me he estado imaginando a mi novia? La que estás mal eres tu. Me voy de aquí.
Cuando se iba yendo, la chica le volvió a hablar:
Claudia: Será tu palabra contra la del doctor... nadie te creerá.
Víctor salió afuera y se sentó en un banco. Cogió su teléfono móvil y marcó el número del doctor Ruano. El teléfono dio señal.
Ruano: ¿Diga?
Víctor: ¿Doctor Ruano? ¿Se acuerda de mí? ¿Que casualidad no se coge usted la pre-jubilación de un día para otro?
Ruano: ¿Quién eres y como sabes eso?
Víctor: Soy el novio de la chica embarazada que ayer entro a "Maternidad" y no ha vuelto a salir.
En ese momento, el doctor colgó el teléfono. A Víctor le entró tanta rabia que tiró el móvil contra el suelo y comenzó a gritar desesperadamente, de tal manera que la gente que pasaba por allí se asustaban...
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