sábado, 22 de diciembre de 2012

postheadericon Planeta Kepler 1x04



Mientras todos dormían, a Paco le había tocado vigilar que nada raro sucediese. Pero fue entonces cuando unas misteriosas voces que parecían salir de cualquier parte le llamaron. El desapareció.

Los superviventes se dividieron en dos grupos. Álvaro y Carmen fueron por un lado a buscar comida y provisiones, pues todas las que tenían se habían quedado en la nave cuando se la llevó el robot dejándoles aislados en este planeta. Por otro lado, Víctor y Sara fueron a buscar a Paco.
Cuando Álvaro y Carmen estaban buscando las provisiones, un reptil le atacó a él. 

La nave Kosmos, con todos los niños y al mando de Barrax se dirigía a un agujero negro. El malvado robot, delante de Priscilla arrojó a el amigo de ella, Damián hacia el abismo por el ventanal que se había roto.

Paco abrió los ojos. Se había despertado. Estaba atado de pies y manos, en un lugar frío y oscuro. El chico se levantó y observó que las paredes de la estancia estaban hechas de un material que parecía ser hierro o acero. Se sentía inquieto, como si supiera que algo no marchaba bien.

Entonces las voces volvieron, pero para amenazarle. Directamente, le diijeron: Abandonad Kepler y seguiréis vivos. Si os quedáis, iréis muriendo uno a uno... es vuestra elección. Nosotros llegamos primero, y en este planeta no hay sitio para todos. ¿Ha quedado claro?

Después las voces cesaron y unas puertas se comenzaron a abrir. Una fuerza invisible se echó encima del chico y le desató. Paco, sin pensárselo dos veces salió corriendo hacia la salida. Cuando estaba fuera se quedó asombrado al ver el lugar del que había salido.

Como ninguna búsqueda había tenido éxito, todo se reunieron en el campamento después y consiguieron curar la picadura de Álvaro.

Eva, una mujer muy católica había desperto. Estaba encerrada en una sala de la nave Kosmos. La puerta estaba ahora destrozada. La mujer salió de allí y se quedó verdaderamente sorprendida al ver que se encontraba en una nave espacial en mitad del espacio y llena de niños. Éstos le contaron la historia a la mujer, que aún no terminaba de creérselo todo. Pero lo peor llegaba ahora, porque la nave Kosmos se dirigía de cabeza al agujero negro.

EVA: Que sea lo que Dios quiera.








Hace unos días que no escribo, pero tengo mis motivos. En este tiempo han pasado muchísimas cosas, cada una más sorprendente que la anterior. Es cierto que en cuanto a condiciones seguimos prácticamente igual: aún no hemos encontrado la nave Kosmos, ni a Barrax ni a los niños.

Y eso por no contar que Paco sigue desaparecido. Ay Paco, cómo lo echamos de menos, con lo divertido que era... A saber qué fue de él, espero que esté bien y lo podamos ver pronto de nuevo.

En fin, así fue como nos encontramos, sin Paco y sin nada que echarnos a la boca de comer. Por eso nos tuvimos que dividir en dos grupos: Álvaro y Carmen fueron a buscar algo de comer (bueno, a cazar mejor dicho), mientras que Víctor y yo fuimos a buscar a Paco. No lo encontramos, aún no hemos dado con él y puede que a estas alturas ya esté muerto.

Sin embargo, ocurrió algo inexplicable. Sé que es difícil de creer, pero algo me empujó hacia Víctor y... nos besamos. Estábamos enfadados y sin más lo hicimos. Y lo más curioso de todo es que fue un beso tierno, como si estuviéramos enamorados, y yo al menos no lo estoy. Luego Víctor se puso de muy mal humor de repente, me habló muy mal y se fue corriendo. Tuve que andar media hora para llegar hasta él y volvió a estar normal. Desde aquel beso le noto raro, cambia de humor muy bruscamente. Y no me gusta, creo que algo no va bien en él.

Menos mal que Álvaro y Carmen sí que tuvieron cierto éxito en su misión, por lo menos consiguieron una serpiente... la misma de la que ahora todos tendremos que comer si no queremos morir de hambre. Me resulta asqueroso, pero no hay otra opción.
 



Carmen, Sara, Víctor y Álvaro estaban sentados alrededor del fuego. Sara cerró su diario, pues la comida ya estaba lista. 

SARA: ¿En serio solo podemos comernos esta serpiente? ¡Qué asco! 
CARMEN: Es lo que hay si no queremos morirnos de hambre. 
VÍCTOR: Pues qué cutre, con lo bien que comíamos en la Tierra. Incluso la comida de la nave era mejor. 
ÁLVARO: ¡Y pensar que me quejaba de esa comida! Ahora mismo eso es una maravilla. 
CARMEN: Pero a ver, ¿qué pasa? ¿Estáis tontos o qué? ¿Qué preferís, comer la serpiente o morir de hambre? Además, hay civilizaciones en la Tierra que las comen como manjar. 
ÁLVARO: Hombre, visto así suena un poco exagerado la verdad… 
SARA: Para los orientales terrestres ya puede ser el plato más exquisito del universo, que para mí que nací en Occidente es una asquerosidad. 
VÍCTOR: Y una cosa doctora, ¿cómo sabemos que este animal es comestible? Estamos en otro planeta, la fauna nos es desconocida al igual que la flora. 
CARMEN: Os digo yo como bióloga y médico que esto nos lo podemos comer perfectamente. Es lo único que tenemos. Además, dad gracias a que está cocinado.

La serpiente terminó de hacerse al fuego. Con resignación todos acabaron probando bocado, pues no había otro remedio. Pero lo que vieron a continuación les resultó más impactante todavía. 


PACO: Y bien, ¿qué hay de comer? Vengo con un hambre de perros. 
ÁLVARO: (Atónito) No puede ser. ¡Es imposible! 
CARMEN: Imposible no, poco probable pero imposible no. 
VÍCTOR: Esto hay que celebrarlo, ¡no me lo puedo creer! 

Paco traía un estado bastante lamentable tras todo lo sucedido con los innombrables, y su rostro estaba mucho más serio de lo normal. 

SARA: Paco, ¿ocurre algo? Te noto algo tenso, y no tienes muy buena pinta. 
PACO: Veréis, es que no sé cómo deciros esto pero… He hablado con ellos, me han dicho que abandonemos Kepler si queremos seguir vivos. De lo contrario, moriremos uno a uno. 

Todos se miraron aterrorizados. ¿Podría ser que a Paco se le hubiera ido la cabeza tras su desaparición? ¿Qué le habría ocurrido? Sin dejar que más preguntas asaltaran sus cabezas, Carmen intervino. 

CARMEN: Paco, ¿dónde fuiste? ¿Por qué dejaste la guardia la otra noche y desapareciste? ¿Y ahora vuelves por tu propio pie? Qué raro, ¿no? 
PACO: Ya os lo he dicho, me secuestraron y me ataron en un lugar muy extraño, luego no sé cómo entraron en mí y me dijeron que nos teníamos que ir de Kep... 
VÍCTOR: ¡Ya está bien! Ya hemos escuchado suficientes tonterías por hoy. Francisco, cuéntanos la verdad. 
PACO: ¡Que es cierto! Es más, acabo de escapar de ese lugar. Podría llevaros perfectamente ahora mismo. 
ÁLVARO: ¡Huy! Pues ahora mismo no ¿eh? Que yo tengo sueño. 



Mientras tanto, la nave espacial Kosmos se movía a toda velocidad en dirección al agujero negro. Eva, la nueva tripulante, estaba agarrada a Priscilla sin saber cómo reaccionar. Súbitamente, todos los demás niños de la nave llegaron al ventanal del hall. 


EVA: ¿Qué podemos hacer? Ave María Purísima. 
NIÑO: ¡¿Qué ha pasado?! 
PRISCILLA: (Señalando al ventanal) Damián... Damián ha caído por ahí. 
JORGE: (Triste) ¿¡Qué!? 
PRISCILLA: Así fue, el robot le empujó. 

Jorge se armó de valor y cogió un extintor que había en la pared. 

EVA: ¡Niño! ¿Dónde vas con eso? 
JORGE: Voy a cargarme a ese maldito robot. 
EVA: ¿Pero qué robot? ¿No será una reencarnación de nuestro señor Jesucristo? 
PRISCILLA: Déjate de Jesucristo. Pues un robot, el mismo que nos secuestró y nos llevó fuera de Kepler. 

Jorge salió corriendo con el extintor en las manos. Eva fue con Priscilla y los demás niños a la sala de mandos de la nave. Estaba muy impresionada al ver tanto botón junto. No sabía qué pulsar ni qué hacer. 

EVA: Debe de haber algún botón que nos aleje de esa puerta al infierno. 
PRISCILLA: Agujero negro querrás decir. Yo una vez, en la Tierra, leí en una revista que las naves espaciales tienen un “turbo” que las propulsaría a una velocidad tres veces mayor de la máxima que indica su marcador. 
EVA: ¿Y dónde está ese turbo? 
PRISCILLA: Ese es el problema, no lo sé. 



Al mismo tiempo, Jorge fue a una parte de la nave, en la que estaba Barrax. Oía voces dentro de la sala, que estaba cerrada con una gran puerta magnética. Desde dentro... 

BARRAX: Información recibida. 
VOZ: Y no hagas nada que no te hayamos dicho. 

Barrax abrió la puerta y se encontró de frente con Jorge. 

BARRAX: Humano no identificado en zona prohibida. 
JORGE: ¡Cállate ya, puto robot! 

Jorge le quitó el tapón al extintor y lo vació contra el pecho metálico del robot. 

BARRAX: No debiste hacer eso. 
JORGE: ¡Ahhhhhh! 

El robot sacó algo de su “estómago”. Parecía una enorme vara metálica. Barrax azotó al chico. 

JORGE: (Dolorido) ¡Ah! 

Jorge cayó al suelo, y empezó a respirar con dificultad a la vez que el robot se acercaba hacia él amenazándole. 

BARRAX: Humano... no... identificado. 



Cuando todos habían dormido lo suficiente, recogieron el fuego y emprendieron la marcha hacia el lugar donde Paco decía que le habían capturado. Según la opinión de algunos era una estupidez y una pérdida de tiempo, pero en un planeta así algo tenían que hacer para matar las horas. 

CARMEN: ¿Es por aquí? 
PACO: Ya estamos cerca, queda poco.

Ahora mismo estaban en una zona con mucha flora, muy verde y con bastante hierba. Era curioso, porque las flores estaban saliendo muy rápidamente. Bueno, comparada a la velocidad a la que crecen en la Tierra, porque en Kepler crecían a una velocidad mayor debido a su condición de planeta diferente que, como tal, tenía sus propias condiciones físicas y climatológicas. 


SARA: Es precioso. 
CARMEN: Pues sí, es lo bonito de estar en un nuevo planeta que no conocemos. 
PACO: (Mira algo a lo lejos) Oye, eso no lo vi antes. 

Todos se quedaron absortos mirando unas enormes jaulas que había frente a ellos, a lo lejos. Eran negras, parecían oxidadas y estaban abiertas, como si esperaran que algo se alojara en su interior. Carmen le dirigió una mirada de complicidad a Sara. 

CARMEN: Paco, no pretenderás que entremos ahí ¿verdad? 
PACO: En absoluto. ¿Por qué iba a hacerlo? 
VÍCTOR: Francisco, ¿nos estás tratando de confundir o engañar? 
PACO: (Sorprendido) ¡No! ¡Estas jaulas no las había visto yo antes! Acerquémonos a ellas. 
SARA: Sí claro, eso es lo que tú quieres ¿no? 
PACO: (Molesto) Vale, pues no os acerquéis vosotros, ya voy yo. 

Paco se acercó hasta las jaulas. Las examinó con detenimiento y los demás pudieron comprobar que no le ocurrió nada. Todos se acercaron y, de repente, una fuerza invisible les empujó a una de las jaulas. La puerta se cerró de golpe y unas nubes muy oscuras fueron cerrándose sobre ellos. 

CARMEN: ¿Qué está pasando? 
VÍCTOR: ¡Agarraos de la mano! 

Fue entonces cuando una voz se hizo escuchar. 

VOZ: Os hemos avisado y nos ignoráis. 
SARA: ¿Quién ha hablado? ¿Qué está pasando? 
PACO: ¡Es la voz! ¡Es la misma voz que me secuestró a mí! 

Dicha voz retumbaba como si de una sala de cine se tratara. 

VOZ: No nos habéis querido hacer caso, ni habéis cumplido con vuestra parte del trato. 
CARMEN: ¿Qué trato? 
VOZ: El que le dije a vuestro amigo. Ahora nosotros cumpliremos nuestra promesa, iréis muriendo uno a uno. 

Todos miraron a Paco. Este, triunfante en cierto modo, gritó. 

PACO: ¡Os lo dije! ¿Veis cómo no os estaba mintiendo? ¿Veis como decía la verdad? ¡Me amenazaron e impusieron un trato! Ya os lo conté. 
VÍCTOR: (Finge) Paco, ¿qué trato? (Hacia la voz) Ignoramos quiénes sois ni qué queréis, pero dejadnos en paz. Este planeta es lo suficientemente grande para todos. 
VOZ: Os equivocáis. Este planeta es nuestro, nosotros llegamos antes. 
SARA: ¡Pero si es enorme! ¿No os dais cuenta? 
VOZ: Ya os avisamos de que os fuerais, vosotros os habéis rebelado y nos intentáis hacer frente. Pues lo pagaréis caro, muy caro. 

Todos estaban aterrorizados. ¿Qué harían ahora? ¿Cómo saldrían de aquella situación? 



En la nave Kosmos, Barrax estaba a punto de terminar de rematar a Jorge cuando algo ocurrió en su interior. Comenzaron a saltar chispas de su cuerpo. Algo estaba invadiendo informáticamente a Barrax, mediante un cortocircuito. El robot tiró al suelo la barra metálica. Jorge salió huyendo muy asustado. 

JORGE: ¡Nooooo! 

De repente, Barrax comenzó a oír una voz. 

VOZ: Deshazte de la eclesiástica. Va a intentar frenar la caída de Kosmos al agujero. 
BARRAX: Si freno a Eva, caeríamos al abismo. 
VOZ: Tal y como lo habíamos planeado. No te eches atrás, Barrax. 
BARRAX: Si Kosmos cae al abismo, Barrax sería destruido. 
VOZ: Para ganar la partida siempre hay que sacrificar un peón, y ahora mismo, lo que necesitamos es tener esta nave en ese agujero. 

La voz desapareció, pero algo parece que cambió en Barrax. No iba a ir a detener a Eva, sino a ayudarla para después ir rumbo a Kepler, a reencontrarse con los demás. 

BARRAX: Allá voy. 



En la sala de mandos, tras un largo rato buscando, por fin encontraron el turbo de la nave. Eva pulsó el botón dispuesta a salir del agujero negro. 

EVA: (Santiguándose) Que sea lo que Dios quiera... 

La nave dio un giro completo sobre sí misma y salió propulsada hacia la dirección opuesta al agujero negro, a pesar de la fuerte atracción recibida. Al final, durante varios minutos, consiguieron salir airosos del agujero negro. Barrax entró en la sala de mandos, todos se alarmaron al verle allí. 

PRISCILLA: ¡El robot! ¡Está aquí! 
EVA: (Alarmada) ¡Atrás! Aléjate, criatura del inframundo. 
BARRAX: Las intenciones de Barrax son buenas para vosotros. 
EVA: ¡He dicho que te alejes! 

Sin embargo, y aunque no le creyeran, Barrax había cambiado, y esta vez sí quería ayudarles. 

BARRAX: Barrax propone poner rumbo a Kepler. 
EVA: (Desconcertada) ¿Kepler? ¿Qué es eso? 
PRISCILLA: El planeta al que veníamos todos. Incluida tú, cuando estabas encerrada. 
BARRAX: Vamos, no hay tiempo que perder. 
PRISCILLA: ¡No te creo! Tus intenciones son otras, robot. 
BARRAX: Si no confías en Barrax, Barrax no puede llevarte de vuelta. 
EVA: Hija de Eva, déjalo. No tenemos otra opción, tenemos que confiar en él. (Se arrodilla y recita murmurando) Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino… 
PRISCILLA: En medio del espacio muy lejos de su planeta, y aún cree en dioses y todo. 
EVA: ¿Cómo has dicho? Ven y repite eso si te crees capaz, hija de Satanás. ¡No blasfemes o arderás en el fuego eterno! 
BARRAX: Barrax nunca entenderá a los humanos, siempre necesitan algo a lo que aferrarse. Mec. 
PRISCILLA: Pero no todos, ¿eh? Solo algunos, que yo no creo nada de eso y también soy humana. Anda que sí, por fin algo en lo que estamos de acuerdo, robot.

Así, Barrax se dispuso a prepararlo todo para partir hacia Kepler. Parecía que pronto acabarían las desventuras de los tripulantes de aquella nave, pero las cosas no habían hecho más que empezar. 




En Kepler, en las jaulas, la voz se había marchado hacía ya un buen rato, pero ellos seguían allí encerrados. Sin embargo, la principal preocupación de Sara era otra. 

SARA: ¡Joder, menudo asco! Y no lo digo por las jaulas precisamente. 
CARMEN: ¿Qué ocurre, Sara? 
VÍCTOR: Cualquier tontería, vete a saber, si viniendo de esta... 
SARA: Hay que ver que estás de muy mal humor Víctor. A ver si es que te has caído dentro una marmita, como Obélix. 
VÍCTOR: ¿Y a ti que te importa? Tú sí que estás intransigente, cada día que pasa me caes peor. 
SARA: Pues que me preocupas, eso me importa. ¿Pero sabes qué? Vete a la mierda, amargado. 
VÍCTOR: Y se cree que le pienso hacer caso, la muy puta. 
SARA: ¿Puta yo por qué? 
VÍCTOR: Me besaste en contra de mi voluntad. 
SARA: ¡Mentira! Pero serás interesado, si me besaste tú... 
VÍCTOR: Y no debería haberlo hecho, no sabes cuánto me arrepiento. 
CARMEN: ¡Eh chicos, basta ya! 
VÍCTOR: Pero si es ella la que no para de provocarme. 
CARMEN: ¡He dicho que ya es suficiente! A ver, Sara, ¿qué te pasa? Independientemente de Víctor, se nota claramente que te ocurre algo más. 
SARA: (Suspira) Los niños. Se han ido con el robot ese en la nave, que apenas sabemos de dónde ha salido pero tiene que estar mal fabricado si ha cometido tal barbaridad. 
VÍCTOR: Claro, si no los hubieras dejado ahí dentro... Eran tu responsabilidad, tú estabas a cargo de ellos. 
ÁLVARO: (Bosteza) ¿Queréis dejar de pegar berridos ya? ¡Estamos intentando dormir! 
VÍCTOR: Tú calla miedica, que eres un cobarde. 
PACO: Oye, a Álvaro no le digas eso ¿eh? Además, yo también intento dormir y no puedo por culpa de tu mala uva. 
VÍCTOR: Tú calla que eres un huevón y un mentiroso. 
SARA: Víctor, déjalo ya... ¿no te cansas de discutir tanto? Con razón nadie te quiere. 
VÍCTOR: ¿Que nadie me quiere? ¡¿Que nadie me quiere?! Yo sí que no os quiero, desgraciados. 
ÁLVARO: Dios mío, qué pesado, así no se puede dormir. 
PACO: Y que lo digas, está de un mal talante últimamente... 
SARA: ¿Mal talante? Si eso solo lo dicen los viejos amargados. (Mira a Víctor) 
CARMEN: (Intenta recuperar la calma) Lo que está claro es que últimamente Víctor está de muy mal humor, a saber lo que le habrá pasado. 
VÍCTOR: ¿Lo que me habrá pasado? A mí no me ha pasado absolutamente nada, es más, estoy perfectamente. ¡Iros todos a la mierda! Qué lástima que no me pueda ir de aquí, tendré que soportaros hasta que nos suelten. 

Todos se callaron, pues no querían seguir entrando al trapo de la disputa. Tras esta larga discusión, Víctor y Carmen recordaron algo que habían pasado por alto los últimos días que llevaban en el planeta. Y es que al empezar el viaje en la nave Kosmos, habían encerrado a una de las pasajeras. 


Flashback, varios días después del inicio del viaje
Sara, Carmen, Álvaro y Paco estaban reunidos en un compartimento de la nave Kosmos, esperando a quien los había convocado. Pero tuvieron suerte, pues muy pronto dicha persona apareció.
VÍCTOR: Bien, os he reunido aquí por una de nuestras tripulantes, Eva. Lleva unos días especialmente agresiva, y hay que buscar un remedio ya.
CARMEN: Capitán, si me permite el turno de palabra…
VÍCTOR: Por supuesto, Carmen.
CARMEN: Gracias. Estos días pasados he estado haciendo unas pruebas psicológicas a dicho sujeto, y he detectado algo. Eva tiene cambios bruscos de personalidad, una enfermedad mental más conocida como bipolaridad.

Todos pusieron cara de asombro.

CARMEN: El paciente que posee esta enfermedad puede llegar a ser peligroso, pues es capaz de cometer asesinatos cuando dicho cambio le afecta.
SARA: ¿Y qué hacemos?
ÁLVARO: Dios mío, qué miedo. ¿Y esta tal Eva era la católica?
PACO: Pues que Dios nos pille confesados, nunca mejor dicho.
SARA: Doctora, si me permite una pregunta. ¿Estaba enferma antes de subir a esta nave?
CARMEN: Eso es un dato que desconozco, lo siento.
VÍCTOR: Y bien, ¿alguien propone alguna solución?

Paco se levantó.

PACO: Yo propongo que la intentemos tranquilizar un poco para que no cometa más locuras.
SARA: Estoy de acuerdo con Paco.
ÁLVARO: Yo también, estoy conforme.
CARMEN: Puedo preparar un suero para reducir sus fuerzas, se lo mezclamos en la bebida durante la cena y así nos aseguramos de que no cometa ninguna locura por la noche. ¿Y usted, capitán?
VÍCTOR: (Suspira) Yo también estoy de acuerdo. Así que por mayoría absoluta, la drogaremos. Esta noche, Carmen echará unas gotas de ese suero en la bebida de Eva y así no nos causará problemas. Y así sucesivamente las noches que haga falta, por el día podemos vigilarla perfectamente entre todos.

La reunión ya había terminado, y cada uno se fue a realizar sus tareas.


CARMEN: Es cierto, la habíamos olvidado por completo. 
SARA: Supongo que ya estarán todos muertos. 
CARMEN: ¡Eh, alegra esa cara! La esperanza es lo último que se pierde en este mundo. 
SARA: ¿En qué mundo? ¿En el que dejamos atrás al venir aquí? 

Carmen no supo qué responder a Sara, pues tenía razón. 

ÁLVARO: Más nos vale ahora pensar una forma de salir de aquí. 
VÍCTOR: Sí, y prontito. 
CARMEN: (Pensativa) ¡Esperad! Claro, ¿cómo no pudimos pensarlo antes? 
PACO: (Intrigado) ¿El qué? ¿Qué ocurre, Carmen? 
CARMEN: Lo que Sara ha dicho antes. Dijo que Barrax tenía que estar muy mal fabricado como para haberse llevado a la nave con los niños dentro. ¿Y si no es eso sino otra cosa lo que le ocurre? 
SARA: (Perdida) Lo siento Carmen, no te sigo. 

Carmen percibió que Víctor le lanzaba una mirada para que tuviera cuidado con lo que decía, pero no le importó y continuó explicando lo que había pensado.


CARMEN: Es un robot, y como tal es perfectamente manejable por humanos. ¿Y si no se llevó la nave él mismo? ¿Y si, en alguna parte, alguien lo está controlando para que haga lo conveniente? ¿Y si sólo es una estrategia más para que tengamos miedo y nos veamos sin escapatoria de este planeta?

Mientras estos conversaban, sin que se dieran cuenta, un grupo de serpientes estaba acercándose a las jaulas. A lo lejos se veían centenares de ellas.

VÍCTOR: (Grita) ¡Eh! ¡Mirad eso!
CARMEN: (Molesta) ¿Y ahora qué ocurre, Víctor?
SARA: Nada, que ya le ha dado un cambio de personalidad de los suyos, una vez más.

Víctor señaló a las serpientes que se acercaban a gran velocidad. Las primeras que llegaron empezaron a subir enroscándose por los barrotes de la parte delantera de la jaula. Todos se pusieron en pie, muy alarmados. La voz volvió a sonar.

VOZ: Su picadura es mortal, y según tenemos entendido alguno de vosotros ha sido mordido por una de ellas.
CARMEN: ¿¡Qué!? ¡Oh no, Dios mío!

Todos miraron a Álvaro. El chico se quitó la venda que tenía sobre el hombro, se le había puesto negro. Parecía muy infectado.

VOZ: ¿Creíais que con un simple suero podríais curar y extraer el veneno? Una vez en contacto con la sangre ya no hay vuelta atrás.
CARMEN: ¡Vais a matarnos a todos!
VOZ: No, los reptiles no os atacarán si nosotros no se lo ordenamos.

La jaula estaba rodeada por serpientes, por todos y cada uno de sus barrotes. Álvaro empezó a tambalearse, no podía mantenerse en pie.

PACO: ¡Álvaro!

El chico se desmayó dentro de la jaula. En un espacio tan pequeño poco se podía hacer. Paco fue el primero en ir a socorrerlo.

PACO: ¡Álvaro!

El chico se desmayó dentro de la jaula. En un espacio tan pequeño poco se podía hacer. Paco fue el primero en ir a socorrerlo.

ÁLVARO: Me voy a... a...

Álvaro perdió el conocimiento por completo. Carmen, en un acto de valentía, tomó la voz de líder y gritó.

CARMEN: ¡Dejadnos en paz! ¡No nos matéis! Haremos lo que sea.
VÍCTOR: Hombre, lo que sea... eso depende de muchas cosas.
CARMEN: (Enfadada) ¡Víctor, lo que sea! ¡No me toques más las pelotas!
VÍCTOR: ¡Si no tienes! ¿O eres un hombre?
CARMEN: (Amenazadora) Otra broma de estas y te los corto, ¿ha quedado claro?
VÍCTOR: (Intimidado) Entendido, lo siento.
PACO: Qué miedo, ¿y si los llamamos innombrables?
CARMEN: ¡Calla, que está en juego tu vida!
VOZ: Desde luego, no habría encontrado una definición mejor.
CARMEN: ¿Qué tendremos que hacer? Dígalo ya, no tenemos mucho tiempo.
VOZ: Tenéis dos días para abandonar el planeta. Ni uno más. Si en dos días seguís aquí, entonces pasaremos a la acción.

Todos se miraron sorprendidos y angustiados. ¿Qué iban a hacer ahora? ¿Cómo iban a salir de Kepler en dos días? La nave ya no estaba. ¿Qué les quedaba por hacer? ¿Morir en Kepler? No había otra alternativa. Aquello no podía estar pasando, no podía ser real. Pero lo peor: sí lo era, tanto como que estaban encerrados en un planeta desconocido y sin escapatoria alguna.




0 comentarios: