postheadericon La Despechada cap. 12

Capítulo 2x06 (12): Trampa mortal


María Adelaida: Quiero abortar...
Humberto: ¿Qué?
María Adelaida: Lo siento, es decisión mía, ese hijo será un deformado o vete tu ya a saber, hemos cometido incesto...

María Adelaida se giró y subió las escaleras del hospital dejando a Humberto plantado como una seta en la puerta de este.
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Estaban todos sentados en el recibidor. Ricardo bajaba con las maletas.

Encarnación: ¿Y bien?
Ricardo: El cuerpo está muy bien escondido. He llamado personalmente y me he encargado de que en los papeles Rosa Civera se la dé por fallecida. No hay nada de que preocuparse.
Encarnación: Parece que eres menos inútil de lo que pensaba... Siéntate.
Hugo: Ahora lo que nos debe preocupar es si tu hija y tu hijo van a ir a la policía.
Encarnación: Esa furcia no es mi hija. Es todo mentira jijiji, lo he hecho para que se separen y ella acabe sola, muy sola... y muerta, ya que nosotros no la podemos matar, provocaremos su suicidio.

Suena el teléfono de la mujer...



Humberto se queda mirando al doctor que les había dado los análisis, estaba hablando por teléfono con alguien. Se acercó disimuladamente a el y escuchó la conversación.

Doctor: Espero mi dinero ya...
Encarnación: Por supuesto, has hecho un gran trabajo, gracias una vez más.
Doctor: Si... y a van unas cuantas. Adios.

El hombre colgó y se dio cuenta de que Humberto lo había escuchado todo.

Humberto: ¡Farsante!
Doctor: ¿Perdona? (disimuló) No se de que me hablas.

Humberto no se paró a discutir y fue corriendo a buscar a Adelaida para que no abortase. Fue subiendo las escaleras del hospital y fue a maternidad donde estaba ella sentada allí a punto de entrar a la consulta.

Humberto: ¡NO!
María Adelaida: ¿Qué pasa?
Humberto: No somos hermanos, ¡NO SOMOS HERMANOS!

Una señora que estaba allí sentada, se ofendió por los gritos de Humberto y se levantó a regañarle.

Señora: ¡Vete al carajo! ¡Degenerado!
María Adelaida: ¿Cómo estás tan seguro?
Humberto: Mi madre pagó al médico, lo acabo de escuchar todo. Por favor, créeme. Vamos a la mansión Civera y pongamos le los puntitos en las ies.
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Humberto y Adelaida llegaron a la mansión Civera. Allí, estaban todos en el jardín. Estaban hablando. Al parecer, Juan Alberto era el que hablaba y los demás escuchaban...

Juan Alberto: El plan es el siguiente: Tenemos que hacerla ver que está enloqueciendo, su embarazo, que la hechamos de aqui, que la queremos matar, todo eso la puede hacer llevar hasta el suicidio...

María Adelaida estaba a sus espaldas, escuchó todo.

María Adelaida: Vaya vaya... que bien ¿os divierte hacerme esto?
Encarnación: ¡Cojedla!

Entre Juan Alberto y Hugo la cogieron Humberto intenta evitarlo, pero Ricardo le golpeó y este se cayó contra el suelo.

Encarnación: Encerrarla donde ya sabéis.

Entre los dos, llevan a la mujer a una sala oscura y la atan a una silla. Encarnación va hacia allí y le habla.

María Adelaida: Ya tienes lo que querías... ahora mátame.
Encarnación: Antes de ello te quiero ver sufrir.
Juan Alberto: Te queremos. Te quedarás aquí encerrada hasta que nosotros queramos, sin comida, sin bebida, sin poder ir al baño sin poder moverse de esa silla. Sólo viendo la oscuridad de esta sala. Sufrirás y dentro de unos días cuando estés a punto de morirte te clavaremos un tiro aquí (señaló con su dedo la frente de la mujer).
Encarnación: Hasta siempre María Adelaida, ah y una cosa que quería decirte. Tu hija no murió en el hospital por un accidente, yo la desconecté.

María Adelaida se echó a llorar. Durante todo este tiempo, había olvidado completamente a Sofía. Llevaba mucho tiempo sin llevarle flores al cementerio, sin acordarse de ella.
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Encarnación cometió un gran error en encerrar a la despechada en esa habitación. Ella se pensaba que la habitación no tenía más salida que la puerta, se equivocaba. Tenía una ventana trasera, tapada con tantos y tantos muebles que había. De esa manera, Humberto logró entrar en la estancia y desatar a la despechada.

Humberto:Tengo un plan para hacer que se olviden de ti. Pero ese plan, si saliera mal tendría consecuencias nefastas y podría incluso ser mortal para tí.
María Adelaida: ¡Cuenta, cuenta! Lo haré, con tal de poder vivir en paz.
Humberto: Mira, esto que llevo es una garrafa de gasolina, la echaré por toda la habitación y prendere fuego. Pero el caso es que ellos no saben nada de que he entrado, es decir, la habitación se ha incendiado y se supone que tu estás dentro. O sea, que morirás quemada para la vista de ellos. Lo que debes hacer es desnudarte y poner tu ropa sobre la silla, así, cuando consigan apagar todo verán la ropa sobre la silla y cenizas, y el cuerpo de una de las limpiadoras muertas, que lo he cogido y está ahí afuera.
María Adelaida: ¿¡Qué!?
Humberto: Hazme caso, pon el cuerpo ahí y desnúdate y escóndete afuera. Yo me encargo del resto.

Y así hicieron. Cuando llegó la hora, Humbeto repartió la gasolina por la estancia y lanzo un mechero contra ella, haciendo que la habitación se prendiera en fuego.

Luego salió por la ventana trasera y asegurandose de que María Adelaida estaba desnuda y a salvo afuera comenzó la trampa hacia los Civera. El hombre fue adentro y alertó de fuego en la estancia de María Adelaida.

Humberto: ¡Fuego! ¡FUEGO EN LA HABITACIÓN DE ADELAIDA!
Encarnación: ¡Oh dios mio!
Juan Alberto y Hugo: ¡¿QUÉ?!

Todos se levantaron del salón y fueron corrriendo y abrieron la puerta y vieron la habitación quemandose, y en la silla lo que parecía ser un cadáver vestido de limpiadora quemandose en el fuego...

Ninguno podía salir de su asombro y todos salieron afuera, debían apagar las llamas o sino el caserón Civera se consumiría al completo en el fuego.

Humberto: ¡Por vuestra cupla está ahora muerta! (mintió)
Hugo: ¡Hay que hacer algo! ¡Se quema el caserón!

Encarnación entró en estado de shock y se desmayó...